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Los bosques de niebla
tropicales de montaña:
es hora de actuar

P. Bubb, M. Aldrich y J. Sayer

Philip Bubb es Asesor en
el Centro Mundial de Vigilancia de
la Conservación (WCMC) del
Programa de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (PNUMA).

Mark Aldrich es Oficial forestal en
el programa Bosques para la Vida del
Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

Jeff Sayer es Asociado Mayor de la Comisión
para la Gestión del Ecosistema, WWF y
Unión Mundial para la Naturaleza (UICN).

Una amenaza para los bosques de niebla: en las laderas de los volcanes Santa Isabel y El Ruiz, al lado del parque nacional de Los Nevados en Colombia (altitud aproximada, 2 500 m), se han talado árboles para dar paso a la cría de ganado y la agricultura

- W. FERWERDA

Los bosques de niebla o bosques nubosos, definidos como bosques cuya ecología y fisiología están vinculadas a su contacto directo con las nubes, se encuentran en laderas de montañas y cordilleras frecuentemente envueltas por nubes y niebla. Los hay en más de 60 países y en muchas islas tropicales. Sus árboles suelen ser pequeños y retorcidos y estar cubiertos por abundantes musgos, orquidáceas y helechos epifíticos. Son frecuentes los helechos arbóreos y las especies gimnospermas primitivas como las podocarpáceas. La característica más destacada de estos bosques es su capacidad para captar el agua que se condensa sobre la vegetación. Aunque a menudo se exageran los beneficios hidrológicos de las cuencas de captación arboladas, hay muchas pruebas de que los bosques de niebla incrementan realmente los suministros de agua (Bruijnzeel, 2000; Bruijnzeel y Hamilton, 2000). El suministro regular durante todo el año de agua limpia de los bosques de niebla es un recurso vital para muchas poblaciones de montaña y ciudades de llanura.

Hay bosques de niebla en más de 60 países, pero como rara vez se distinguen como un tipo de bosque es difícil determinar su superficie total. Sin duda no es mucha: los bosques de niebla son una parte del 1,6 por ciento de los bosques cerrados del mundo considerados como bosques húmedos tropicales de montaña entre 1 500 y 3 500 m, los cuales cubren 539 263 km2 (Kapos et al., 2000).

Una de las características de los bosques de niebla es que tienen una riqueza excepcional de especies endémicas. Por ejemplo en México, los bosques de niebla cubren menos del 1 por ciento del país pero contienen alrededor del 12 por ciento de las especies vegetales del país, siendo el 30 por ciento de éstas endémicas de México (Rzedowski, 1996). En el occidente de Ecuador se encontraron en una sola sierra con bosque de niebla unas 90 especies vegetales aparentemente endémicas en una zona forestal de sólo 20 km2 (Gentry, 1992). El gorila de montaña en los volcanes de Virunga en Rwanda y Zaire y el ave de refulgentes colores llamada quetzal (Pharomachrus mocinno) en América Central son endémicos de bosques de niebla y constituyen fuertes atracciones turísticas. Los bosques de niebla son el hábitat de parientes silvestres de la papaya, el tomate, el aguacate, los frijoles Phaseolus, el pepino, la papa y la pimienta. El cascarillero o quino (Cinchona succirubra), del que se extraía la quinina para combatir el paludismo, procede de los bosques de Ecuador envueltos en niebla.

Los bosques de niebla tienden a dispersarse en fracciones en las cumbres montañosas y están muy expuestos a una mayor fragmentación por obra de la deforestación y la construcción de carreteras. Su amenaza principal es el desmonte para dedicar las tierras a la agricultura y la ganadería. El cultivo de hortalizas, frutas y flores de zona templada para la exportación es una amenaza creciente. Estos boques parecen especialmente sensibles al cambio climático, habiéndose comprobado que el calentamiento puede hacer que la base de las nubes se eleve sobre la altitud del bosque (Foster, 2001). La sequedad consiguiente del bosque se ha relacionado con la extinción del sapo dorado y otros anfibios y con el menor caudal de los arroyos en el bosque de Monteverde en Costa Rica (Pounds, Fogden y Campbell, 1999). Sin embargo, los planes de conservación a menudo han pasado por alto los bosques de niebla.

Los bosques de niebla son ideales para poner a prueba mecanismos de pago del servicio de agua limpia, que fluye durante todo el año. En América Latina varios proyectos experimentan planes en los que los usuarios del agua procedente de los bosques de niebla pagan una tasa a los programas de conservación. Estos bosques han dado lugar, en varias partes de América Latina, a prósperas empresas turísticas privadas. En África y Asia, en cambio, el valor de los bosques de niebla se ha ignorado en gran medida.

Como contribución al Año Internacional de las Montañas, el Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA-WCMC), el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) y el Programa Hidrológico Internacional de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) están colaborando en una Iniciativa para los Bosques de Niebla Tropicales. Su objetivo es promover el reconocimiento y los recursos para la conservación de los bosques de niebla en todo el mundo, recalcando su papel en el suministro de agua. Se está elaborando una base mundial de datos sobre los bosques de niebla y se están estableciendo redes de especialistas en su conservación. La Comisión para la Gestión del Ecosistema de la UICN proyecta realizar otros estudios de los valores hidrológicos únicos y de la biodiversidad de los bosques de niebla, con especial atención a las amenazas del cambio climático. Para más información, consúltese el sitio Web del PNUMA-WCMC (www.unep-wcmc.org/forest/cloudforest/spanish/homepage.htm) o contáctese con Philip Bubb ([email protected]) o Mark Aldrich ([email protected]).

Bibliografía


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