Página precedenteIndicePágina siguiente



En la actualidad se reconoce ampliamente que la preservación de la diversidad biológica, incluidos los recursos fitogenéticos y zoogenéticos, es fundamental para lograr la seguridad alimentaria. Para protegerse contra las malas cosechas, la pérdida de animales y la malnutrición, los agricultores de subsistencia han acumulado diferentes conocimientos prácticos y especializados acerca de las especies de plantas y animales del entorno local. Estos sistemas de conocimientos, diferenciados por género, desempeñan una función decisiva en la conservación, administración y mejoramiento de los recursos genéticos relativos a la alimentación y la agricultura.

En tanto productores de alimentos, los hombres y las mujeres tienen un papel importante en la preservación del medio ambiente y la promoción de un desarrollo ecológicamente sostenible. Este papel depende de varios factores, tales como la división del trabajo basada en el sexo en cuanto uso y gestión de los recursos, y el acceso a éstos y su control. La división del trabajo por sexo difiere notablemente de un lugar a otro y evoluciona constantemente en el tiempo. No obstante, en todas partes su significado es el mismo: las mujeres y los hombres tienen conocimientos valiosos pero distintos acerca de las condiciones y los métodos agrícolas locales. Los hombres se encargan por lo general de la agricultura comercial a gran escala, especialmente cuando está altamente mecanizada, mientras que las mujeres cultivan parcelas más pequeñas, utilizando herramientas y técnicas tradicionales, para el consumo de la familia y el mercado local.

El acceso a la tierra y su control preocupan tanto a las mujeres como a los hombres rurales, aunque las mujeres resultan particularmente desfavorecidas, entre otra cosas por las prácticas consuetudinarias y las leyes que pueden limitar su derecho a los recursos. Sin derechos garantizados sobre la tierra, los agricultores tienen escaso o nulo acceso al crédito, a las organizaciones rurales y a otros insumos y servicios agrícolas. Además, están menos motivados para mantener la calidad del suelo y conservar los recursos.

Tierra y agua

La tierra y el agua constituyen la base de todos los sistemas agrícolas y la conservación de estos recursos es crucial para asegurar la producción sostenida y creciente de alimentos. Las agricultoras asumen un papel de liderazgo en la conservación de la fertilidad del suelo. En los campos dedicados a la producción comercial, las mujeres son muchas veces las responsables de los cultivos y de suministrar los fertilizantes. En las parcelas más pequeñas y en los huertos caseros, generalmente utilizan una gran variedad de técnicas para conservar y mejorar la fertilidad del suelo, incluyendo los cultivos intercalados y la rotación de éstos, así como dejar las tierras en barbecho o cubiertas con materiales orgánicos en determinados períodos. Las mujeres suelen emplear y perfeccionar métodos de cultivo tradicionales que favorecen la protección de los recursos naturales.

Dado que la tierra agrícola de calidad escasea, el acceso a la tierra es una preocupación que concierne a los agricultores de ambos sexos. Además, es indispensable para mejorar la producción agropecuaria y para el bienestar de los hogares. Sin embargo, persisten disparidades sistemáticas entre hombres y mujeres en cuanto a los derechos sobre la tierra y el control de ésta, lo que contribuye a mantener las desigualdades estructurales y la pobreza de las mujeres. En muchos países y comunidades, las leyes o las tradiciones niegan a las mujeres el derecho a poseer tierras. Inclusive el derecho a trabajar pequeñas parcelas y huertos caseros debe, a menudo, ser otorgado por el marido o por los ancianos de la aldea. No obstante, la inseguridad relativa al régimen de la tierra desalienta a los pequeños productores a invertir para mejorar las cualidades de una tierra sobre la cual no tienen derechos permanentes. Aunque los agricultores desearan realizar dichas inversiones, la falta de títulos de propiedad de la tierra lo haría prácticamente imposible: sin la tierra como garantía es poco probable que puedan obtener los créditos necesarios para efectuar mejoras, tales como construir sistemas de riego y de drenaje o terrazas.

Las mujeres sufren además un tratamiento desigual en materia de derechos y acceso al agua. Aun cuando constituyen la mayoría de los agricultores del mundo en desarrollo y son responsables de conseguir el agua para el hogar y agricultura, a menudo están excluidas del manejo del agua. Con el fin de reforzar la capacidad de las mujeres para gestionar el riego y los recursos hídricos, la FAO ha emprendido, conjuntamente con el Fondo de las Naciones Unidas para la colaboración internacional, un ambicioso proyecto trienal en Camboya, Nepal y Zambia. Con la ayuda de organizaciones no gubernamentales locales, las mujeres de esos países aprenden a participar activamente en la toma de decisiones y medidas relativas a la gestión del agua, con lo que mejora la seguridad alimentaria de sus familias y comunidades.

Demasiado a menudo la afiliación a las asociaciones de usuarios del agua y la participación en la capacitación sobre el manejo del agua y el riego conciernen exclusivamente a los hombres «jefes de las explotaciones». La exclusión de las mujeres conduce a que sus necesidades y conocimientos sean ignorados. Sin embargo, está demostrado que, con frecuencia, las mujeres son las primeras en adoptar las nuevas tecnologías de manera efectiva y espontánea, por ejemplo técnicas de conservación tales como la construcción de terrazas en las laderas de las colinas.

Género, biodiversidad y sistemas de conocimientos locales (LinKS)

Desde su lanzamiento, en 1998, el proyecto LinKS realiza actividades de investigación, capacitación y comunicación para asegurar que los conocimientos locales de los hombres y las mujeres sean reconocidos y valorados en los proyectos, investigaciones y políticas para el desarrollo. LinKS se concentró esencialmente en las variedades de cultivos locales, desarrollados a través de muchas generaciones. Tradicionalmente las mujeres son quienes se han encargado de seleccionar y mejorar los productos agrícolas locales, basándose en distintos criterios tales como el rendimiento, la resistencia a plagas y enfermedades, el sabor, la facilidad de cocción y las propiedades de almacenamiento. El proyecto emplea métodos diferentes para recopilar y documentar estos conocimientos y para garantizar que éstos sean apreciados y respetados como un recurso valioso para el desarrollo. En Tanzania, por ejemplo, LinKS explora la utilización de las ferias rurales de semillas para aumentar el reconocimiento y el intercambio de conocimientos entre agricultores hombres y mujeres sobre la diversidad de semillas, el material vegetal y la reproducción animal. Los agricultores locales poseen igualmente un gran bagaje de conocimientos sobre el uso de fertilizantes y pesticidas orgánicos, los métodos postcosecha y el tratamiento de las enfermedades del ganado. Por ejemplo, un sistema tradicional de rotación de cultivos desarrollado en la región de Ruvuma, en Tanzania, demostró ser una forma efectiva de minimizar la erosión del suelo en las áreas de montaña.

«Diferentes organizaciones establecidas en cuatro países de África austral trabajan para llevar a cabo un proyecto de la FAO destinado a explorar la relación entre género, biodiversidad y sistemas de conocimientos locales.»

Cultivos

Todos los agricultores dependen de la diversidad de los cultivos, es decir del patrimonio de variedades genéticas que se puede aprovechar para aumentar la productividad, resistir a las plagas y enfermedades, adaptarse a las diferentes condiciones climáticas y del suelo y ajustarse a las preferencias de gusto y a las necesidades nutricionales de los consumidores. Los pequeños agricultores y la población rural de escasos recursos, es decir quienes se han beneficiado en menor grado de las variedades modernas de alto rendimiento, han jugado un papel fundamental en la creación y conservación de esta valiosa herencia. Entre los pequeños agricultores, los hombres y las mujeres suelen ocuparse de cultivos diferentes: los hombres se concentran sobre todo en cultivos básicos y comerciales, mientras que las mujeres se dedican a cultivar legumbres, hortalizas y otros alimentos para el consumo del hogar. Por lo tanto, hombres y mujeres tienen experiencias y conocimientos diferentes e igualmente valiosos sobre las variedades de cultivos y su adaptabilidad a las condiciones, costumbres y gustos locales. Los esfuerzos para conservar y mejorar la diversidad y la productividad de los cultivos están destinados al fracaso, si no se da el debido reconocimiento al papel que desempeñan tanto los hombres como las mujeres.

En muchas comunidades agrícolas, son principalmente las mujeres quienes detentan los conocimientos sobre las variedades de cultivos. En ciertas áreas de África subsahariana se ha identificado hasta 120 plantas diferentes cultivadas por mujeres junto a los cultivos comerciales manejados por los hombres. En Tailandia, ciertos investigadores identificaron 230 especies diferentes de plantas en los huertos de una sola aldea. Muchas de estas plantas habían sido recuperadas en un bosque cercano antes de que fuera talado.

El papel fundamental de las mujeres en la selección y el cultivo de las variedades también hace que sea esencial involucrarlas en los esfuerzos para introducir nuevas semillas mejoradas para cultivos de alimentos. Los clasificadores, investigadores y extensionistas admiten hoy que es mucho más probable que las comunidades adopten semillas que ya hayan sido utilizadas y aprobadas por los agricultores y las agricultoras.

Debido a que las mujeres con frecuencia cultivan diferentes especies y hacen la mayor parte del trabajo agrícola, poseen conocimientos valiosos sobre las plagas que atacan los cultivos y las formas de combatirlas. En numerosas ocasiones, las mujeres han liderado las iniciativas para adoptar los métodos de Manejo integrado de plagas (MIP), después de haber adquirido mayores competencias mediante la ayuda de técnicas participativas, tales como las transmitidas por las escuelas de campo para agricultores (véase recuadro sobre las escuelas de campo para agricultores en Camboya).

Acciones planificadas

El Plan de acción sobre género y desarrollo de la FAO incluye compromisos por parte de las direcciones técnicas para promover la igualdad entre las mujeres y los hombres en cuanto al acceso a los recursos naturales, así como en su manejo y su control. Muchos de estos compromisos surgen del reconocimiento de que las mujeres tienen un papel fundamental en el uso y la gestión de la tierra, los bosques, los cultivos, la pesca y la producción animal. El Plan de acción tiene como objetivo apoyarlas para que puedan realizar sus tareas de forma más productiva y participar en la toma de decisiones de manera equitativa.

Tierra y agua

  • Tener en cuenta los aspectos relativos a la equidad de género en el material de capacitación sobre técnicas de bajo costo para el control del agua (bombas/pozos tubulares/riego en pequeña escala) y los programas de capacitación participativa.
  • Prestar particular atención a la efectiva representación de las mujeres en las asociaciones de usuarios de agua y en la reestructuración de los sistemas de riego.
  • Aumentar el acceso de las agricultoras a las tecnologías de gestión integrada del suelo y de los nutrientes, promoviendo especialmente planes de acción nacionales.
  • Involucrar a las agricultoras y a las extensionistas, en las escuelas de campo para agricultores, en lo referente a la gestión, la conservación y la rehabilitación de suelos degradados y con problemas.
  • Promover las técnicas agrícolas de conservación tales como el no-labrado y la siembra directa, que reducen fuertemente la carga de trabajo de los agricultores, tanto hombres como mujeres.
  • Estudiar el impacto que tiene el programa de drenaje en los trópicos húmedos de Asia sobre las comunidades agrícolas, especialmente sobre las agricultoras.

Cultivos

  • Tener en cuenta las necesidades de las mujeres rurales en materia de suministro de semillas, al diseñar las estrategias de producción sostenible de semillas en el plano comunitario.
  • Promover estrategias para fortalecer los sistemas de suministro de semillas, incluyendo la producción y distribución de semillas en las mismas unidades de explotación, que tendrán como objetivo satisfacer las necesidades y preferencias de las mujeres.
  • Implementar programas nacionales y regionales para restablecer los sistemas de producción de semillas afectados por desastres concentrándose específicamente en los productos agrícolas y en las variedades preferidas por las mujeres.
  • Orientar las actividades para la gestión de los bancos genéticos comunitarios a grupos de mujeres .
  • Asegurar la participación de las mujeres rurales en los programas de manejo integrado de plagas, realizando talleres para revisar y compartir experiencias sobre temas relacionados con el género y para recomendar métodos que faciliten la participación de las mujeres en estos programas.

Recursos animales

  • Realizar estudios desde una perspectiva de género con el fin de evaluar los costos de la transición hacia una producción animal industrializada para el medio ambiente, la salud pública y la equidad social, y las oportunidades de empleo para hombres y mujeres.
  • Elaborar métodos superadores en materia de tecnología, información y políticas para la integración más eficaz entre agricultura y ganadería, prestando especial atención a las oportunidades y limitaciones asociadas a los papeles respectivos de los hombres y las mujeres en el manejo del ganado y el desarrollo y la comercialización de productos.
  • Determinar objetivos y elaborar directrices sensibles a las cuestiones de género para resolver los conflictos de tenencia de los recursos y fortalecer la participación comunitaria en la elaboración y comercialización de productos de producción animal por medio de sistemas tradicionales.

Bosques

  • Promover enfoques participativos con perspectiva de género para mejorar la silvicultura y la gestión con fines múltiples de los bosques en las tierras áridas.
  • Registrar los conocimientos prácticos acerca de la función de los árboles y de los bosques en las zonas frágiles y elaborar metodologías y directrices técnicas prestando particular atención a las tecnologías adecuadas a hombres y mujeres y a su aplicación equitativa.
  • Promover especialmente el aumento de la representatividad de las mujeres en las redes y organizaciones.
  • Elaborar estrategias de comunicación relativas a la gestión de los recursos naturales (por ejemplo la montaña, los árboles de fuera de los montes, la ordenación forestal) con el objetivo de promover el acceso de mujeres y hombres a tecnologías apropiadas y una distribución más equitativa de las responsabilidades en la gestión de las cuencas hidrográficas, así como el acceso equitativo a los recursos y una mayor participación en los procesos de toma de decisiones.

Pesca

  • Concebir métodos y material de información más eficaces teniendo en cuenta la división del trabajo entre mujeres y hombres, con el fin de mejorar las actividades pesqueras y de reducir la repercusión sobre el medio ambiente.
  • Producir publicaciones, material de capacitación y directrices dirigidas al sector de operaciones y actividades de pesca, tomando en consideración la contribución de las mujeres a la elaboración, el almacenamiento y la comercialización de los productos pesqueros.
  • Examinar desde una perspectiva de género los datos sobre la rehabilitación de los hábitat de pesca continentales, la gestión integrada de las pesquerías de tierras inundadas, la evaluación y gestión ecorregional con respecto a la producción pesquera sostenible en el interior de los territorios.

Recursos animales

En todo el mundo, más de 600 millones de personas de las zonas rurales dependen en gran medida de la producción ganadera para garantizar su subsistencia. La producción animal tiende a ser aún más importante para los hogares y las comunidades rurales de escasos recursos. Como en las demás áreas, hombres y mujeres desempeñan papeles distintos. Los hombres por lo general son los propietarios del ganado y de animales grandes que usan para trabajar en los campos. Las mujeres, por su parte, son quienes realmente se encargan de alimentar, cuidar y ordeñar estos animales. Además, es frecuente que la responsabilidad de criar los animales más pequeños de ciclo corto, como cabras, cerdos y aves de corral, también recaiga sobre ellas. Asimismo, las mujeres desempeñan un papel fundamental en la reproducción de los animales manteniendo y fortaleciendo razas tradicionales en peligro de extinción.

La producción animal no sólo suministra alimentos para los hogares, sino que también representa una de las raras fuentes de ingresos sobre los que las mujeres ejercen un control total. Algunos estudios han demostrado que las mujeres rurales pobres gastan casi todos sus ingresos en la alimentación de sus familias y que un aumento de la producción de aves de corral y pequeños animales tiene un efecto más directo en la dieta de los sectores pobres que un aumento del número de cabezas de ganado.

Dados los papeles diferenciados de los hombres y las mujeres en lo referente a la propiedad y al cuidado de los animales, unos y otros tienen necesidades y conocimientos muy distintos. Sin embargo, la contribución de las mujeres a la producción animal muchas veces es ignorada, igual que su papel en la cría de animales y en la elaboración y comercialización de sus productos. Rara vez los servicios de extensión y capacitación para la producción animal y los cuidados veterinarios están dirigidos a las mujeres. Estos servicios tampoco se benefician del vasto conocimiento y la gran experiencia de las mujeres en materia de selección, condiciones y preferencias alimentarias y comerciales en el plano local.

El aumento de la población y de los ingresos, la rápida urbanización y los cambios en las costumbres dietéticas deberían inducir un incremento en la producción de carne per cápita del mundo en desarrollo del 50 por ciento de aquí al año 2020. Para responder a la demanda en rápida expansión, la producción ganadera en estas regiones se está intensificando e industrializando y adopta cada vez más sistemas de producción biológicamente uniformes, en gran escala. La producción a pequeña escala, en la cual los hombres y las mujeres tienen papeles y conocimientos distintos, está siendo marginada y reemplazada por operaciones comerciales. Los costos de este proceso para el medio ambiente, la salud pública y la equidad social deben ser observados y analizados desde una perspectiva de género.

Bosques

El acceso a los bosques y los árboles tiene a menudo un efecto crítico sobre el bienestar e incluso la supervivencia de las poblaciones, en particular en las zonas marginales y en los entornos frágiles, tales como las montañas y las tierras áridas. En estas áreas, los bosques representan un recurso invaluable al ser una fuente de alimentos, combustible, forraje y medicinas, además de cumplir la función de proteger la tierra y los recursos hídricos, previniendo la erosión, reabasteciendo las fuentes de agua dulce y reduciendo la amenaza de inundaciones y sequías.

Al reconocer que en muchas regiones las mujeres no tienen el mismo acceso a los árboles y los bosques que los hombres, y que los gestionan y utilizan de manera distinta, todas las iniciativas de desarrollo forestal deben tener en cuenta los aspectos económicos, sociales y ecológicos que afectan a los hombres y las mujeres, así como sus conocimientos diferenciados del manejo forestal sostenible, incluidas las prácticas de la silvicultura y la gestión con fines múltiples de los bosques y los árboles en las tierras áridas y en países con escasa cobertura forestal.

«Una mejor comprensión de la manera en que hombres y mujeres usan y valoran los recursos provistos por los bosques y los árboles favorece la sostenibilidad de la gestión forestal.»

Mediante los múltiples usos que las mujeres hacen de los productos de los bosques, ellas han acumulado conocimientos específicos sobre las especies selváticas. En la India, por ejemplo, las mujeres de ciertos grupos étnicos conocen las propiedades medicinales de alrededor de 300 especies silvestres. Las mujeres tienen un papel particularmente importante en el cuidado y uso de los bosques: recogen el combustible y el forraje, frutas, nueces y otros alimentos selváticos que proporcionan suplementos alimentarios y nutrientes esenciales. En caso de malas cosechas o durante el período que media entre dos cosechas, estos alimentos resultan, a menudo, una clave para combatir el hambre y obtener ingresos adicionales.

Sin embargo, con frecuencia se desconocen o no se toman suficientemente en cuenta las contribuciones de las mujeres en el manejo y la explotación de los bosques, así como sus conocimientos sobre los productos silvestres.

Pesca

Los recursos pesqueros son esenciales para el bienestar nutricional y económico de millones de personas en los países en desarrollo. Los peces y otras especies acuáticas proporcionan casi el 30 por ciento de las proteínas animales consumidas en Asia y el Pacífico, y más del 20 por ciento en los países de bajos ingresos con déficit de alimentos.

Desarrollo forestal comunitario en Tailandia

En Tailandia, el análisis de género demostró ser la clave para el éxito de los proyectos de desarrollo forestal comunitario, en un área donde un denso bosque había sido transformado en un paisaje de colinas áridas y erosionadas. El desarrollo forestal comunitario no pretende impedir que la población utilice los bosques, sino que fomenta el uso y la gestión sostenibles de los recursos forestales por parte de las comunidades. Los proyectos emplearon el método del diagnóstico participativo para identificar los conocimientos de las mujeres y de los hombres y para determinar el valor que tenía el bosque para la comunidad. Las entrevistas que se llevaron a cabo confirmaron que los hombres y las mujeres utilizan el bosque de manera muy diferente. Las mujeres, en particular aquellas que pertenecen a las generaciones mayores y a las familias más pobres, dependen enormemente del combustible, el forraje y las plantas medicinales obtenidos en los bosques. Los más jóvenes tienen menos conocimientos sobre las plantas silvestres, pero reconocen su importancia para el control de la erosión y el manejo de las cuencas hídricas. Estimular la participación de las mujeres y los hombres ayudó a congregar a las comunidades alrededor de diferentes actividades, como por ejemplo plantar parcelas forestales familiares y comunitarias, establecer viveros y explorar oportunidades relacionadas con los recursos forestales, tales como la recolección de hongos y la producción de seda.

En el sector pesquero, hombres y mujeres tienden a cumplir papeles diferentes. En la mayoría de las regiones, las tripulaciones de los grandes barcos pesqueros están formadas por hombres. Las mujeres por lo general pescan en las aguas litorales y utilizan pequeños botes que navegan cerca de la costa. En la pesca tradicional artesanal, las mujeres se ocupan de buena parte de las labores preparatorias, tales como arreglar las redes, las cestas y los recipientes, poner las carnadas en los anzuelos y otros servicios dirigidos a los botes pesqueros.

El papel principal de las mujeres en la pesca, tanto artesanal como industrial, se centra en las actividades que se realizan después de la captura, es decir la elaboración y la comercialización. En África occidental y Asia, hasta el 80 por ciento de las especies marinas pescadas es comercializado por las mujeres.

Se requieren estrategias que tomen en cuenta estos papeles, sobre todo en vista de la sobreexplotación de los peces y otros recursos pesqueros. Esta sobreexplotación, así como la demanda creciente de productos de la pesca, hace necesario aprovechar mejor las capturas totales actuales y reducir los desperdicios y pérdidas en las actividades de recolección y elaboración. Un instrumento útil para ello es el empleo de tecnología específica para la manipulación, elaboración y distribución del pescado y otros productos pesqueros, desde la captura hasta el consumo final.

Las oportunidades que ofrece la acuicultura deben ser analizadas desde una perspectiva de género. De hecho, si se incorpora la acuicultura en un sistema de producción determinado, hay que asegurarse de que sea social y culturalmente aceptable. Las actividades podrían no ser compatibles con un modelo de valores y comportamientos dado o incluso implicar cambios en la organización de la producción. Podrían también tener consecuencias negativas para los actuales sistemas de división del trabajo e imponer una carga adicional al trabajo de las mujeres. Para responder a estas preocupaciones conviene utilizar el diagnóstico participativo y aplicar un enfoque de género.

Así como en otras áreas, se tiende a ignorar el valor del trabajo que realizan las mujeres en la pesca y en la acuicultura. Muchas veces se formulan políticas y elaboran programas sin tener en cuenta las cuestiones de género y su impacto potencial en las diferentes categorías de la población.


Página precedenteInicio de páginaPágina siguiente