Las inundaciones y las sequías son las dos formas más comunes de catástrofes "naturales" en el mundo. Sin embargo, la causa principal de evacuaciones de emergencia y de desplazamientos masivos no son las catástrofes naturales, sino los conflictos armados, que han originado la aparición de inmensas comunidades de refugiados en diversas partes del mundo. Los hombres y las mujeres refugiados se ven obligados a afrontar la carencia de estructuras, los efectos de la violación de los derechos humanos, la inestabilidad política, la pobreza extrema, la desintegración social, la carencia de recursos y la degradación del medio ambiente. No obstante, dado que las mujeres son las que, primordialmente, se encargan del abastecimiento de agua y de leña para el uso doméstico, y del cuidado de la salud familiar, las situaciones de catástrofe, ya sean causadas por un fenómeno natural como por intervenciones humanas, crean problemas particulares. La participación de la mujer en la utilización y la gestión de los recursos hídricos debe entenderse teniendo como contexto el acceso de la mujer a los factores y a los recursos de producción. Muchas tierras utilizadas para la agricultura han dejado de ser fértiles como resultado de la deforestación, el sobrepastoreo, los conflictos, la inestabilidad política, la escasa irrigación, etc. La rehabilitación de las tierras degradadas puede proceder de manera sostenible solamente si se toman en consideración las necesidades de las personas pobres que viven en dichas tierras. Lo anterior implica comprender detalladamente los sistemas locales de conocimientos de hombres y mujeres, la utilización de los recursos y las oportunidades de generación de ingresos. El agua es un recurso clave en este proceso.
