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4. ALGUNAS PREVISIONES


Los hombres y los peces comparten una larga historia. El largo camino recorrido para comprender el éxito de la reproducción de los peces, anteriormente descrito, fue el resultado de los intentos de unos investigadores preocupados por estabilizar la producción de las pesquerías. Si hay algo de lo que podemos estar seguros es que el clima seguirá cambiando y que la distribución y abundancia de las pesquerías seguirán respondiendo a esos cambios, como lo han hecho en el pasado (Soutar e Isaacs 1974; Soutar y Crill 1977; Baumgartner et al. 1989; Baumgartner, Soutar y Ferreira-Bartrina 1992; Kawasaki et al. 1991). La predicción del clima es un objetivo bien definido, aunque nuestro escaso conocimiento de las muchas interacciones y complejidades antes descritas es aún un factor muy limitante. Ahora disponemos de una gran cantidad de información básica sobre las respuestas de las pesquerías a los probables cambios, es decir sobre factores que entrañan unos patrones conocidos de cambio ambiental.

Lo que esperamos haber dejado claro con esta presentación de los diversos recursos informativos y sus aparentes interrelaciones es que ese cambio ambiental no es «aleatorio» ni «estocástico», como dirían los aspirantes a constructores de modelos. Todos ellos son elementos de una larga secuencia de patrones y procesos que tienden a seguir ritmos y pautas propios, dentro de unas escalas temporales y espaciales más amplias. El hecho de que cada uno de los patrones o ciclos que intervienen sea interactivo modifica la configuración de las secuencias de manera que éstas crean una «armonía» y largas épocas con tendencias planas seguidas de picos pronunciados. Todas ellas siguen, sin embargo, un patrón. En particular, las transiciones de un estado a otro son pronosticables, porque se dispone de conocimientos y observaciones que hacen posible ese pronóstico.

Teniendo en cuenta la sincronía regional en la historia de los últimos siglos, lo que no resulta sensato ni útil para la sociedad es dilapidar grandes cantidades de esfuerzos y recursos en crear simulacros digitales de modelos de poblaciones basados en el equilibrio o la estabilidad, o en intentos de elaborar supuestos «sistemas cerrados» para poblaciones de peces - o para las temperaturas de la atmósfera y del aire en la superficie de la Tierra - prescindiendo de las interacciones oceánicas.

Si se quiere tener la esperanza de realizar en el futuro pronósticos creíbles a una escala de tiempo prolongada es necesario aprender, es decir, observar e interpretar, las interacciones dinámicas. El método actualmente disponible que parece ofrecer los resultados más útiles, en el sentido de producir pronósticos pragmáticos de patrones y hechos, consiste en una combinación bastante compleja de compilación y análisis de información conocida como «confrontación de patrones». Este método parece funcionar cuando hay unos «estados» de los sistemas claramente definidos o extremos, como los que muestran los episodios «cálidos» y «fríos» del ENSO o los índices climáticos cada vez más numerosos para las grandes regiones oceánicas del mundo. Aunque de nuestros conjuntos de datos muy breves parece desprenderse que no hay dos episodios del ENSO que sean realmente iguales en sus manifestaciones más completas, las consecuencias de El Niño y La Niña pueden distribuirse en dos series distintas, cada una de las cuales causa daños o beneficios considerables a regiones claramente diferenciadas.

Los pronósticos anuales de William Gray (véanse 1990, 1991, así como el sitio Web en el Anexo) sobre huracanes y desembarques en el Atlántico y el Golfo de México constituyen un buen ejemplo de técnicas de «confrontación de patrones», así como de enfoques modernos y creíbles del pronóstico del clima y las condiciones meteorológicas. Además, gracias a sus actividades de seguimiento continuo y actualización se han podido hacer valiosas correcciones al incluir en la información regional nuevas interacciones y respuestas. Los pronósticos más convencionales del ENSO, basados en modelos numéricos, ofrecen una combinación de «simulacros digitales» y confrontación de patrones que parece ir mejorando a medida que se introduce más información sobre la oceanografía interna en los modelos en que predominan los datos sobre la atmósfera. Gracias a la inclusión en los modelos de pronóstico de más datos basados en observaciones, se han conseguido enormes mejoras con respecto a los modelos digitales de «sistemas cerrados» utilizados en la investigación y la construcción de modelos de pronóstico en épocas anteriores. Esto también era previsible porque las generaciones anteriores de constructores de modelos informatizados se dividieron rápidamente en diversas «escuelas» sobre cómo construir los modelos para las proyecciones. Cuanto más se sabe, mejores son las proyecciones basadas en modelos. Cuantas menos observaciones se incluyen en los modelos, peores son los resultados de éstos. Por supuesto, está siempre el problema de la calidad de los datos introducidos. Si no existen unas relaciones claras de causa-efecto, utilizar conjuntos de datos presuntamente relacionados puede ser poco representativo e incluso engañoso.

La investigación sobre el cambio climático propiamente dicha se ha limitado hasta la fecha a explicaciones a posteriori en relación con las pesquerías, debido a la importancia que han atribuido en los últimos tiempos los encargados de su ordenación a unos burdos instrumentos de evaluación de las poblaciones (véanse Sharp, Csirke y Garcia 1983; Sharp 1987, 1988, 1991, 1995b, 1997, 2000). Afortunadamente, quedan programas de investigación pesquera que se centran tanto en la ecología fisiológica como en los cambios conexos a escala climática en todo el mundo. Es de esperar que continúen los progresos y que los pronósticos relativos a las pesquerías sustituyan a las reconstituciones a posteriori como base para la ordenación de los recursos pesqueros.

Los efectos del cambio climático en las pesquerías regionales pueden ser clasificados en función de las probabilidades de que produzcan un calentamiento o un enfrentamiento. La mayor parte de estos conocimientos proceden de estudios empíricos sobre los últimos 50 años, cuando los datos sobre las condiciones meteorológicas y el medio ambiente adquirieron una importancia fundamental para explicar los comportamientos de las distintas especies y las respuestas de las poblaciones a los cambios en las condiciones locales.

A continuación se enumeran las pesquerías más sensibles a las variables climáticas, en orden decreciente de sensibilidad:

a)

Pesquerías de agua dulce en pequeños ríos y lagos de regiones con cambios más acusados de temperatura y precipitaciones.



b)

Pesquerías en zonas económicas exclusivas (ZEE), especialmente cuando hay mecanismos de regulación del acceso que reducen artificialmente la movilidad de los grupos y flotas de pesca y su capacidad para adaptarse a las fluctuaciones en la distribución y la abundancia de las poblaciones.



c)

Pesquerías en grandes ríos y lagos.



d)

Pesquerías en estuarios, especialmente cuando las especies no emigran o cuando hay una dispersión de la freza, o en estuarios que sufren los efectos de la subida del nivel del mar o la disminución del caudal de los ríos.



e)

Pesquerías de alta mar.

Se observa claramente que las pesquerías marinas de producción a mayor escala no están amenazadas en forma directa o inmediata por el cambio climático. Las pesquerías más sensibles al cambio climático son también las más afectadas por intervenciones humanas como embalses, reducción del acceso a la migración río arriba o río abajo, colmatación de humedales y otros problemas de crecimiento demográfico y manipulación de hábitat, especialmente los relacionados con el aprovechamiento del agua para la agricultura y el desarrollo urbano.

También conocemos algunas opciones para hacer frente a la situación que reportan grandes beneficios independientemente del cambio climático (como se señala en documentos anteriores sobre el cambio climático del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, IPCC 1990, 1996):

a)

Concebir y crear instituciones nacionales e internacionales de ordenación pesquera que reconozcan las variaciones en la zona de distribución, la accesibilidad y la abundancia de las especies y que establezcan un equilibrio entre la conservación de las especies y las necesidades locales de eficiencia económica y estabilidad.



b)

Apoyar las innovaciones mediante la investigación sobre sistemas de ordenación y ecosistemas acuáticos.



c)

Extender la acuicultura para aumentar y estabilizar los suministros de alimentos marinos, contribuir a estabilizar el empleo y aumentar cuidadosamente las poblaciones que viven en libertad.



d)

En las zonas costeras, integrar la ordenación pesquera con otros usos del territorio.



e)

Vigilar los problemas sanitarios (por ejemplo, mareas rojas, ciguatera, cólera) que podrían incrementarse como consecuencia del cambio climático, causando daños a las poblaciones y los consumidores.

Hay temas que no se tratan en los informes del IPCC y que podrían resolver los problemas más graves de acceso a los hábitat y los cursos de agua, o de la calidad del agua que está disminuyendo rápidamente con la expansión de la agricultura y el desarrollo urbano. La cuestión ambiental que obviamente requiere más atención es la de controlar el crecimiento y el desarrollo humanos, vigilando, evaluando y manteniendo al mismo tiempo hábitat fundamentales, y restableciendo buena parte de los que han desparecido o han sido manipulados.

Esto es especialmente importante porque es necesario disponer de más opciones con respecto a los patrones conocidos de cambio climático. Los grandes planes, por ejemplo para aumentar la utilización de productos acuícolas, sirven de poco si no se puede asegurar el acceso a recursos hídricos limpios y no contaminados y a proteínas suficientes para alimentar a las especies cultivadas.


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