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SECCIÓN A - INTRODUCCIÓN


1) Antecedentes

En muchos países se han llevado a cabo programas de alimentación y nutrición comunitarios. Ellos tienen en común objetivos de nutrición o relacionados a la nutrición que abarcan desde objetivos amplios para reducir la prevalencia de la desnutrición o mejorar la seguridad alimentaria familiar a objetivos específicos relativos a un único micronutriente o a una única actividad de nutrición tal como la promoción del amamantamiento. Existe actualmente un número de programas exitosos, y un examen preliminar y análisis de éstos puede ayudarnos a comprender el proceso para lograr su éxito.

En años recientes han habido numerosos estudios de programas en ejecución (ACC/SCN, 1996; Iannotti y Gillespie, 2001; Mason et al, 2001; ACC/SCN 2001). Estas evaluaciones globales de los programas nacionales y subnacionales de nutrición han examinado, basados en diversos estudios de caso por país, como el crecimiento económico a nivel macro y los factores de inversión social contribuyen a bajar las tendencias en la prevalencia de desnutrición infantil. Los factores claves que fueron identificados, basados en estos estudios por país incluyen: estrategias de crecimiento equitativo y de alivio de la pobreza, y niveles de aumento de la inversión en educación y salud. Iannotti y Gillespie (2001) declararon que: «Los programas comunitarios exitosos no son islas de excelencia, existentes en un mundo imperfecto. Más bien, parte de su éxito está relacionado a los factores del contexto que proveen un ambiente conducente o de apoyo». La información de estos estudios de caso por país no permite una evaluación detallada de los factores a nivel de la comunidad, aunque en general, la inclusión de la comunidad, la participación, la apropiación y la potenciación parecen estar fuertemente relacionadas con los programas eficaces de alimentación y nutrición comunitarios. Shrimpton (1995) ha intentado evaluar esos elementos comunitarios en algunos programas. UNICEF también ha producido estudios de caso de programas individuales (ver la lista de referencias). La experiencia de Tailandia (Tontisirin y Gillespie, 1999) ha subrayado la importancia de ambos factores, a nivel macro y micro, en asegurar el éxito y la sostenibilidad de un programa de nutrición.

La literatura sobre la participación comunitaria es abundante. Comprende principalmente guías extensas sobre la metodología (Rifkin y Pridmore, 2001; Rifkin et al, 1988; Jewkes y Murcott, 1996), y más recientemente, un debate respecto a si la metodología realmente logra lo que pretende conseguir (Cooke y Kothari, 2001). Cooke y Kothari (y los autores en el libro que ellos han editado) cuestionan si los facilitadores externos a la comunidad de hecho logran estimular la toma de decisiones, o no tienen en cuenta los procedimientos existentes de la toma de decisiones; si los grupos de discusión no refuerzan una estructura de poder existente previamente; y si la popularidad de los métodos participativos ha forzado la exclusión de otros métodos más efectivos. También sugieren que las comunidades pueden articular las necesidades sentidas que saben que las agencias donantes están dispuestas a apoyar, por éso se acomodan a las prioridades de los donantes más que a tratar sus propios problemas reales. En términos amplios, la crítica sugiere que los defensores de la metodología son en el mejor de los casos ingenuos, y que lejos de potenciar a las comunidades, las ubica aún más firmemente en el control de las estructuras de poder existentes. Éstas son críticas severas que no todos aceptan y los autores no proponen alternativas a la participación comunitaria para el desarrollo.

No hay duda que hay muchos malentendidos y mala aplicación de los métodos participativos. Un concepto erróneo es que las comunidades son homogéneas y otro es que con la participación exitosa y el uso de recursos locales, los gobiernos se liberan de su obligación de proveer servicios a las comunidades. Otro concepto erróneo es que un programa de nutrición comunitario, casi por definición, emplea un enfoque participativo. Lograr la participación real lleva tiempo, y por tanto se han hecho esfuerzos para inventar métodos «aproximados y rápidos», tales como la evaluación rural rápida, o algunas formas de evaluación rápida participativa, para al menos algunos de los componentes de la metodología. Éstos son útiles para las primeras etapas del programa de desarrollo pero no deberían ser vistos como un reemplazo de la metodología completa. Los niveles de participación han sido definidos, oscilan desde una participación pasiva cuando los miembros de la comunidad han sido simplemente informados de lo que está ocurriendo, a la movilización autónoma cuando las comunidades están facultadas a tomar iniciativas y hacer sus propias elecciones. Mientras puede ser pragmático comenzar a un nivel más bajo, para que sea tanto exitoso como sostenible, los programas deben esforzarse por lograr los más altos niveles de participación. Naturalmente hay muchos reveses y dificultades en la aplicación de la metodología participativa, pero las diferentes evaluaciones y los estudios de caso de los programas han mostrado también que se puede lograr mucho con la inversión de tiempo y esfuerzo y que la inversión vale la pena.

Aunque las evaluaciones individuales y globales son útiles en señalar que los factores macrocontextuales explican la prevalencia decreciente de la malnutrición, hay necesidad de una metodología coherente y amplia que permita a los países llevar a cabo una evaluación más profunda y un análisis de sus propios programas de alimentación y nutrición comunitarios. Tales evaluaciones y análisis deberían ser realizados por los gobiernos a nivel nacional y subnacional (provincia, distrito y aldea) en conjunto con las organizaciones no gubernamentales y los grupos comunitarios. El propósito es comprender qué es lo que funciona y qué es lo que no funciona y porqué, y como tales programas pueden ser ampliados, fortalecidos y rediseñados, si fuese necesario. También, las evaluaciones pueden suministrar insumos para la reformulación de las políticas sectoriales a diferentes niveles. El enfoque particular en los programas comunitarios es muy importante, dado que muchos países están llevando a cabo un proceso de descentralización, por ello aumentando (aunque no siempre) la autonomía de los gobiernos locales en la toma de decisiones, y abriendo nuevos espacios sociales y políticos para acuerdos entre las organizaciones de la sociedad civil y el gobierno. Como los servicios sociales están siendo cada vez más provistos sobre una base de costos compartidos, la participación de los clientes es relevante para asegurar que esos servicios sean de alta calidad y respondan bien a las necesidades de sus clientes.

Éste es parte del pensamiento que precedió a la decisión de la FAO de realizar este ejercicio. El objetivo primordial es mejorar la calidad de los programas de nutrición comunitarios mediante la preparación y puesta a disposición de los planificadores y ejecutores de programas de nutrición, de una herramienta simple que puedan usar a fin de evaluar la posibilidad de éxito y sostenibilidad de un programa ya planificado o que está siendo ejecutado, para de esta manera rediseñarlo o hacer los ajustes necesarios para mejorarlo. Los pasos a seguir en este ejercicio son como sigue:

  1. preparación de los documentos de antecedentes y la identificación del criterio de selección a ser usado para elegir nueve programas de nutrición comunitarios (tres de cada región: África, Asia y América Latina) que sirvan como estudios de caso detallados;

  2. conducir los estudios de caso detallados a través de visitas a las localidades, visitas de campo a las comunidades, discusiones con el personal del programa y con los miembros de la comunidad, examinando la documentación del programa;

  3. preparación de un informe integrado de los nueve estudios de caso (este informe), basado en el análisis de sus resultados;

  4. usar este informe integrado de los estudios de caso para desarrollar el primer borrador del instrumento de análisis para los planificadores de programas de nutrición;

  5. consultas para mejoras del instrumento de análisis a través de talleres con los usuarios, y revisión del mismo (segundo borrador);

  6. prueba de campo del instrumento de análisis y preparación y publicación de la versión final del mismo.

2) Objetivos y estructura del informe

Este informe comprende los principales resultados de los nueve estudios de caso detallados y tres exámenes teóricos. Los objetivos del informe son en principio, resumir las principales características de los estudios de caso, en segundo lugar, subrayar, analizar y discutir las principales lecciones aprendidas de los estudios de caso y de los exámenes teóricos, sus fortalezas, debilidades, amenazas/limitaciones y las oportunidades que presentan, y las consecuencias que estos resultados aportarían al diseño de programas y, en tercer lugar, proveer las bases teóricas y prácticas para la preparación del instrumento de análisis.

El informe comienza con resúmenes de los estudios de caso detallados en la Sección B. La Sección C presenta las lecciones aprendidas de los estudios de caso, bajo cuatro subtítulos: factores macrocontextuales, factores a nivel de la comunidad, características de diseño del programa, y sostenibilidad. La Sección C presenta los resultados del análisis de las FODA[1] realizados a los programas. Cuando se considera apropiado, se subrayan las características específicas de la región o del programa. La Sección D utiliza los resultados de las Secciones B y C para sugerir maneras a través de las cuales los programas de nutrición comunitarios pueden ser mejorados para llegar a ser sostenibles y tener un mayor impacto positivo en el estado nutricional y en la seguridad alimentaria y nutricional. La Sección E concluye el informe y es seguida por la lista de referencias. Los resúmenes de los exámenes teóricos y los estudios de caso completos figuran en los Anexos 1 - 4.


[1] FODA = Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas/Limitaciones.

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