Aquí analizamos e interpretamos los principales resultados de los estudios de caso detallados y los exámenes teóricos de manera de delinear las principales lecciones aprendidas de las experiencias de los programas. Las fortalezas, debilidades y limitaciones, así como las oportunidades que ofrecen los diferentes programas, se presentan también. Se ha hecho un esfuerzo para identificar aquellos rasgos comunes a todos o a la mayoría de los programas, y para resaltar algunos resultados interesantes de los programas individuales.
Un entorno de fuerte apoyo político es decisivo para el éxito y la sostenibilidad de un programa de nutrición comunitario. No obstante, la mera existencia de una política de nutrición a nivel nacional, o el hecho de que el gobierno sea signatario de declaraciones internacionales y códigos no son en sí mismos factores que garantizarán el éxito. Lo que se necesita es conciencia pública de la importancia de una buena nutrición, y de la seguridad alimentaria y nutricional como un derecho humano para todos, así como un compromiso nacional para mejorar la nutrición como parte integral del proceso de desarrollo. El compromiso en sí mismo debe ser respaldado por un compromiso financiero serio en el presupuesto nacional. En la ausencia de tal compromiso financiero, las políticas y las declaraciones continuarán acumulando polvo en los estantes de los ministerios del gobierno. Ejemplos de programas que se han beneficiado de fuerte apoyo político son el programa LAKASS de Filipinas, el programa Samurdhi de Sri Lanka, el programa Pastoral del Niño de Brasil, PROGRESA de México y el programa nacional de alivio de la pobreza de Tailandia. Todos estos programas son financiados, exclusivamente o casi exclusivamente, por sus gobiernos. El entorno político no necesita estar relacionado específicamente a la política de alimentación y nutrición. Las políticas serias, respaldadas por programas consistentes, dirigidas al desarrollo rural o al alivio de la pobreza pueden adecuar fácilmente las prioridades de nutrición y tener un efecto positivo en la nutrición. El programa Samurdhi de Sri Lanka, el proyecto de desarrollo rural de Honduras y PROGRESA en México son ejemplos de tales programas.
Las agencias internacionales y los donantes pueden ayudar a crear conciencia de la necesidad de encauzar los temas de nutrición. Un método es mediante el apoyo a programas de gran visibilidad y elevado impacto, tal como el que examinamos en Madagascar (SEECALINE). No obstante, cuando tales programas costosos y de gran escala son planificados, los mismos financiadores tienen la responsabilidad de asegurar que exista un plan claro de gastos generales para cubrir los costos recurrentes del programa. Mientras tales gastos pueden ser graduales y durar muchos años, necesitan ser acordados al inicio del programa, y adherir a ese plan rigurosamente en toda la duración del programa.
Los financiadores no deben imponer sus propias prioridades o plazos de duración en los países. A largo plazo, dicha imposición es posible que conduzca a pérdidas de financiamiento. En años recientes hemos asistido a una serie de esfuerzos ampliamente promovidos por los donantes, para resolver el problema de las deficiencias de micronutrientes usando enfoques de corto plazo y focalizando la deficiencia de un único nutriente. Muchos han verdaderamente logrado buenos resultados, pero estos resultados (y programas) a menudo no son continuos. Muchos programas nacionales han comenzado con buenas intenciones, con una combinación de enfoques basados en la alimentación, fortificación y suplementación, pero pocos han prestado verdadera atención a las estrategias alimentarias[8]. La combinación de tales estrategias de largo y corto plazo es verdaderamente esencial, pero necesitamos también reconocer que atacar la deficiencia de un único nutriente no es la respuesta. Pocas deficiencias de nutrientes se dan aisladamente, casi todas reflejan una dieta inadecuada, tanto en calidad como en cantidad. Otros factores más allá de una dieta pobre son también importantes contribuyentes a la deficiencia, en su mayoría factores relacionados a la salud que necesitan ser tratados en el contexto de un enfoque integrado de mejora de la nutrición. Tailandia es un ejemplo de un país que ha ejecutado satisfactoriamente tal enfoque.
La colaboración entre sectores es un rasgo esencial de un programa integrado de nutrición exitoso. No obstante, en ausencia de un fuerte compromiso político, puede ser difícil lograr la colaboración intersectorial al comienzo de un programa. La planificación y la coordinación entre muchos sectores fueron adoptadas y promovidas firmemente en la década de los setenta del siglo precedente. En esa época, muchos países establecieron comités nacionales multisectoriales para dirigir los temas de alimentación y nutrición. Pocos tuvieron éxito y aún menos todavia están activos hoy en día. La literatura sobre el tópico es abundante y la Conferencia Internacional sobre Nutrición de 1992 estimuló un resurgimiento del interés en el enfoque, y muchos países han establecido nuevamente comités que agrupan a muchos sectores sin tener en cuenta las razones de fracasos anteriores.
La nutrición es verdaderamente un tema transversal, y un enfoque multisectorial parece ser consecuentemente la elección más sensible. En la práctica, sin embargo, la colaboración y la coordinación entre los sectores son difíciles de lograr a nivel central, por una amplia variedad de razones. A nivel local a menudo son mucho más exitosas[9]. Los comités a nivel de la comunidad son más propensos a tener una visión holística del desarrollo, no siendo obstaculizados por las políticas sectoriales, prioridades o presupuestos. Al menos algunas de sus prioridades de desarrollo y reales necesidades tendrán por objeto la nutrición (aumento de la producción de alimentos, alimentación complementaria para la población vulnerable, por ejemplo), otras indirectamente afectarán la nutrición (acceso a los mercados, al abastecimiento de agua potable y saneamiento y a los cuidados de salud, a las oportunidades de empleo, para mencionar algunas). En consecuencia, en forma general, hay dos opciones. De una parte, podría ser más inteligente abandonar los esfuerzos para lograr la colaboración multisectorial de alto nivel, al menos inicialmente, y arraigar el programa firmemente en un ministerio (por ejemplo, el Ministerio de Salud o el Ministerio de Agricultura) a nivel central. Luego usar las estructuras de desarrollo existentes a nivel de la comunidad o de distrito (comités de desarrollo, consejos, grupos comunitarios, por ejemplo) para lograr la colaboración deseada. La colaboración a los niveles más altos puede ser apropiado extenderla durante la vida del programa. Ésto, en gran parte, planificado o no planificado, es lo que Zimbabwe logró a través de su Programa de Alimentación y Nutrición Comunitaria. Tal enfoque, por el contrario, de ninguna manera elimina la necesidad de un gran apoyo de parte de los niveles altos. Tailandia, por otra parte, ha logrado un enfoque interdisciplinario y multisectorial. Aunque éste no se produce rápidamente o fácilmente: «Puede tomar más de una década llevarlo a cabo, otra década para ajustes y evaluaciones continuas a ser establecidas firmemente en el sistema, y otra década antes que los efectos puedan ser vistos claramente y evaluados»[10]. La opinión y la conciencia públicas son colaboradores importantes para la acción del gobierno, y éstas necesitan ser aprovechadas para asegurar la colaboración de una amplia gama de sectores: «La experiencia de Tailandia ha indicado que las decisiones sobre políticas que provocan acciones deliberadas a menudo son la respuesta a inquietudes políticas, de la opinión pública y de la conciencia social»[11]. Una sana nutrición tiene que ser vista como un resultado que hay que esforzarse por lograr, un indicador de progreso y de desarrollo. Históricamente, la nutrición en Tailandia fue vista como una cuestión médica, un trastorno o enfermedad como la malaria. Se necesitaron esfuerzo y tiempo para convencer a otros sectores de los múltiples factores de la malnutrición. Su contribución no fue una opción, a ser adaptada si correspondía con sus propias prioridades sino un prerequisito crucial para el desarrollo nacional.
Competencia e instituciones técnicas sólidas son necesarias para lograr un programa de calidad. En ausencia de competencia y de tales instituciones nacionales, la responsabilidad es de algún programa a gran escala que trate de construirla. Si falla en hacerlo, se arriesga la calidad durante la vida del programa, y llegará a ser insostenible una vez que el apoyo externo (técnico y financiero) finalice. La creación de capacidad necesita ocurrir en todos los niveles. La mayoría de los programas dan capacitación a los trabajadores a nivel local (trabajadores de salud comunitaria, personal de extensión agrícola, por ejemplo), pero pocos consideran la necesidad de apoyo para una capacitación seria a nivel terciario (programas de pre- y postgrado) y no sólo cursos cortos. Tal educación terciaria es considerada generalmente fuera del mandato del programa y que adiciona un costo desmesurado al mismo. Sin embargo, la realidad es que si el país no cuenta con nutricionistas con experiencia, bien entrenados para asumir la responsabilidad por el programa, entonces dicho país continuará a depender de la competencia externa y fallará consecuentemente en lograr su autonomía. Brasil, México, Tailandia y Filipinas tienen institutos de investigación sólidos y programas de capacitación en nutrición a nivel terciario para entrenar a nutricionistas nacionales y regionales. En los últimos tres países estos institutos colaboraron estrechamente con los programas examinados para este informe. El otro tema a considerar respecto a la disponibilidad de competencia técnica es el nivel administrativo para que sea asequible donde más se necesite. La mayoría de los países tienen como mínimo algunos nutricionistas a nivel central, y quizás algunos a nivel intermedio, pero muy pocos tienen nutricionistas adecuadamente entrenados a nivel local. Éste, por ejemplo, fue el problema que enfrentó el programa de Zimbabwe: la ausencia de asesoramiento técnico de buena calidad en los niveles de comunidad y de distrito, aunque Zimbabwe tiene, al menos, nutricionistas a nivel intermedio (provincial). Con la tendencia general hacia la descentralización, los países necesitan considerar la disponibilidad de nutricionistas bien entrenados en los niveles subnacionales en los cuales las decisiones técnicas se tomarán cada vez más.
Eventos a nivel nacional o subnacional, tales como recesión económica, inestabilidad política, guerra civil o desastres naturales afectarán los logros del programa. La mayoría de los programas estudiados, ya sea a través de estudios de caso detallados o exámenes teóricos, tienen sistemas de seguimiento y evaluación débiles[12]. Es cuestionable reclamar un impacto positivo en ausencia de un buen diseño de investigación o de una muestra representativa. Hechos fuera del control del programa pueden afectar ambos, la ejecución del programa y el impacto y los logros (o la falta de logros) deben ser interpretados a la luz de dichos eventos. Existe poca duda, por ejemplo, que el programa de Tailandia se haya beneficiado de años de estabilidad política y de una economía nacional saludable. Políticas de ajuste estructural, en los años ochenta particularmente, obligaron a muchos países en desarrollo a reducir el gasto del sector social. Tailandia no lo hizo. Ésto no minimiza los logros de Tailandia en nutrición, pero simplemente los pone en perspectiva: el programa de nutrición de Tailandia es impecable y sus logros admirables, pero se ha beneficiado de un entorno social y macroeconómico que lo permitió. También es notable en el estudio de caso de Honduras que Lempira Sur, el departamento en el que el programa fue llevado a cabo, fue capaz de soportar los efectos de un desastre natural (el huracán Mitch); y en Kenya, no hubo decremento en el estado nutricional a pesar de la sequía y las escaseces de alimentos. LAKASS, el programa de Filipinas, declara una mejora significativa en el estado nutricional de los niños a pesar del declino en la economía nacional. Para un programa con cobertura nacional, no es posible un diseño de investigación que incluya áreas o grupos control (a menos que se trate de una fase piloto del programa). Para estos programas, debemos confiar en la información cualitativa y anecdotaria y en otras bases de datos (por ejemplo, información económica, datos sobre prevalencia del síndrome de inmunodeficiencia adquirida) para informar sobre eventos que pueden haber afectado la ejecución e impacto de los programas.
El programa comunitario debería buscar establecer vínculos de colaboración con otros programas (de nutrición u otro) que pudiesen intensificar el impacto del propio programa. En cierto sentido, es una prolongación de la colaboración multisectorial, y si dicha colaboración es lograda a nivel central, la posibilidad de lograr colaboración entre los programas es también elevada. Tal colaboración podría conducir a compartir ambos recursos, físicos y humanos. Por ejemplo, puede que no sea necesario emplear movilizadores de la comunidad si un programa de desarrollo rural emplea extensionistas agrícolas, o si un programa de salud emplea trabajadores sanitarios de la comunidad. Con la capacitación, y suponiendo que no haya conflicto sobre las prioridades, el personal puede ser compartido. Hay peligros en dicho enfoque: mejorar la nutrición puede ser visto como una actividad secundaria o pueden surgir conflictos en la supervisión. No obstante, éstos pueden ser minimizados si el enfoque integrado para el desarrollo prevaleciera, o si las comunidades fuesen suficientemente poderosas para reclamar que sus necesidades de asesoramiento técnico y de otros apoyos se cumplan. Una vez más, ésto nos remite a la importancia de lograr una válida conciencia pública y política de la nutrición como un indicador de resultado del desarrollo, como en el caso de Tailandia.
Asociaciones con instituciones externas al sector gubernamental pueden dar una valiosa contribución a los logros de los programas y a su sostenibilidad. Por lo menos inicialmente, las ONG (generalmente ONG internacionales) han tendido a realizar sus propios programas de desarrollo, a menudo con poca participación de la competencia nacional, empleando al personal local pero no en posiciones altas en la mayoría de los casos. Esta situación ha cambiado en años recientes. Hemos visto el crecimiento de las ONG locales o nacionales que lograron involucrarse cada vez más en los esfuerzos de desarrollo de su país, dejando a las ONG internacionales concentrarse en las situaciones de emergencia. Algunas de estas ONG nacionales son bastante grandes, mientras otras trabajan en áreas geográficas realmente limitadas. Asociaciones con ONG nacionales están ganando popularidad, y en muchos casos su participación constituye una contribución a la sostenibilidad tanto como la que aportaría la participación de un ministerio del gobierno. En el programa de Bangladesh, por ejemplo, ONG nacionales grandes son contratadas para administrar los programas, con la colaboración del gobierno. Los programas comenzaron con dos modalidades operativas en regiones diferentes del país: lideradas por el gobierno y lideradas por ONG. Con el pasar del tiempo, los programas se volcaron a una modalidad, a saber, las lideradas por ONG. El proyecto en Kenya es también ejecutado por una ONG, y las ONG son denominadas socias en la mayoría de los programas estudiados. Existen desde hace muchos años las asociaciones de los programas de nutrición comunitarios con los institutos de capacitación e investigación. Tales asociaciones pueden dar asesoría de gran valor a los programas, competencia para la capacitación y el fortalecimiento institucional así como habilidades para organizar proyectos de investigación pequeños y grandes que pueden examinar en detalle los aspectos de los programas. De esta manera, por ejemplo, el programa de México ha establecido asociaciones con institutos de investigación nacionales (e internacionales), el resultado de los cuales ha sido la disponibilidad de información mucho más útil de estudios sobre el manejo del programa, sobre el impacto del mismo y análisis de costo-beneficio. Los institutos nacionales de capacitación e investigación son también socios de los programas en Kenya, Filipinas, Tailandia, y Viet Nam. Asociaciones con el sector privado están también llegando a ser muy comunes, solicitando al sector privado tomar la responsabilidad de componentes específicos. Los estudios hallaron tales asociaciones en Brasil, Filipinas y Zambia. Brasil presenta también un ejemplo de una asociación única, a saber la Iglesia Católica. Verdaderamente fue la Iglesia la que inició el programa y continua a ejecutarlo. Las asociaciones pueden ser valiosas: pueden proveer productos y servicios que están fuera del alcance de los recursos físicos y humanos de los ministerios del gobierno. Pueden ofrecer una flexibilidad libre de las restricciones de la burocracia, y una diversidad que empareje con la diversidad encontrada en las diferentes regiones del país. Los problemas subyacen en el área de coordinación y de control de calidad, especialmente si muchos socios participan en los programas. Algunas ONG locales tienen buena reputación pero la competencia técnica es limitada. Estos problemas se mencionan en el estudio de caso de Madagascar. Dichos problemas pueden resolverse con la selección de socios apropiados, una administración enérgica de los programas y un buen sistema de seguimiento y evaluación.
Un programa comunitario no es necesariamente uno que emplea un enfoque participativo. Los programas de nutrición por su propia naturaleza están dirigidos a la comunidad. Como mínimo, ellos requieren que los habitantes de la comunidad, rural o urbana, «reciban» los servicios ofrecidos por los programas. Efectivamente, los miembros de la comunidad son a menudo denominados beneficiarios más que participantes. Sin embargo, pocos programas de nutrición comunitarios son por su naturaleza verdaderamente participativos, empeñando a las comunidades en la toma de decisiones y en la selección de las actividades para responder a sus necesidades reales.
«La participación comunitaria es una orientación, que no debe ser dada por descontado; debería ser una preocupación absoluta y consciente, para evitar que degenere en mera retórica».[13] La literatura sobre participación y estrategias participativas es amplia, y aumenta diariamente. Hoy en día la mayoría de los programas orientados a las personas naturalmente mencionan la participación comunitaria de alguna manera. En efecto, todos los programas examinados para este informe excepto uno (Kenya), han mencionado específicamente como un objetivo del programa la participación comunitaria, su desarrollo o implicación. Sin embargo, ninguno puede decir que ha logrado la participación total (Nivel 6), de acuerdo con la tipología de participación que aparece en el Anexo 1: «Movilización independiente: La gente toma iniciativas independientemente del personal del proyecto. Establece contactos con instituciones externas para obtener asesoramiento técnico y financiamiento, pero conserva el control de la toma de decisiones»[14]. Quizás es irreal esperar que un programa de nutrición logre tal nivel de participación, especialmente dado que el objetivo principal del programa debe ser el logro de una nutrición mejor, y no el desarrollo de la comunidad. Al menos tres programas (Madagascar, Bangladesh y Sri Lanka) están muy por debajo de lograr los niveles aceptables de inclusión de la comunidad, excepto como recipientes de los servicios, de la beneficencia o de los incentivos. Sin embargo, es interesante que dos de estos programas (Bangladesh y Sri Lanka), a pesar casi de sí mismos, están logrando la potenciación al menos en algunas comunidades, simplemente a través de la necesidad de organizar las comunidades a participar en sus actividades. En Sri Lanka, por ejemplo, ahora se permiten desviaciones de las actividades previamente determinadas, a medida que el proceso de participación comunitaria se desarrolla. En Bangladesh, como en las comunidades donde el programa comenzó antes, los aldeanos tienen cada vez más voz en sus puntos de vista y en sus pedidos, los cuales de manera creciente se resuelven por los líderes locales; de este modo estas comunidades están progresivamente convirtiéndose a la «participación funcional» (Nivel 4 de la tipología presentada en el Anexo 1).
Un enfoque totalmente participativo para diseñar y ejecutar un programa es difícil de reconciliar con los procedimientos de los donantes en la búsqueda de fondos para el programa y también con la duración del mismo, que sean normalmente admitidos por los donantes. Un programa completamente participativo necesitaría un cheque en blanco de los donantes y un lapso de tiempo no especificado. Necesita una fase preparatoria prolongada[15] durante la cual los movilizadores comunitarios trabajen con grupos comunitarios (o establezcan grupos si no existieran) para ayudarlos a identificar sus problemas, necesidades, prioridades y planificar actividades. La naturaleza de estas actividades no puede ser determinada de antemano, dado que contradice el principio básico de un enfoque participativo, ni serán necesariamente las mismas para todas las comunidades en una región, aún menos en un país, especialmente en un país que es diferente ecológicamente y culturalmente. El ritmo del proceso de lograr potenciación de la comunidad varía de país a país y dentro de un país. Muchos factores pueden influenciar la velocidad para lograr la potenciación:
el estado de desarrollo de la comunidad al comienzo del ejercicio[16];
el nivel de alfabetización;
la posición de las mujeres;
las condiciones económicas de la comunidad: la comunidad muy pobre por ejemplo, lucha para sobrevivir, y no tiene tiempo para dedicar a esfuerzos comunitarios;
la existencia anterior de un fuerte grupo representativo de la comunidad[17];
una cultura de trabajo juntos por el bien común más bien que como individuos;
el grado de homogeneidad de la comunidad: la comunidad donde la mayoría de los miembros están experimentando los mismos problemas a causa de condiciones socioeconómicas o cultura similares es más factible que funcione como una sola unidad;
el grado de aislamiento social o geográfico de la comunidad[18].
Estos son algunos de los factores que pueden promover o retrasar un enfoque participativo. Ellos han surgido de la experiencia y son registrados en la literatura o en los estudios de caso de este ejercicio. La realidad es, en consecuencia, que la participación comunitaria plena, demanda una inversión considerable de tiempo y recursos con poco para mostrar en términos de impacto en el estado nutricional, en las primeras etapas del programa. Ésto no es generalmente aceptable para los donantes (aunque algunos donantes ahora reconocen y adecúan la necesidad de involucrar a la comunidad), ni en efecto para los gobiernos. Enfrentados con la pobreza, la inseguridad alimentaria y la malnutrición, las comunidades pueden optar también por soluciones a corto plazo, de elevado impacto.[19] Sin embargo, un enfoque no niega necesariamente el otro. La organización de la comunidad y su potenciación pueden continuar mientras al mismo tiempo trabajan en lo más urgente, los problemas que amenazan la vida de los miembros individuales de la comunidad a través de enfoques tradicionales de arriba hacia abajo. El problema surge cuando lo último llega a ser el único modo de operar y el objetivo de lograr la participación comunitaria es olvidada o recibe no más que un gesto simbólico. Por último, lo que se necesita de los donantes es un enfoque más flexible para el diseño y el financiamiento del programa: aceptar que puede no ser posible, efectivamente no es deseable, definir con precisión la naturaleza de las actividades a ser llevadas a cabo por las comunidades (y de aquí también el costo de estas actividades), sino más bien la asignación de fondos para las actividades definidas en términos generales y que serán especificadas más claramente durante el proceso de planificación comunitaria. Esta flexibilidad se logró en el caso del proyecto de Zambia y en el proyecto en América Central (Ismail, 1999).
La participación comunitaria para mejorar la nutrición no puede funcionar en ausencia de un entorno macro favorable, a nivel nacional y subnacional, que asegure los servicios de apoyo a la nutrición de buena calidad y que responda a las demandas de la comunidad de manera oportuna. Es tentador para los ministerios del gobierno abdicar la responsabilidad en un programa participativo, donde se espera que las comunidades tomen sus propias decisiones y busquen sus propias soluciones. La participación comunitaria no debería ser vista como una salida de los programas de nutrición fallidos. Las comunidades continuarán a necesitar el acceso a los servicios provistos por el gobierno, ONG, el sector privado u otras agencias e instituciones. Efectivamente, si la participación comunitaria es exitosa, la demanda por tales servicios aumentará y la insistencia sobre la calidad también crecerá: mejor acceso a servicios de nutrición y a buenos cuidados de salud, educación, acceso a los mercados, al abastecimiento de agua potable y saneamiento. Como el ejemplo de Tailandia nos ha mostrado, debemos ligar los de arriba con los de abajo. La participación comunitaria fracasará si sus demandas y necesidades no son atendidas. Los programas de Brasil y México mencionan la amenaza de una creciente demanda de servicios no atendida.
La creación de capacidad y el fácil acceso a asesoramiento técnico competente son los componentes esenciales de la participación comunitaria efectiva. Las comunidades tienen una riqueza de conocimiento local que no debiera ser ignorado (ver abajo). Igualmente hay campos muy grandes de inexperiencia y falta de conocimiento que necesita ser focalizado por el programa. Es de primera importancia para lograr la participación comunitaria y el desarrollo, una comprensión de la organización de la comunidad, capacidades gerenciales y de buena planificación, y la habilidad para emprender un análisis de situación y priorizar acciones. El fortalecimiento institucional es de esta manera un componente crucial de un programa exitoso. Los programas en Bangladesh, Honduras, Kenya, Filipinas, Tailandia y Zambia reconocieron ésto. Ligada a la creación de capacidad es la habilidad a reconocer cuando buscar la competencia técnica y saber como tener acceso a ella. Así, llega a ser decisivo que las comunidades sean capaces de tener fácilmente acceso al asesoramiento apropiado. Muchas pequeñas ONG locales son incapaces de proveer la calidad del asesoramiento técnico que las comunidades necesitan, conduciendo a errores y pérdidas de recursos. Este factor está relacionado estrechamente a factores mencionados previamente: disponibilidad de competencias nutricional y de otro tipo que se necesiten a nivel local y control de calidad. La ausencia de dicha competencia es señalada en los estudios de los programas de Kenya, Zambia y Zimbabwe.
Trabajar con grupos comunitarios existentes, a condición de que sean activos, puede ser preferible a la super imposición de grupos nuevos. Las comunidades son entidades complejas, con jerarquías y relaciones preestablecidas, a través de amistades, hechos históricos y experiencias, y parentescos. Una comunidad aparentemente homogénea tendrá diferencias y redes que no pueden ser apreciadas en el tiempo disponible para la preparación del programa. Las comunidades también tienen un líder (las aldeas africanas, por ejemplo, casi siempre tienen un jefe) y grados variables de organización propia, a menudo como resultado de sus siglos de tradición y de sus culturas. Ignoramos estas dinámicas comunitarias complejas a nuestro riesgo. La tentación es imponer nuevas estructuras y nuevas organizaciones para la ejecución del programa, con la intención excelente de crear grupos comunitarios que sean verdaderamente representativos de todos los miembros de la comunidad, que estén focalizados específicamente en el programa y que respondan al mismo. La alternativa es trabajar con grupos comunitarios y el liderazgo existentes, aunque pueda ser en modo imperfecto, y esforzarse por transformarlos y mejorarlos lentamente a través de la creación de capacidad y otras actividades del programa. Dicho enfoque puede mejorar las posibilidades de institucionalización de las actividades, la apropiación del programa por la comunidad y, finalmente, la sostenibilidad. Los programas en Kenya y en Zambia, por ejemplo, trabajaron con éxito con los grupos comunitarios existentes. Los peligros de este enfoque incluyen un pobre liderazgo, débil representatividad del grupo, dominación por los pocos miembros más ricos de la comunidad y la marginalización de las mujeres. No obstante, no hay garantía que sean diferentes los grupos nuevos establecidos por los programas. Cada enfoque posiblemente demanda un proceso de educación y sensibilización, con el debido reconocimiento de las realidades culturales locales que lleva tiempo.
La mayoría de los programas han permitido a las comunidades seleccionar sus propios «voluntarios» (movilizadores o promotores; la terminología varía, y no todos son voluntarios; en muchos casos son empleados pagados por el programa). Tailandia por ejemplo, empleaba un «proceso sociograma» complejo que fue acordado por todos los miembros de la comunidad. Los programas daban generalmente un nivel mínimo de capacitación técnica pero pocos proveían un curso sobre liderazgo y dinámicas de grupo como hizo el proyecto de Zambia. Elegir y capacitar al voluntario correcto es crucial para el éxito del programa, por lo tanto el tiempo dedicado a ésto no es tiempo perdido. Es también importante recordar que el voluntario, como cualquier otro miembro de la comunidad, tendrá su propio «nicho» dentro de esa comunidad, y las amistades y redes. Ella o él tendrán aspiraciones, y efectivamente la decisión al voluntariado puede ser motivada por las expectativas y esperanzas que no son congruentes con el programa. Tales errores se han producido y continuarán a producirse en todos los programas que usan un enfoque participativo. El hecho importante es haber creado las maneras de identificar los errores y actuar para corregirlos. La necesidad de una buena supervisión de los voluntarios se subraya y es reconocida por muchos de los programas examinados. Se enfatiza también la necesidad de haber construido y consolidado un sistema de reconocimiento social de las contribuciones y logros de los voluntarios[20]. Tal sistema es muy importante para la motivación, para fortalecer el nexo con el nivel central, y para demostrar el apoyo del gobierno al programa.
Las prácticas culturales locales y el conocimiento pueden dar puntos de partida para la acción comunitaria. Las comunidades poseen un bagaje de conocimientos y de experiencias que pueden ser incorporadas para llegar a ser parte del programa. En Honduras, el proyecto fue de hecho basado en una técnica de conservación de suelos desarrollada en la aldea de Quesungual. Las comunidades que han vivido la inseguridad alimentaria han desarrollado un número de estrategias para enfrentarla y mejorar sus posibilidades de supervivencia. Muchas de estas pueden ser retenidas y apoyadas. Las prácticas culturales locales, tales como Zunde raMambo en Zimbabwe, ofrecen estrategias y puntos de partida que son más aceptables a las comunidades que las estrategias no familiares, impuestas externamente. En Kenya la tradición de los grupos de mujeres y de los encuentros regulares comunitarios fue usada por el proyecto para estimular la participación.
El intercambio de información y de experiencias entre las comunidades puede conducir a una mayor influencia y habilidad para lograr una mejor representación en el próximo nivel (distrito o municipalidad). En el proyecto de América Central (Ismail, 1999), las comunidades piloto transmitieron a las comunidades vecinas las habilidades aprendidas en planificación de la seguridad alimentaria y desarrollo del proyecto, de tal modo que el proyecto se expandió de las ocho comunidades originales a cuarenta. Estas comunidades fueron capaces consecuentemente de lograr una mayor representación en los comités municipales. En Zambia, el proyecto del Valle de Luapula ilustró como las comunidades más organizadas pueden ayudar a las otras. Algunos grupos comunitarios comparten sus nuevas técnicas adquiridas con otros grupos que no las han desarrollado. Tales situaciones pueden no ser iniciadas necesariamente por el programa pero deberían ser apoyadas cuando ocurren.
El programa debe buscar asegurar que el financiamiento y el apoyo técnico sean disponibles para asesorar a los proyectos pequeños que las comunidades seleccionan y diseñan para cubrir sus necesidades sentidas. En Zambia, por ejemplo, a pesar de los acuerdos para financiar proyectos pequeños identificados por los grupos comunitarios como parte de su proceso de planificación, el financiamiento frecuentemente no se materializó, lo que produjo desilusión y un sentido de abandono por parte del proyecto. En muchos casos también el asesoramiento técnico es cuestionable. En el proyecto en América Central, las comunidades desarrollaron planes, establecieron prioridades, y diseñaron proyectos para tratar de resolver el problema que ellos sentían que necesitaba atención más urgente. El proyecto, en un esfuerzo para estimular la autonomía y la sostenibilidad, ha decidido que las comunidades deberían buscar su propio financiamiento de las ONG locales, de las agencias internacionales y de los presupuestos municipales. Ésto ha sido difícil en muchos casos a pesar de la asistencia brindada por los facilitadores de la comunidad dado que las comunidades tropezaron con las prioridades de los donantes que no estaban en línea con las propias. Un proceso de descentralización incompleto puede significar también que los presupuestos municipales sean inflexibles y limitados. Las comunidades se sienten en consecuencia obligadas a realinear sus prioridades para conciliarlas con las de los donantes.
Muchas características de diseño del programa siguen las lecciones aprendidas de los factores macrocontextuales y a nivel de la comunidad que se han enumerado y discutido previamente, o son implícitas. Aquí describimos aquéllas características claves que complementan esos factores, que son esenciales para un buen diseño de programa, y que son (o deberían estar) dentro del control de un planificador de programa. Esta subsección no tiende a ser una guía amplia para la formulación del programa, sino que señala los resultados y las lecciones aprendidas de los nueve estudios de caso detallados y de los tres exámenes teóricos que conforman el tema de este informe.
Desarrollo de
un esquema conceptual
Un esquema conceptual de las causas de
malnutrición en un país delimita la escena para la acción.
Si se pretende mejorar la situación de la nutrición se deben
identificar claramente los factores, nutricionales u otros. Los sectores que se
necesita que contribuyan al programa se identifican y ello conduce
lógicamente al enfoque integrado. La ausencia de dicho esquema produjo,
en los casos de Bangladesh y Madagascar, acciones de corto plazo y un enfoque
curativo en lugar de preventivo que no llegó a la raíz de las
causas de la malnutrición. El esquema conceptual de Tailandia, por otra
parte, fue una guía de valor para la toma de decisiones y llevar a cabo
las acciones.
Planteando
objetivos
El éxito o fracaso de un programa será evaluado
confrontándolo a los objetivos claramente mensurables. Un programa de
nutrición comunitario debe como mínimo incluir objetivos
relacionados a mejorar la nutrición y a estimular la participación
comunitaria. En última instancia, un programa de este tipo debe intentar
lograr una mejora del estado nutricional (estado antropométrico y/o
estado de micronutrientes, cuando sea apropiado) pero existen numerosos
objetivos relacionados a la salud y a la alimentación que pueden ser
vistos como objetivos intermediarios, y que contribuyen al propósito
final de mejorar el estado nutricional. Por consiguiente, mejorar el acceso a la
alimentación o a la seguridad alimentaria, o mejorar la diversidad de la
dieta o las dietas de destete son todos objetivos relacionados a la
alimentación que pueden contribuir a la nutrición pero no
necesariamente lograr mejorar la nutrición a menos que otros
contribuyentes a la malnutrición sean también considerados, tales
como salud, abastecimiento de agua y saneamiento. Ésto subraya una vez
más la necesidad de un marco conceptual y de un enfoque integrado para
atacar la malnutrición.
Si la participación comunitaria es aceptada como contribuyente clave a la sostenibilidad (ver Sección C, subsección iv sobre sostenibilidad), entonces un sostenible impacto positivo, opuesto a transitorio, en la nutrición será logrado si la comunidad es completamente involucrada en el programa. De aquí que promover la participación comunitaria, y todo lo que ello comporta, debe ser también objetivo esencial del programa.
Los hallazgos de casi todos los estudios han ilustrado la importancia de un entorno macro de apoyo para el programa. En ausencia de tal entorno la responsabilidad de un programa nacional de nutrición es de buscar crearlo. La experiencia de Tailandia ha mostrado que crear conciencia pública y política sobre la nutrición es tema de fundamental importancia que puede contribuir sustancialmente a involucrar el compromiso y el apoyo político. Madagascar, Zimbabwe y Filipinas demostraron como los programas de nutrición comunitarios pueden actuar como defensores de la nutrición y ayudan a aumentar la conciencia. De esta manera, un objetivo relacionado específicamente al desarrollo de la conciencia política y pública, es esencial en un programa nacional en un país donde el apoyo a nivel macro está ausente. Otros objetivos del programa estarán relacionados al enfoque específico del programa: alivio de la pobreza, mejora de la producción de alimentos, aumento de los ingresos de los más pobres, mejora de la calidad de vida, mejora del acceso a la salud y a la educación, son algunos ejemplos encontrados en los programas examinados.
Relaciones con
otros programas
La colaboración entre diferentes sectores ha sido
discutida anteriormente. No obstante, un aspecto de tal colaboración que
a menudo se olvida, es la relación con otros programas y proyectos,
algunos de los cuales pueden tener objetivos de nutrición o relacionados
a la nutrición. El apoyo técnico útil y los recursos
compartidos pueden surgir de dichos enlaces. El vínculo debería
ser visto como de doble sentido: los insumos de nutrición pueden
fortalecer un programa agrícola (el proyecto de Honduras, por ejemplo,
fue esencialmente un programa agrícola) o un programa de alivio de la
pobreza (tal como el programa Samurdhi) exactamente como muchos programas que no
son programas de nutrición pueden contribuir a un programa de
nutrición. En Viet Nam, la colaboración de su programa de
Seguridad Alimentaria Familiar con un programa de salud fue benéfica a
ambos programas. Tales vínculos generalmente necesitan ser establecidos a
nivel central, lo cual enfatiza una vez más la importancia de lograr una
buena colaboración entre sectores.
Focalización
La mayoría de los programas tienen
focalización explícitas o implícitas de una manera u otra.
La focalización puede ser de diferentes maneras: focalización
geográfica, tal como la del proyecto de Kenya (en tierras áridas y
semi-áridas) o el proyecto de Honduras (focalizado en un área con
un problema ambiental específico); focalización de un área
vulnerable (focalizado en áreas donde la densidad de comunidades es
alta); o focalización socioeconómica (selección de hogares
debajo de la línea de pobreza, tal como las halladas en el programa
Samurdhi). En el programa de México fue empleado una forma dual de
focalización más elaborada: del área vulnerable para
seleccionar las localidades de ejecución del programa, luego
focalización socioeconómica para seleccionar los hogares
participantes. La focalización puede también ocurrir por defecto:
es poco probable que las familias ricas utilicen los servicios públicos
de salud si mejores cuidados de salud privados están
asequibles.
La focalización, o la necesidad de focalización, debería ser considerada al inicio del programa. La focalización bien delimitada puede ahorrar recursos, por otra parte, procedimientos de selección elaborados ocasionan elevados costos administrativos y burocráticos (por ejemplo, el caso de México). Están también abiertos a manipulación política (tal como se halló en los programas de Bangladesh y de Sri Lanka) y a la corrupción.
Provisión de servicios básicos
Mucho del éxito de
la experiencia de Tailandia se debe a su insistencia en el acceso de todos los
hogares a un paquete de necesidades mínimas básicas. La
mayoría de los países se esfuerzan por lograr esta
condición deseable. No obstante, la realidad de muchos de los
países más pobres del mundo es que tanto el acceso a dichos
servicios como la calidad disponible de los mismos son muy inadecuados para las
comunidades pobres. Cuando éste es el caso, primero, vuelve a ser la
responsabilidad de un programa nacional de nutrición asegurar que, como
mínimo, los servicios de nutrición que son disponibles para las
comunidades pobres sean efectivamente accesibles a todos y sean de buena
calidad. Segundo, el programa necesita abogar por mejorar los servicios en otras
áreas, especialmente en agricultura y salud para reducir la morbilidad y
mejorar la seguridad alimentaria de los hogares. Muchos programas de
nutrición abordan algunos temas de salud que influyen directamente en el
estado nutricional, tales como diarrea, y también se involucra en
actividades de producción de alimentos de los hogares o de la comunidad.
Finalmente, sin embargo, sus logros serán limitados a menos que otros
sectores relevantes sean capaces de mejorar los servicios que
suministran.
Seguimiento y
evaluación del programa
Una limitación importante
experimentada cuando se analizan los estudios de caso fue determinar si el
programa ha tenido algún impacto significativo en nutrición. En
los casos en que se disponía de datos, eran generalmente de calidad
cuestionable con resultados que fueron claramente erróneos o no
creíbles. Por ejemplo en Madagascar, la información fue obtenida
de la actividad de seguimiento del crecimiento del programa. Dado que la
participación en la actividad fue menor al 50 por ciento, y relacionada a
la disponibilidad de alimentación complementaria, estos datos no pueden
ser aceptados como una indicación de impacto positivo u otro. La
reducción declarada por el programa de Brasil de las tasas de mortalidad
materna e infantil son también poco creíbles. El programa de
México, sin embargo, parecería tener un sistema de seguimiento y
evaluación aceptable y fue capaz de ofrecer buena información
sobre impacto nutricional.
Todos los programas deberían crear un sistema de seguimiento y evaluación, con un presupuesto asignado a dicho componente del programa. El seguimiento del programa debería ser diseñado para dar información de «proceso» así como para mejorar la administración del programa. Información de este sistema de seguimiento del proceso debería estar disponible en un lapso de tiempo en el que la acción pueda ser rápida para corregir cualquier error administrativo u operacional. Indicadores para la evaluación del impacto deben ser identificados al inicio del programa, así como también la frecuencia y la metodología para la recolección de la información. Los indicadores seleccionados deben relacionarse a los objetivos del programa, para que el programa pueda claramente decir si está o no cumpliendo con sus objetivos. No se necesita que sea elaborado ningún componente del sistema de seguimiento y evaluación; unos pocos indicadores simples, recolectados rutinariamente pueden proveer la información deseada. Si el país cuenta con un adecuado sistema de vigilancia alimentaria y nutricional - que pocos tienen - entonces esta información puede ser usada como parte de la información requerida. En general, no se recomienda que la información sobre el seguimiento del crecimiento sea usada para evaluar el impacto del programa en el estado nutricional, a menos que la cobertura sea cercana al 100 por ciento, la calidad de la información sea aceptable y no haya sesgo en la edad de los niños que asisten a las sesiones de seguimiento del crecimiento[21]. Los datos sobre seguimiento del crecimiento están en general limitados al peso para la edad como único indicador del estado nutricional. Este indicador no hace distinción entre la emaciación y el retraso del crecimiento, una distinción que los nutricionistas recomiendan cada vez más, debido a que las causas de los dos problemas pueden ser diferentes[22]. Si el país tiene un buen instituto de investigación, se puede seguir el ejemplo de Mexico y contratar externamente la actividad de seguimiento y evaluación del programa.
Seguimiento
participativo
El seguimiento participativo se refiere al seguimiento
realizado por las comunidades mismas para valorar su propio progreso hacia el
logro de sus objetivos de desarrollo. Debería ser diseñado y
desarrollado por ellos usando indicadores que los relacionen directamente a sus
actividades y en una forma dirigida que fácilmente sea comprensible por
los miembros de la comunidad, teniendo en cuenta los niveles de
alfabetización en la comunidad. En muchos casos, los indicadores son
representados gráficamente, usando simples gráficos y mapas (para
mostrar por ejemplo cuáles casas han adquirido letrinas). En algunos
casos las comunidades pueden escoger incluir la información del
seguimiento del crecimiento de la comunidad como parte de su sistema pero
ésta debería ser su elección. Los administradores del
programa no deberían imponer ninguna uniformidad en tales sistemas de
seguimiento; dado que la información es recolectada por la comunidad y
para la comunidad y debería ser una parte integral del proceso de logro
de la participación. Provee la retroalimentación esencial
necesaria para motivar a las comunidades. Ninguno de los estudios de casos
detallados hace referencia a un sistema de seguimiento participativo. Los
proyectos de Zambia y de América Central intentaron persuadir a las
comunidades a establecer el seguimiento participativo pero sin éxito. En
el proyecto de América Central, el concepto no fue comprendido por los
facilitadores y en consecuencia no fue promovido (Ismail, 1999).
Aspectos de
gestión
Los problemas de gestión fueron mencionados
específicamente sólo en el informe del estudio de caso del
programa de Bangladesh. Hay, sin embargo, diversos aspectos que fueron
mencionados que pueden ser incluídos bajo este título de
gestión: retrasos operacionales debidos a liberación de fondos y
recursos (Bangladesh, Honduras, Filipinas), débil supervisión y
control (Madagascar); ausencia de asesoramiento técnico a las comunidades
(en la mayoría de los programas), interferencia política en la
ejecución del programa y en la selección del personal del programa
(Bangladesh y Sri Lanka), control excesivo sobre el liderazgo de la comunidad
(Brasil), ausencia de estudios de factibilidad para las actividades generadoras
de ingreso (Sri Lanka) o fracaso en asegurar el financiamiento para las
actividades (Kenya) y dificultades con esquemas de crédito (Viet
Nam).
Muchos programas elaboraron estructuras de gestión, con comités a todos los niveles y encuentros frecuentes. El desafío de una buena gestión es establecer una estructura que promueva la transparencia, que defina los roles y las responsabilidades claramente, que permita obtener rápidas respuestas y limite los procedimientos burocráticos, pero que al mismo tiempo sea capaz de controlar el uso incorrecto de los recursos del programa y que la dedicación de tiempo no sea excesiva. La habilidad para mantener el personal motivado y comprometido es quizás uno de los rasgos más importantes. Es por ello que se necesita una retroalimentación frecuente así como el reconocimiento de los logros y del buen desempeño.
La sostenibilidad es un tema complejo. ¿Estamos preocupados por la sostenibilidad del programa o de sus logros? A cierto nivel la sostenibilidad puede definirse como la habilidad de mantener el impacto positivo de un programa, una vez que el programa haya logrado sus objetivos. Esta definición tiene muchas repercusiones. Si un programa ha logrado su objetivo de reducir la malnutrición en un 30 por ciento, entonces dicho logro debe ser sostenido por las generaciones siguientes. Sin embargo, ¿es ésto realmente suficiente? ¿No deberíamos decir que el objetivo para la próxima fase debería ser reducir la malnutrición de otro 30 por ciento, y así sucesivamente? Las generaciones futuras necesitarán de servicios básicos funcionantes tanto como las comunidades de hoy, por lo tanto la reflexión necesaria para el diseño de un programa debe tomarlo en cuenta. Un programa de nutrición comunitario debería no ser visto como una actividad «solitaria», sino como un compromiso continuo.
Nuestros estudios de caso son interesantes dado que presentan un rango de objetivos, no todos relacionados directamente a la nutrición. El programa PROGRESA de México intenta romper el ciclo de la pobreza, el argumento presumiblemente en juego es que ésto debiera facilitar el desarrollo. Si fuera así, y el programa lograra su objetivo, se discutiría entonces que la sostenibilidad del programa mismo no es un problema. Habrá servido su propósito de «saltar el comienzo» del proceso de desarrollo, y el apoyo a este proceso necesitaría entonces un enfoque diferente. En la misma línea, el programa Samurdhi de Sri Lanka se ve a sí mismo como una transición del enfoque de beneficencia a un enfoque de desarrollo. Si la transición es exitosa, el programa habrá cumplido su tarea. El proyecto PROLESUR en Honduras, por otra parte, se focaliza en la transferencia de tecnología, aunque sus objetivos son mucho más amplios relacionándolos a la mejora de la calidad de vida de la población rural del Sur del Departamento de Lempira. Ciertamente ha sido exitoso en transferir tecnologías, y está ahora siendo institucionalizado y por consecuencia es sostenible (aunque aún tenga necesidad de algún apoyo técnico continuo), pero ha sido menos exitoso en otras áreas (servicios de salud por ejemplo).
Con la excepción del programa de Sri Lanka, todos los programas tienen objetivos de nutrición o relacionados a la alimentación, y si sus logros en estas áreas tienen que ser mantenidos, realmente intensificados, entonces los programas necesitarán ser sostenidos de alguna manera. De aquí surge la cuestión de la continuación del financiamiento, aún si se supone que algunas de las actividades de los programas pueden y deberían llegar a ser incorporadas e institucionalizadas en los planes y actividades sectoriales. Los Ministerios de Agricultura y de Salud pueden en efecto asumir la responsabilidad para todo lo relacionado a nutrición, pero continuará a necesitarse una atención específica de las actividades de nutrición, y para ello el país continuará a necesitar un programa de nutrición. Los gobiernos de Filipinas y Zimbabwe, y a escala mayor Brasil, han mostrado un compromiso claro al respecto y el financiamiento nacional ha sido disponible y sostenido por muchos años. En estos países, el entorno macropolítico fue favorable y se tradujo en una inversión real en nutrición.
Ésto no ha ocurrido en Bangladesh, que continúa a depender fuertemente de los donantes externos. En los países más pobres del mundo tal vez la sostenibilidad reside en el deseo de los donantes de continuar a dar financiamiento. Existe un peligro en tal confianza: el caso de Zimbabwe (y de muchos otros países) ha demostrado como los acontecimientos políticos pueden conducir a la retirada del apoyo de los donantes. Existe también el peligro del cansancio del donante: para decirlo simplemente, la decisión del donante de que es el momento de marcharse a algún otro lugar o de cambiar a algo distinto. En Tanzania y Zimbabwe, por ejemplo, la nutrición y la creación de capacidad institucional relacionada, gozó del apoyo de la ayuda para el desarrollo de Suecia por muchos años, en Tanzania desde 1973 y en Zimbabwe desde los inicios de la década de los ochenta. En 1999, SIDA decidió terminar la asistencia por alguna razón no obviamente técnica o de desarrollo. Ésto plantea la cuestión del plazo de tiempo necesario para la sostenibilidad. Pocos donantes continuarán a apoyar un programa por tanto tiempo como SIDA hizo en Tanzania y en Zimbabwe. El programa de Madagascar, por ejemplo, finalizará en 2003 y no hay evidencia de ningún esfuerzo por parte del Gobierno de asumir dicha responsabilidad.
La sostenibilidad yace en la continua disponibilidad de competencia técnica. Cada vez más, muchos países en desarrollo están dispuestos a proveerla, pero a menudo sólo hasta cierto limite. Bangladesh, por ejemplo, tiene sólidos institutos técnicos, y muchos nutricionistas bien entrenados, pero aparentemente no provee los recursos humanos necesarios para el Programa Integrado de Nutrición de Bangladesh (BINP). En consecuencia el programa tuvo que emplear personal con experiencia técnica inadecuada. La creación de capacidad, a todos los niveles (incluyendo el nivel de la comunidad), se convierte en una responsabilidad del programa (como discutido más arriba bajo el título Lecciones Aprendidas, Sección C, 1). Está creciendo la confianza en las ONG locales para suministrar la necesaria competencia y la existencia continuada de las ONG da una medida de la sostenibilidad. Casi todos los programas colaboraron con ONG (ver Cuadro 1), contratándolas para componentes específicos o, como en el caso de Bangladesh, para el programa completo. Ello puede llevar a escaso control de calidad y a supervisión inadecuada.
La participación comunitaria es una precondición para la sostenibilidad pero no es en sí misma una garantía de sostenibilidad. La participación comunitaria abarca la contratación de la comunidad, un sentido de propiedad y de habilitación para controlar e influenciar el propio medio. Ésto no será encontrado en programas que consideran a los miembros de la comunidad como simples receptores, como beneficiarios (en efecto, son llamados beneficiarios) convocándoles a donar su tiempo y recursos pasivamente, con poco o ningún poder en la toma de decisiones. Por otra parte, un programa que es exitoso en potenciar las comunidades pero luego fracasa al no suministrarles los servicios básicos a los que tienen derecho, o el apoyo financiero o técnico que requieren para sus actividades de desarrollo seleccionadas, puede sólo conducir a la alienación y a la desilusión. Por consiguiente, el vínculo exitoso de «arriba hacia abajo», del entorno macro al entorno micro, es tan importante como lograr la potenciación de la comunidad, como Tailandia ha demostrado.
Finalmente, la sostenibilidad depende del reconocimiento que la seguridad alimentaria y la adecuada nutrición son elementos esenciales del desarrollo, y que consecuentemente las actividades de nutrición deben llegar a institucionalizarse en la estructura de gobierno a todos los niveles. La conciencia pública y política de la necesidad de un enfoque integrado para la nutrición, y el compromiso de lograr el objetivo de una población bien alimentada y sana se convierten entonces, en los más importantes elementos de la sostenibilidad.
Los Cuadros 3 - 6 resumen y reúnen los nueve análisis FODA llevados a cabo por los consultores regionales a los programas a ellos asignados. Puede ser un problema metodológico el comparar los análisis de los diferentes programas: los análisis resumen inevitablemente la abundancia de información recogida para un estudio de caso, lo cual lleva a tomar decisiones de qué incluir y qué excluir. Cuando, por ejemplo, encontramos que sólo los programas de África tienen sistemas de seguimiento y evaluación débiles, puede reflejar una decisión de mencionar este aspecto en cuanto relacionado a estos programas, más que una diferencia regional real. Estas tablas deberían consecuentemente ser vistas como una lista mínima de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas o limitaciones: si una característica no es registrada para un país determinado, no significa necesariamente que esté ausente.
Cuadro 3: Fortalezas de los nueve estudios de caso detallados (*)
Países**: |
K |
Ma |
Z |
Ba |
F |
S |
Br |
H |
Me |
Factores macrocontextuales: |
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1. Ha logrado elevar la abogacía, sensibilización, toma de conciencia. |
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+ |
+ |
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2. Emplea enfoque integrado y multisectorial; ha logrado colaboración intersectorial. |
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+ |
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+ |
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3. Se beneficia de entorno político de apoyo; y/o compromiso de financiamiento gubernamental. |
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+ |
+ |
+ |
+ |
+ |
+ |
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4. Asociaciones importantes; asociaciones con institutos nacionales de capacitación e investigación conducentes a buen apoyo técnico. |
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+ |
+ |
+ |
+ |
+ |
+ |
+ |
+ |
5. Buenos servicios básicos y de apoyo provistos por el gobierno (cuidado de la salud, servicios de nutrición). |
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+ |
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+ |
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Factores a nivel micro: |
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1. Elevado nivel de participación de la comunidad. |
+ |
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+ |
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+ |
+ |
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+ |
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2. Trabajadores comunitarios comprometidos y bien entrenados. |
+ |
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+ |
+ |
+ |
+ |
+ |
|
3. Actividades comunitarias apropiadas y efectivas (excluye los servicios provistos por el gobierno a las comunidades). |
+ |
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+ |
|
+ |
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|
+ |
|
4. Uso apropiado de las estructuras y tradiciones locales. |
+ |
|
+ |
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+ |
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Características de diseño del programa: |
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1. Bien focalizados (focalización socioeconómica o geográfica). |
+ |
+ |
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|
+ |
+ |
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+ |
2. Buena gestión del programa. |
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+ |
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+ |
3. Buen sistema de seguimiento y evaluación. |
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+ |
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+ |
+ |
+ |
4. Asesoramiento dado a las comunidades; reconocimiento de los logros; buena motivación de las comunidades y de los trabajadores comunitarios. |
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+ |
|
+ |
+ |
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Otras características: |
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1. Institucionalización del programa (mediante compromiso del financiamiento, o apropiación, o transferencia tecnológica exitosa). |
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+ |
+ |
+ |
+ |
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2. Vínculo exitoso de los enfoques de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. |
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+ |
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3. Enfoque fuertemente humanitario. |
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+ |
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4. Focalizado en extrema pobreza. |
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+ |
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+ |
5. Brinda oportunidades de empleo a la población local. |
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+ |
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+ |
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6. Basado en experiencias pasadas. |
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+ |
* |
Esta tabla debería ser vista como una lista mínima de fortalezas. Con la abundancia de información puesta a su disposición, los consultores fueron obligados inevitablemente a ser selectivos, introduciendo de este modo un elemento de subjetividad. |
|
|
** |
Abreviaciones de país: |
|
K=Kenya; Ma=Madagascar; Z=Zimbabwe; Ba=Bangladesh; F=Filipinas; S=Sri Lanka; Br=Brasil; H=Honduras; Me=México |
Cuadro 4: Debilidades de los nueve estudios de caso detallados (*)
Países**: |
K |
Ma |
Z |
Ba |
F |
S |
Br |
H |
Me |
Factores macrocontextuales: |
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1. Débil colaboración intersectorial y relaciones con otros programas o actividades de desarrollo. |
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+ |
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+ |
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+ |
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2. Enfoque de arriba hacia abajo. |
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+ |
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+ |
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+ |
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3. Enfoque de beneficencia más que de desarrollo. |
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+ |
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4. Débil componente de abogacía del programa. |
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+ |
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5. Dependencia excesiva de las ONG y/o del financiamiento externo. |
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+ |
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+ |
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6. Interferencia política al focalizar las actividades del programa. |
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+ |
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7. Servicios de nutrición inadecuados suministrados por el gobierno. |
+ |
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+ |
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8. Problemas operacionales y retrasos debidos a la burocracia del gobierno. |
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+ |
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Factores a nivel micro: |
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1. Participación comunitaria limitada. |
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+ |
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+*** |
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2. Pobre desarrollo de capacidad, o algunos líderes comunitarios no usados a pleno potencial. |
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+ |
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+ |
+ |
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+ |
+ |
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3. Algunas actividades comunitarias inadecuadas o inapropiadas. |
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+ |
+ |
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4. Competencia técnica local inadecuada. |
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+ |
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5. Familias más pobres no cubiertas. |
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Características de diseño del programa: |
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1. Falta de esquema conceptual, no dirigido por tanto al origen de las causas de malnutrición, acciones a corto plazo, y enfoque curativo más que preventivo. |
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+ |
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+ |
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2. Sin objetivos claros. |
+ |
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3. Sistema de seguimiento y evaluación débil. |
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+ |
+ |
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4. Personal del programa técnicamente débil; acceso inadecuado al apoyo técnico. |
+ |
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+ |
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5. Gestión pobre. |
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+ |
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* |
Esta tabla debería ser vista como una lista mínima de debilidades. Con la abundancia de información puesta a su disposición, los consultores fueron obligados inevitablemente a ser selectivos, introduciendo de este modo un elemento de subjetividad. |
** |
Abreviaciones de país: |
|
K=Kenya; Ma=Madagascar; Z=Zimbabwe; Ba=Bangladesh; F=Filipinas; S=Sri Lanka; Br=Brasil; H=Honduras; Me=México |
*** |
En algunas áreas solamente |
Cuadro 5: Oportunidades presentadas por, o disponibles en, los nueve estudios de caso detallados (*)
Países**: |
K |
Ma |
Z |
Ba |
F |
S |
Br |
H |
Me |
Factores macrocontextuales: |
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1. Mayor conciencia nacional y reconocimiento de los problemas de nutrición que conducen a más y mejores acciones de nutrición. |
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+ |
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+ |
+ |
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2. Experiencias positivas con asociaciones y colaboraciones que pueden conducir a mejores colaboraciones intersectoriales, nuevos socios con más fondos y otros recursos, e integración de algunas actividades en planes sectoriales y otros programas de desarrollo. |
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+ |
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+ |
+ |
+ |
+ |
+ |
+ |
3. Experiencia acumulada puede conducir a mejor desempeño del programa. |
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+ |
+ |
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4. Acción gubernamental planificada puede mejorar el desempeño e impacto del programa: |
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Factores a nivel micro: |
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1. Desarrollo de nuevas tecnologías puede dar respuestas a los problemas de la comunidad. |
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2. Planificado fortalecimiento de participación comunitaria y creación de capacidad puede mejorar las oportunidades de una potenciación real. |
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+ |
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3. Logros anteriores motivan a las comunidades a continuar y a hacer más. |
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4. Comunidades organizadas y entrenadas pueden llevar a cabo otras actividades de desarrollo. |
+ |
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5. Incremento planificado de expertos en nutrición a nivel local mejorará la calidad y la conveniencia de las actividades comunitarias. |
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6. Un plazo de tiempo largo del programa le permite alcanzar aún a los hogares más pobres. |
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Características de diseño del programa: |
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1. Cambio planificado del programa ofrece oportunidades para su mejoría. |
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+*** |
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2. Recomendaciones de las evaluaciones y de los consultores pueden ser usadas para mejorar el diseño del programa. |
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+ |
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* |
Esta tabla debería ser vista como una lista mínima de oportunidades. Con la abundancia de información puesta a su disposición, los consultores fueron obligados inevitablemente a ser selectivos, introduciendo de este modo un elemento de subjetividad. |
** |
Abreviaciones de país: |
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K=Kenya; Ma=Madagascar; Z=Zimbabwe; Ba=Bangladesh; F=Filipinas; S=Sri Lanka; Br=Brasil; H=Honduras; Me=México |
*** |
Un programa sucesor, el Programa Nacional de Nutrición, reemplazará en breve el programa Bangladesh BINP, expandiendo actividades a zonas no cubiertas por el BINP actualmente. |
Cuadro 6: Amenazas y limitaciones en los nueve estudios de caso detallados (*)
Países**: |
K |
Ma |
Z |
Ba |
F |
S |
Br |
H |
Me |
1. Inestabilidad política, desorden civil o cambio de orientación política (enfoque de beneficencia vs enfoque de desarrollo). |
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+ |
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+ |
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2. Declino económico. |
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3. Problemas climáticos y desastres naturales (sequía, inundaciones). |
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4. Infraestructura pobre (caminos, comunicaciones, transporte) causa problemas de movilidad y de acceso a las comunidades remotas. |
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+ |
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5. Limitaciones socioeconómicas, religiosas o culturales, tal como sesgo de género (incluye ambos, posición de las mujeres y participación limitada de los hombres), y pobreza. |
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|
6. Descentralización real, incompleta o ausente. |
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7. Cesación de fondos externos. |
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+ |
+ |
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8. Interferencia política en las operaciones del programa (focalización, selección de personal del programa) |
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9. Retrasos debidos a la burocracia e ineficiencia gubernamental, causando problemas operativos. |
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+ |
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10. Expansión del programa conduce a supervisión inadecuada y falta de control de calidad. |
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+ |
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11. Fracaso de mejoras planificadas por el gobierno: nutricionistas capacitados por distrito, esquema del trabajador de salud de aldea. |
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12. Pobreza extrema, conduce a pérdida de tiempo dedicada a actividades de desarrollo y a exclusión del sistema de crédito. |
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13. Desarrollo y potenciación de la comunidad puede conducir a demanda de servicios no satisfecha y por ende a desilusión. |
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+ |
14. Fracaso de asegurar financiamiento para las actividades de la comunidad (incluyendo creación de capacidad) conducente a desilusión. |
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15. Control excesivo del programa sobre el liderazgo comunitario puede retrasar el desarrollo y limitar la flexibilidad. |
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+ |
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* |
Esta tabla debería ser vista como una lista mínima de amenazas y limitaciones. Con la abundancia de información puesta a su disposición, los consultores fueron obligados inevitablemente a ser selectivos, introduciendo de este modo un elemento de subjetividad. |
** |
Abreviaciones de país: |
|
K=Kenya; Ma=Madagascar; Z=Zimbabwe; Ba=Bangladesh; F=Filipinas; S=Sri Lanka; Br=Brasil; H=Honduras; Me=México |
[8] Es reconocido que la
suplementación es esencial en algunas situaciones; enfrentado a un
niño que presenta signos de deficiencia de vitamina A, por ejemplo, usted
debe proveer el apropiado suplemento. [9] Las estructuras administrativas y la nomenclatura de las subdivisiones administrativas o geográficas difieren de un país a otro. Para ser simple, este informe usará los siguientes términos, aunque se reconoce que cada nivel (central, medio y local) es a menudo subdividido nuevamente: a) nivel central o nacional; b) nivel medio o provincial (incluye regiones, departamentos o municipalidades); y c) nivel local (incluye distritos, comunidades y aldeas). [10] Citado de: Integración de la Alimentación y la Nutrición en el Desarrollo: Experiencias de Tailandia y Visiones Futuras. P. Winichagoon et al. (p. 229). UNICEF, 1992. [11] Ibid. [12] En la Sección C, 1) iii) Características de diseño del programa, se discutirán los sistemas de seguimiento y evaluación. [13] Citado del informe del estudio de caso del programa LAKASS de Filipinas (ver Anexo 3). [14] Citado de: Una tipología de participación comunitaria (ver Anexo 1). [15] El estudio de Zambia señala la importancia de una fase preparatoria adecuada en la cual la caracterización de la vulnerabilidad nutricional y de la inseguridad alimentaria en el área del proyecto se lleve a cabo. Lograr una libre comprensión del comportamiento, de la dinámica y las condiciones de la comunidad, es mencionado como muy importante en el estudio de Viet Nam. Lograr tal comprensión de las condiciones locales, para un gran programa nacional es poco factible en la fase preparatoria de desarrollo del programa, dada la diversidad ecológica y cultural encontrada en la mayoría de los países. Es necesario que se incluya como parte de las actividades iniciales del programa. Este tema será discutido más adelante en la Sección D. [16] En el proyecto de América Central (Ismail, 1999), las comunidades en Nicaragua estaban más organizadas y preparadas para el enfoque comunitario, en gran parte a causa de su historia de guerra civil, la posición de las mujeres quienes se sintieron afectadas por la guerra, y el nivel de alfabetización. Los esfuerzos de desarrollo de la comunidad en Guatemala, por su parte, fueron obstaculizados por la pobreza extrema y la lucha por la supervivencia. [17] En el estudio de caso en Kenya, se informa que la cultura tribal Kamba requiere que toda mujer, de cualquier edad, religión o clase social, sea miembro de un grupo (10-15 miembros por grupo) conocido como "Mwethya". También en la misma región de Kenya, las decisiones de la comunidad son comúnmente tomadas mediante discusiones abiertas en los encuentros comunitarios llamados "Baraza". [18] El estudio de caso de Filipinas menciona el aislamiento geográfico de algunas comunidades, come una limitante a la plena participación de la comunidad en el programa. El examen teórico sobre Zambia señala las dificultades no sólo de alcanzar las familias más pobres, sino también de llegar a los individuos más vulnerables en el seno de la familia. [19] La madre de un niño desnutrido no puede esperar, ella está preocupada por la supervivencia de su hijo, no de la organización de su comunidad o de la sostenibilidad del programa. [20] Tailandia hizo buen uso de este enfoque y lo consideró esencial para un buen funcionamiento del programa. El reconocimiento social puede realizarse a través de medallas o camisetas y el reconocimiento público mediante ceremonias u oportunidades de capacitación, aún fuera de la comunidad. Se puede discutir si los fondos gastados en el reconocimiento social del programa son más efectivos que los fondos gastados en sueldos para los voluntarios. [21] La cobertura de la mayoría de los programas de seguimiento del crecimiento tienen un sesgo en la edad: la cobertura es buena en el primer año de vida cuando las madres asisten a las clínicas para la vacunación de sus hijos pero disminuye drásticamente después. [22] Victora (1992) sugiere que la emaciación está relacionada con un déficit de energía, mientras que el retraso del crecimiento se presenta cuando la diversidad es pobre, lo que indica que en la dieta faltan micronutrientes específicos. |