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8. Criterios de susceptibilidad y resistencia


Dadas las diferencias, que como hemos explicado, existen entre las pruebas “in vitro”y lo que realmente ocurre con los microbios en el organismo, los resultados deben ser cuidadosamente analizados. Sin embargo, la experiencia indica que, cuando esto último ocurre, la terapia puede instituirse con base sólida.

Es importante tener en cuenta que la concentración inhibitoria mínima (CIM) por sí misma, no aporta datos de gran valor para el clínico. Esos datos se vuelven valiosos cuando se los interpreta en función de las concentraciones que la droga puede alcanzar en el organismo. De esta manera, una CIM determinada indicará que el microorganismo que se pretende erradicar es muy susceptible, cuando las concentraciones que la droga puede alcanzar “in vivo”, están varias veces por encima de esa CIM y, esto, según de qué droga se trate se mantiene por más o menos tiempo durante el intervalo interdosis.

Con las metodologías mencionadas, se pueden fijar límites de resistencia, este límite estaría dado por aquellas CIM que no pueden ser alcanzadas con los regímenes posológicos convencionales. Hay también una zona intermedia, en que no se puede catalogar al microorganismo en susceptible o resistente. Esto, sin embargo, no es excluyente: Medicamentos con elevado índice terapéutico, pueden ser administrados en dosis más elevadas que las habituales y, de esta manera, ubicar sus concentraciones claramente por encima de la CIM del microorganismo. También puede ocurrir que, cuando la infección está localizada en determinados tejidos, órganos o sistemas, en que la droga se concentra en forma muy diferente que en plasma, no podamos extrapolar con facilidad datos de concentraciones plasmáticas e interrelacionarlos con la CIM. Considerándose las concentraciones plasmáticas como guía, la llegada de la droga puede ser subestimada, como ocurriría con los beta lactámicos en orina (estos se concentran mucho a este nivel) o sobreestimada, como ocurriría con casi cualquier antibiótico a nivel de líquido cefalorraquídeo.

En definitiva, se debe interpretar el estudio de laboratorio a la luz de las características farmacocinéticas de la droga en cuestión. Para poder hacer una correcta intepretación, se debería tener un conocimiento acabado de: la distribución poblacional de la bacteria problema (susceptibilidad de muchos aislamiento de campo), la farmacocinética del agente (no sólo la plasmática, sino la tisular) y los resultados de los estudios de eficacia. Una nueva disciplina la modelización farmacocinética-farmacodinámica puede representar la unión final entre datos que en oportunidades son presentados como fragmentarios y aportar al esclarecimiento de nuevos conceptos que hacen a planes de administración racionales y eficaces. Esto será más claramente expuesto cuando hablemos de relación farmacocinética-farmacodinámica.


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