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4. Consideraciones finales


Comparando las situaciones en 1995 y en 2003, en este último año son más los países que cuentan con reglamentos para más micotoxinas en más productos básicos y en productos en general. Esta tendencia, en realidad, se evidenció durante un periodo mucho más largo. Fue posiblemente alrededor del año 1970 que se fijó el primer valor límite para las micotoxinas y ha ido creciendo progresivamente el número de países con límites para las micotoxinas de al menos 31 en 1981, 56 en 1987, 77 en 1995 a 99 en 2003. Si se extrapola esta tendencia, aparentemente lineal, sería de esperar que unos 120 países contasen con reglamentos para las micotoxinas en el año 2010 aunque probablemente luego se nivele.

En 2003 el número de países con reglamentos específicos para las micotoxinas en los alimentos era significativamente superior al de los países que cuentan con reglamentos específicos para las raciones. Sin embargo, se espera un crecimiento significativo en los años próximos del número de países que preparan reglamentos para las micotoxinas en las raciones, además de los aplicables a las aflatoxinas. Este hecho es de esperarlo particularmente en la UE que ha adoptado importantes iniciativas con este fin.

Los reglamentos se han hecho más diversificados y detallados con nuevos requisitos relativos a los procedimientos oficiales de muestreo y a la metodología analítica, surgiendo en las discusiones el tema de las incertidumbres en las medidas. Estos desarrollos reflejan las preocupaciones generales de los gobiernos relativas a los efectos potenciales de las micotoxinas sobre la salud humana y animal. Al mismo tiempo que se están armonizando las tolerancias de los niveles en algunas zonas de libre comercio (UE, AELC, MERCOSUR, Australia/Nueva Zelandia) se trabaja con los bienes que se comercializan internacionalmente (Codex Alimentarius). La armonización es un proceso lento en razón de los puntos de vista e intereses diferentes de las partes involucradas en el proceso.

Si bien los límites armonizados serían beneficiosos desde el punto de vista comercial, puede argumentarse que no resulta así necesariamente desde la óptica de la igualdad de la protección de la salud humana de manera homogénea alrededor del mundo. Los riesgos asociados con las micotoxinas dependen tanto del peligro como de la exposición. El peligro que entrañan las micotoxinas para los seres humanos es probablemente similar en todo el mundo (aunque otros factores como la infección con el virus de la hepatitis B jueguen a veces un papel en relación con el peligro de las aflatoxinas).

La exposición no es, sin embargo, la misma en razón de diferencias en los niveles de contaminación y hábitos de dieta en diferentes partes del mundo. Shephard (2004) ejemplificó esta situación con la ayuda de algunos cálculos para las fumonisinas. JECFA estableció una máxima ingesta provisional tolerable diaria para el grupo de fumonisinas B1, B2 y B3 de 2 mg/kg peso corporal por día. Esta máxima ingesta provisional tolerable diaria es fácilmente superada por las personas con dietas a base de maíz, cuando los consumos de este cereal son del orden de 400 g/persona/día. Shephard calculó que para un nivel de contaminación de las fumonisinas en el maíz de 2000 mg/kg (un nivel dentro de los intervalos corrientes, ver la Figura 9) la exposición para un adulto de 60 kg sería de 13 mg/kg peso corporal/día o un 650 por ciento de la Máxima ingesta provisional tolerable diaria (conocida también por la sigla PMTDI). Como en el mundo desarrollado, la ingestión de maíz es inferior a los 10 g/persona/día (Shephard et al., 2002) y pueden consumirse niveles de contaminación de hasta 12000 mg/kg antes que la exposición supere la Máxima ingesta provisional tolerable diaria fijada por JECFA.

Los gobiernos nacionales o las comunidades regionales debieran fomentar y financiar actividades que contribuyan a realizar evaluaciones de la exposición confiables para las micotoxinas en sus regiones. Ejemplo son las actividades SCOOP que la UE lleva a cabo en apoyo de las evaluaciones de la inocuidad de algunas micotoxinas (ver Sección 2.2: Evaluación de la exposición). La disponibilidad de metodologías analíticas económicas, validadas y fácilmente realizables junto con el aseguramiento analítico de la calidad son ingredientes básicos para obtener datos significativos de presencia por lo que su desarrollo debe ser consecuentemente estimulado.

Los esfuerzos futuros para mejorar la evaluación de peligros debieran ser de preferencia coordinados y financiados internacionalmente. Los estudios de toxicidad crónica realizados en laboratorios con condiciones de buenas prácticas llevan tiempo, son muy costosos y no resultan necesariamente adecuados para algunas regiones. Estos estudios debieran realizarse en centros de excelencia internacionales y reconocidos y sus resultados evaluados por grupos de especialistas internacionales como los de JECFA. Ejemplo de un esfuerzo concertado internacionalmente es el proyecto en curso sobre “Mecanismos de carcinogenicidad inducida por la ocratoxina A como base para una evaluación de riesgos mejorada” del programa de la Comisión Europea para la Calidad de la Vida y la Gestión de los Recursos Vivientes[5].

Los reglamentos vigentes para las micotoxinas en los alimentos y las raciones, así como otros en desarrollo, debieran resultar de una intensa cooperación entre las partes interesadas basada en la ciencia, que congregue a los consumidores, a la industria y a los responsables de las políticas. Sólo de esta forma puede alcanzarse una protección realista.


[5] See http://www.uni-wuerzburg.de/toxikologie/EU-OTA/OchratoxinA.html

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