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7.1 El papel de la financiación del desarrollo agrícola


7.1.1 Naturaleza del problema

No existen dudas sobre la antigüedad de los préstamos. Ya el segundo libro de la Biblia establecía normas respecto a los préstamos en especie: "Cuando un hombre toma en préstamo una bestia de su vecino y esta se lesiona o muere no estando en poder de su propietario, el prestatario debe restituirla plenamente" (Éxodo 22:14). Los textos cuneiformes de los antiguos sumerios describían las penas asociadas al incumplimiento del pago de los préstamos: "Los campesinos sin tierras ... a veces se venden a sí mismos, como esclavos, simplemente a cambio de alimentos y de un lugar para dormir... Un hombre en situación financiera desesperada puede entregar su familia, incluido él mismo, a un prestamista por el tiempo pactado para satisfacer sus deudas"[663].

Mientras las antiguas normas se referían a transacciones financieras entre individuos, con el tiempo los gobiernos comenzaron a ocuparse del crédito agrícola como un asunto de política. Que los agricultores reciban suficiente crédito es un serio desafío para virtualmente todos los gobiernos de nuestra época. La influencia política sobre el crédito difiere según los países, pero todos los gobiernos del mundo han intervenido en la financiación rural[664]. En los países en desarrollo esas medidas se han justificado por los insuficientes volúmenes de préstamos bancarios a la agricultura, lo mismo que por tasas de interés excesivas y fondos limitados en los mercados crediticios informales.

Desde hace varias décadas, la intervención en los mercados del crédito ha tendido a ser directa, frecuentemente bajo la forma de distribución dirigida de los préstamos, tasas de interés subsidiadas y propiedad estatal de los bancos. "A fines de los años setenta, por ejemplo, el Banco Central de Indonesia administraba cerca de 200 líneas de crédito dirigido, muchas destinadas a actividades agrícolas y la mayoría subsidiadas... En Tailandia ... durante los años setenta y ochenta el gobierno requería que todos los bancos destinasen una proporción creciente de su portafolio total de préstamos a los agricultores". Y "en las Filipinas y otros países, segmentos importantes del sistema financiero rural estaban vinculados a programas de producción de cultivos. En otros países, como Egipto y Brasil, los elevados subsidios al crédito se justificaban como compensación a los agricultores por los efectos de otras distorsiones económicas, por ejemplo, los controles de precios de los alimentos o la sobrevaloración de la tasa de cambio"[665].

La experiencia muestra que dichas intervenciones no lograron sus objetivos y se convirtieron en cargas fiscales insostenibles. Como resultado, el monto real del crédito formal disponible para el sector ha disminuido en las últimas dos décadas en la mayoría de las regiones en desarrollo. La satisfacción de las necesidades financieras de las agriculturas en crecimiento, en formas viables, se ha convertido en tema central de la política de desarrollo agrícola. La crisis del enfoque tradicional ha sido bien presentado por Jacob Yaron:

Por lo general, el desempeño de los servicios financieros rurales auspiciados por el estado o por donantes ha sido muy inferior a las expectativas. Muchos organismos creados o apoyados para administrar programas de crédito no han podido convertirse en instituciones financieras rurales autosostenibles. Los programas han alcanzado sólo a una minoría de la población rural, frecuentemente en forma de préstamos con tasas de interés negativas (en términos reales) que se han convertido en un subsidio no intencional captado por los agricultores más ricos e influyentes. Muchos de estos programas de crédito han terminado constituyendo un costoso drenaje de recursos públicos... Las intervenciones administrativas han retardado la creación de mercados financieros eficientes y han tenido efectos adversos sobre otros sectores de la economía, principalmente privándoles de fondos prestables y encareciendo el costo de sus créditos. Muchas de las grandes instituciones financieras rurales han sufrido fuertes pérdidas, generadas sea por una inadecuada indexación frente a la inflación (Brasil y México) o por una pésima recuperación de préstamos en economías estables (India y Bangladesh)[666].

Los bancos agrícolas estatales, que cubrían sus deficiencias administrativas con repetidas inyecciones de capital provenientes del presupuesto público, no han podido continuar contando con estos fondos. Muchos de ellos han tenido que cerrar o reducir sus operaciones drásticamente. La desaparición de estos bancos ha dejado a gran número de pequeños y medianos productores sin acceso al crédito institucional, a pesar de que muchos de ellos tenían sólidos antecedentes crediticios. La pérdida de estas relaciones financieras y de la información asociada, acumulada en el tiempo, representa una pérdida para la economía[667].

Del otro lado del espectro, muchas pequeñas instituciones de crédito rural que dependían de fondos de donantes han quebrado cuando los programas que los sostenían llegaron a su fin. Las dificultades experimentadas por dichas instituciones han generado la necesidad de buscar enfoques que sean sostenibles y que al mismo tiempo aseguren volúmenes suficientes de crédito: las reformas de mercado y las privatizaciones en curso no han producido todavía apreciables mejoras en la provisión de servicios de apoyo a la agricultura. Tampoco han aumentado la rentabilidad agrícola. Más bien, con frecuencia, los pequeños agricultores tienen menos acceso que antes a los servicios bancarios rurales y a los préstamos agrícolas institucionales. Una razón importante es la ausencia de un adecuado marco de políticas de financiación agrícola y rural[668].

En años recientes se ha aprendido mucho sobre la sostenibilidad de las instituciones financieras de pequeña escala y ha crecido rápidamente el número de organismos de microfinanciación que trabajan con éxito. Estas instituciones están proporcionando una parte de las necesidades crediticias de la producción agrícola, pero su contribución todavía es pequeña en relación a las necesidades. El siguiente es uno de los numerosos comentarios en este sentido:

En vista de la difícil experiencia del crédito agrícola, la ayuda al desarrollo se ha reorientado hacia el apoyo a las instituciones microfinancieras (IMF). Estas instituciones conceden predominantemente préstamos pequeños y a corto plazo a clientes marginales... Sin embargo, las instituciones de microfinanzas concentran su atención mayormente a las zonas urbanas y periurbanas. Además, otorgan préstamos principalmente para propósitos no agrícolas tales como las actividades comerciales. Así, los requisitos financieros de la producción de los pequeños agricultores siguen estando en gran parte insatisfechos[669].

7.1.2 Crédito agrícola y ahorros rurales

En los países en desarrollo, la agricultura es al mismo tiempo más intensiva en capital y en trabajo que el sector manufacturero. El capital por unidad de producto es, en promedio, el doble o más que el requerido por la industria, tal como lo prueban las informaciones sobre las matrices de capital de las tablas de insumo-producto. La utilización más intensa de trabajo por unidad de producto se confirma por la elevada proporción de la población activa que depende de la agricultura, en relación a su contribución al producto nacional.

De esta circunstancia se desprende que ya sea el capital o el trabajo, o ambos a la vez, tienen rendimientos más bajos en la agricultura que en la industria. En la práctica esto significa que tanto los salarios como el rendimiento medio de las inversiones tienden a ser más bajos en la agricultura que en otros sectores. Los salarios más bajos se explican en la mayoría de los casos por la abundancia relativa de mano de obra y su escasa movilidad a corto plazo hacia ocupaciones no agrícolas, mejor remuneradas pero más exigentes en capacitación. Los bajos rendimientos del capital no pueden ser explicados por su abundancia: el capital para inversión es escaso en la agricultura.

Según el pensamiento tradicional de que la industrialización es la base del crecimiento económico (Capítulo 1), la agricultura sencillamente carece de oportunidades rentables de inversión. La evidencia empírica, sin embargo, sugiere claramente que esta no es una explicación suficiente. Muchos agricultores obtienen recursos en los mercados financieros informales, en los cuales pagan altas tasas de interés. Si la productividad del capital fuese baja en todo el sector, los que piden préstamos entrarían en mora y los prestamistas informales desaparecerían de la agricultura. De hecho, en todos los países existen numerosos ejemplos de empresarios que han expandido con éxito la producción agrícola mediante inversiones financiadas con préstamos. El bajo rendimiento del capital parece caracterizar principalmente a los préstamos de las instituciones financieras formales.

Una explicación plausible del aparentemente bajo rendimiento medio del capital en el sector es que los fondos no fluyen con presteza hacia los usos más productivos, en razón tanto de la manera en que se administran las instituciones de crédito como de la estructura de los mercados. Los fondos proporcionados por las instituciones públicas no necesariamente han ido a los usos con rendimientos más elevados. En el medio rural, los mercados de capitales privados están segmentados y sufren otros tipos de imperfecciones. Un estudio econométrico del crédito agrícola en Filipinas detectó fuertes evidencias de segmentación del mercado; esto facilita la selección de los prestatarios y el cumplimiento de los contratos ya que, por ejemplo, muchos comerciantes están vinculados a los grandes productores de arroz[670]. Esta clase de acuerdos puede ser eficiente para ciertos prestamistas y prestatarios, pero crea problemas al desarrollo del sector:

Debido a su especialización, los comerciantes en arroz están en mejores condiciones (y con menores gastos) para evaluar la capacidad de endeudamiento de los arroceros que de la de los productores de maíz. Si bien existe una creciente necesidad de diversificar los cultivos, debido a razones ambientales y de riesgo, dichos prestamistas informales especializados tienen dificultades para servir adecuadamente a fincas diversificadas... Puede ser también difícil crear instituciones crediticias formales en este tipo de mercados segmentados ... Las instituciones formales tendrían que resolver esos problemas de selección de los prestatarios y de cumplimiento de los préstamos para poder competir eficazmente con los prestamistas especializados ... El bien documentado fracaso del sistema bancario rural de las Filipinas a principios de los años ochenta se debió en parte a su incapacidad de desarrollar técnicas financieras capaces de enfrentar ese desafío[671].

Muchas de las razones del limitado progreso de la intermediación financiera privada en el sector son bien conocidas: información imperfecta acerca de los solicitantes de préstamos y de los proyectos, como se ilustró con el ejemplo de Filipinas; carencia de garantías suficientes (tenencia de la tierra sin título pleno, por ejemplo); información asimétrica entre los prestamistas y los que solicitan préstamos acerca de las expectativas y la variabilidad de los rendimiento de los cultivos; covarianza entre el riesgo de los rendimientos[672] y el de los precios, y así sucesivamente. Aumenta también el consenso acerca de que las inadecuadas políticas para los servicios financieros rurales son otra de las razones de su bajo desarrollo. El análisis de este problema y de las formas de mejorar esas políticas es uno de los principales temas de este capítulo.

La baja formación general del capital humano en el sector rural es también una explicación de los bajos rendimientos de las inversiones de capital: las dos formas de capital son complementarias. Sin embargo, en años recientes y en todas las regiones del mundo, muchas reformas financieras rurales han enfrentado con éxito las debilidades de los sistemas formales de intermediación. Estas experiencias sugieren que es posible, a través de políticas y programas adecuados, mejorar las inversiones de capital en el medio rural, elevando a la vez los rendimientos del recurso y los ingresos de sus usuarios.

Las inversiones de capital toman la forma de patrimonio y de deudas. En las fincas agrícolas el capital humano también puede ser convertido en capital físico, por ejemplo mediante la construcción manual de canales de riego y de cercas. Sin embargo, pocas formas de capital productivo pueden ser creadas artesanalmente y, aunque tengan capacidad de ahorro, normalmente las familias rurales no disponen de activos financieros suficientes para hacer frente a inversiones importantes. De igual modo, las sociedades de capital accionario son poco comunes en las agriculturas en desarrollo. De hecho, en todos los sectores y en casi todos los países, incluso en los más avanzados, el patrimonio propio juega un papel mucho menos importante que los préstamos en la financiación de las inversiones. Como destaca Joseph Stiglitz, "en la mayoría de los países el patrimonio es un fuente secundaria de nueva financiación"[673]. Por lo tanto, mecanismos de préstamos más eficientes y duraderos pueden contribuir considerablemente al desarrollo agrícola.

Las instituciones y los mecanismos para movilizar ahorros líquidos son también esenciales para financiar el desarrollo agrícola y rural: contribuyen a la sostenibilidad de la intermediación financiera y proporcionan los servicios financieros requeridos por la población rural. La capacidad de ahorro de las familias rurales de bajos ingresos ha sido frecuentemente subestimada y usada como justificación para dirigir crédito hacia los agricultores, en lugar de crear instituciones financieras rurales viables. Como subraya Robert Vogel, ya en 1979-1981 un proyecto apoyado por AID en Perú demostró el potencial del ahorro rural:

Este proyecto [BANCOOP] muestra que, en zonas rurales de países de bajos ingresos, los ahorros pueden ser movilizados cuando existen los incentivos adecuados.... Existe un mito... que la mayoría de la población rural no tiene ahorros. Si fuera verdad, los pobres rurales se habrían extinguido hace mucho tiempo con la aparición de las primeras emergencias, y los pequeños agricultores habrían pasado hambre mientras esperaban la próxima cosecha.... Los pobres rurales, más que cualquiera, deben tener reservas líquidas para enfrentar las emergencias. El crédito, usualmente de fuentes informales, puede a veces complementar estas reservas líquidas, pero el crédito está disponible sólo para los que tienen ahorros reales o potenciales. Los prestamistas no prestan a alguien que no tenga un excedente acumulado o potencial, y los amigos y parientes, así como las asociaciones de ahorro y crédito, normalmente requieren la capacidad para corresponder[674].

Marguerite Robinson ha observado que la masiva movilización de ahorros por parte de los bancos de Indonesia a partir de 1986 ha destruido el mito según el cual resulta difícil movilizar ahorros rurales en los países en desarrollo[675]. Ella señala que los ahorros institucionales proveen numerosos beneficios a las familias, incluyendo los siguientes:

Además de aumentar el fondo de recursos prestables y beneficiar directamente a las familias rurales, la movilización de ahorros por parte de instituciones financieras rurales genera otros beneficios. Vogel resume algunos de ellos en la siguiente forma:

Redistribución de ingresos

Las políticas que mejoran las posibilidades de ahorrar pueden hacer bastante más para redistribuir los ingresos hacia los pobres rurales que los proyectos basados en préstamos a bajas tasas de interés. Las bajas tasas de interés crean exceso de demanda por crédito y, por lo tanto, fuerzan a las instituciones financieras a racionarlo en detrimento de los pequeños prestatarios sin garantías tradicionales, considerados riesgosos y costosos de atender ... El racionamiento consiste no sólo en rechazo de solicitudes de préstamos sino también en costos de transacción que pueden fácilmente exceder a los costos por intereses que pagan los pequeños prestatarios ...

Otra experiencia que revela el potencial latente para movilizar ahorros en zonas rurales es la de la República Dominicana:

En 1984 el Banco Agrícola de la República Dominicana empezó a ofrecer servicios de libretas de ahorros, debido a que se encontraba en serias dificultades financieras y necesitaba fondos urgentemente. En 1987 los depósitos habían crecido más de veinte veces. El 60 por ciento de los depositantes eran anteriores prestatarios de la institución, pero el resto era nueva clientela que demandaba únicamente un lugar seguro y conveniente para mantener su liquidez (Banco Mundial, World Development Report 1989, Washington, D.C., 1989, pág. 119).

Asignación de recursos

La eficiente movilización de ahorros por parte de los intermediarios financieros disminuye las inversiones improductivas, especialmente las realizadas para protegerse de la inflación, pues ofrece la posibilidad de efectuar depósitos con tasas reales de interés positivas.... Estos recursos pueden ser prestados por los intermediarios financieros a las actividades que prometen los rendimientos más elevados.

Instituciones financieras

El tercer argumento en favor de la movilización de los ahorros son sus efectos positivos sobre las propias instituciones financieras. Las entidades financieras que descuidan la movilización de ahorros son instituciones incompletas. No solamente dejan de proveer un servicio a los ahorristas rurales, sino que también se hacen ellas mismas menos viables, como resulta claramente de las altas tasas de morosidad e incumplimiento de pagos que afectan a la mayoría de los bancos de desarrollo agrícola.... Cuando las instituciones financieras tratan con sus clientes sólo como prestatarios, pierden valiosas informaciones acerca de sus hábitos de ahorro, las cuales pueden ayudar a refinar las apreciaciones sobre su solvencia. Mas aún, [en el caso de instituciones financieras locales] los prestatarios tienden a pagar más pronto y los prestamistas a asumir la responsabilidad de recuperar los préstamos cuando saben que los recursos les llegan de los vecinos más bien que de algún lejano organismo público o donante internacional.

Incentivos

La movilización de los ahorros disciplina e incentiva no sólo los mercados y las instituciones financieras rurales sino también los gobiernos y donantes internacionales.... las instituciones financieras tienden a perder interés en la movilización del ahorro o en la recuperación de préstamos cuando disponen de fondos baratos provenientes de préstamos gubernamentales, líneas de redescuento del banco central o fondos de donantes externos. Se ignora a menudo que los recursos obtenibles mediante programas de movilización de recursos y recuperación de préstamos son potencialmente mayores que la estimación más optimista del monto de préstamos subsidiados y donaciones disponibles de gobiernos y donantes internacionales.... El acento en la movilización de recursos es también incompatible con los préstamos a bajas tasas de interés, pues no cabe esperar que las instituciones financieras movilicen ahorros y los presten a tasas que no cubran los intereses pagados a los depositantes y los costos administrativos. Algunas veces se argumenta que los funcionarios públicos utilizan los préstamos subsidiados como una forma de distribuir prebendas... Si esto es cierto, constituye una razón adicional para imponer una seria movilización de los ahorros[678].

La financiación rural se traslapa con el campo de las microfinanzas, y mucho del fermento y evolución creativa de los sistemas financieros en los últimos años se ha realizado en el contexto de las instituciones microfinancieras (IMF). Por lo general los prestatarios son más urbanos que rurales (BancoSol en Bolivia) y, en las zonas rurales, están constituidos más por tenderos y comerciantes que por agricultores (Banco Grameen en Bangladesh). Sin embargo, las IMF pueden contribuir mucho al desarrollo agrícola[679]: directamente, mediante préstamos a la producción e indirectamente, mediante el apoyo a la comercialización rural. Este capítulo se concentra en temas relacionados estrictamente con la financiación agrícola, pero los debates acerca de los sistemas financieros rurales también recogen la experiencia de las IMF.

Respecto a la microfinanciación en general, Otero y Rhyne han escrito:

La movilización de los ahorros es un ingrediente indispensable... tan importante como el crédito.... Cuando no existen instituciones, la gente pobre tiende a ahorrar en formas no financieras, como el ganado o las joyas pequeñas.... El crecimiento de las instituciones financieras especializadas en atender a los pobres abre la posibilidad de considerar a las IMF como parte del más amplio sistema financiero. Esto también fuerza el cambio del enfoque, desde la generación de buenos proyectos a la creación de instituciones financieras sanas para los pobres[680].

Estas consideraciones subrayan la importancia de aumentar las posibilidades de ahorrar en formas financieras y de mejorar las técnicas de gestión del crédito, de manera que el sector y la economía rural en general lleven a cabo todo su potencial de inversiones productivas.

7.1.3 Servicios financieros rurales

Según la concepción tradicional de la política, el único papel del crédito agrícola era el de aumentar la producción. Se le consideraba como un insumo productivo, necesario para la adquisición de otros insumos, y se pensaba que debía proceder principalmente de fuera del sector. A la luz del generalizado fracaso de los programas de crédito agrícola dirigido, dicho enfoque está siendo abandonado en favor de otro que otorga un papel más amplio a los servicios financieros rurales. La necesidad de ofrecer servicios financieros a las familias rurales pobres había sido ignorada[681].

Las reformas financieras rurales reemplazan el acento exclusivo en el crédito a la producción agrícola por el fortalecimiento de la intermediación financiera rural en general. Además de los servicios arriba mencionados, Dale Adams ha subrayado la necesidad de facilitar las transferencias financieras (por ejemplo, para enviar pagos a hijos que estudian en la ciudad y para recibir remesas) y la financiación a largo plazo para inversiones fijas, así como de introducir mecanismos para asignar más eficientemente los fondos de inversión entre alternativas que compiten por dichos fondos. En el medio rural existen posibilidades de canalizar fondos desde las familias que ahorran hacia aquellas que invierten.

Stuart Rutherford ha observado recientemente que:

Los servicios financieros permiten a las personas redistribuir sus gastos a través del tiempo. Esto significa simplemente que si una persona no tiene la capacidad para comprar un bien ahora con sus actuales ingresos, lo puede pagar con ingresos pasados o futuros, o con alguna combinación de ambos ... Los pobres necesitan [este servicio] no menos que otros grupos de personas. De hecho, pueden necesitarlo más. Esto no se debe sólo a que sus ingresos son inciertos e irregulares (lo que con frecuencia es verdad), sino más bien a que las cantidades absolutas de efectivo que ellos manejan son muy pequeñas. Como resultado, todo lo que supere gastos muy pequeños requiere sumas de dinero mayores a las que disponen en ese momento[682].

Desde el punto de vista de los intermediarios financieros rurales, las instituciones que proporcionan una variedad de servicios tienen fuentes adicionales de ingresos por comisiones y obtienen mayor lealtad por parte de sus clientes, aumentando de esta manera la posibilidad de elevar las tasas de recuperación de sus préstamos.

La gama de instituciones que proporcionan préstamos y algunos de esos otros servicios financieros es amplia, entre otros, bancos comerciales, bancos de inversión, cooperativas y asociaciones de crédito, pequeñas asociaciones rotatorias de ahorro y crédito (ROSCA), ONG, proveedores de insumos, agroindustrias, comerciantes y negocios minoristas, amigos y vecinos, y prestamistas[683]. Sobre la base de estudios en cinco países asiáticos, el Banco Mundial ha subrayado la diversidad del sector financiero informal, lo mismo que su importancia y ventajas operativas, señalando también que los prestamistas profesionales representan sólo una pequeña proporción del crédito informal total[684].

El fundamental estudio de Fry sobre las políticas monetarias de países en desarrollo ofrece testimonios adicionales acerca de la eficacia y la sostenibilidad de las instituciones financieras informales:

Cuatro características explican porqué los bancos locales tienen menores costos de transacción que los bancos modernos. Primero, los banqueros del lugar conocen sus clientes mejor que los bancos comerciales. Esto reduce los costos de información. Segundo, los costos administrativos de los bancos locales son menores que los de los bancos modernos porque pagan menos a sus empleados (cuya educación es menor), su estructura es menos compleja y la documentación es más simple.... Tercero, las tasas de interés de los bancos locales no son reguladas y pueden por lo tanto ajustarse plenamente a las fuerzas del mercado. La competencia [por los préstamos] debida a factores distintos a los precios se reduce de este modo al nivel óptimo. Cuarto, los bancos locales no están sujetos a los requisitos de reservas que deben cumplir los bancos modernos[685].

El crédito informal puede ser igualmente productivo:

En la más amplia, aunque necesariamente incompleta, encuesta sobre instituciones financieras nativas de países en desarrollo, Wai (1977, pág. 301)[686] informa que 55-60 por ciento de la demanda de crédito no institucional es para propósitos puramente productivos, resultado que difiere de la creencia común de que los préstamos informales con altos intereses se usan invariablemente para financiar gastos de consumo[687].

Algunas instituciones financieras informales no son capaces de recibir depósitos o de ofrecer servicios de transferencias a largas distancias. Además, sus métodos de préstamo se basan más en el conocimiento de los prestatarios que en las garantías, característica que restringe su ámbito de expansión pero que mejora su eficacia para manejar los riesgos.

Sin embargo, estas instituciones son esenciales para el sector agrícola y las microempresas en general. Los marcos de políticas para los servicios financieros rurales deben ir más allá de las instituciones financieras per se y facilitar la participación de otros tipos de agentes.

A veces los marcos reguladores inhiben la posibilidad de que las instituciones no financieras presten a los agricultores:

... los comerciantes de alimentos, fertilizantes, insecticidas y maquinarias... con frecuencia... están dispuestos a conceder crédito sin garantías. Sin embargo, como carecen de la base de depósitos de los bancos, deben obtener préstamos para poder ofrecer esos créditos. En un buen sistema de transacciones con garantías, dichos oferentes de crédito podrían usar sus inventarios y cuentas por cobrar para obtener préstamos del sector formal y poder así ampliar sus créditos. Sin embargo, comerciantes de herbicidas en Bulgaria, de equipos en Uruguay y Argentina, y de insecticidas y fertilizantes en Bangladesh han informado que no han podido hacerlo. La ausencia de un buen marco para transacciones garantizadas puede hacer inviables las vinculaciones entre los créditos de los abastecedores rurales y los préstamos del sector formal urbano.

Así, los defectos del sistema de transacciones reducen la disponibilidad de fondos para los que toman prestado pequeñas cantidades o no pueden ofrecer la tierra en garantía (J. Yaron, M. P. Benjamin y G. L. Piprek, 1997, pág. 57).

7.1.4 Características de los mercados financieros rurales

Es más difícil proporcionar servicios financieros a la población rural de los países emergentes que ofrecerlos a los habitantes urbanos. Aquella está espacialmente dispersa y los costos de transporte son altos en relación con los ingresos, lo que origina problemas de acceso. El tamaño de los préstamos tiende a ser pequeño en promedio, lo que ocasiona mayores costos unitarios para su procesamiento. Las tasas de alfabetización son más bajas que las urbanas, generando a veces dudas sobre la documentación y creando problemas de elegibilidad para la firma de los contratos. Por lo general no existen antecedentes crediticios bien documentados.

Las actividades agrícolas están sujetas a riesgos climáticos y de precios mucho mayores que las urbanas. Por consiguiente, además de ser menores a los urbanos, los ingresos son más susceptibles a las fluctuaciones. Es también menos probable que los prestatarios rurales tengan garantías tangibles y documentadas. Hoff y Stiglitz han resumido algunas características de los mercados financieros rurales de la siguiente manera:

Los mercados del crédito rural no parecen trabajar como se supone deben hacerlo los clásicos mercados competitivos. Las tasas de interés pagadas pueden exceder el 75 por ciento anual y, en ciertos períodos, no existe disponibilidad de crédito a ningún precio.... ni el monopolio tradicional [de los prestamistas] ni los mercados perfectos pueden explicar las siguientes características del crédito rural, que son, por lo menos, tan importantes e igualmente desconcertantes que las altas tasas de interés:

Los nuevos enfoques sobre los mercados del crédito rural se basan en las siguientes observaciones:

El nuevo enfoque sostiene que las respuestas de los mercados a estos tres problemas, ya sea separada o conjuntamente, son las que explican muchas de las características observadas en los mercados del crédito rural. Por lo tanto, esas respuestas deben ser debidamente consideradas cuando se diseñan intervenciones específicas de política[688].

Todos estos factores explican porqué muchos bancos comerciales prefieren la menos problemática tarea de prestar a la industria, a los servicios y a los consumidores urbanos, en vez de enfrentar las dificultades e incertidumbre de prestar a la agricultura. También explican las tendencias a la segmentación de los mercados financieros rurales, antes mencionada. Finalmente, la presencia de esos factores constituye una clara señal de que los diseños institucionales y los procedimientos administrativos deben ser diferentes para la intermediación financiera rural, tal como sugieren Hoff y Stiglitz. Pero el medio rural también ofrece ventajas que facilitan el trabajo de los intermediarios financieros. Posiblemente la principal ventaja es la estabilidad y solidez de las relaciones sociales en el ámbito de las comunidades. Muchos intermediarios financieros innovadores utilizan esta ventaja para alcanzar y mantener altas tasas de recuperación de los préstamos. Otra ventaja es la gran multiplicidad de los productores, los cuales verdaderamente forman una amplia muestra que permite estimar adecuadamente los costos de producción y sus posibles bandas de variación, al menos para los principales cultivos y productos ganaderos. En sectores industriales con una o dos firmas, calcular los costos de producción esperados por una nueva empresa que incorpora tecnologías renovadas puede resultar un ejercicio bastante especulativo, dada la falta de experiencia al respecto.

Se han dado ya grandes pasos para adaptar las instituciones financieras a los retos del medio ambiente rural. Sin embargo, la proporción del crédito rural suministrado por instituciones formales es aún muy pequeña y el camino por recorrer es todavía largo. "No existe una única fórmula para el éxito de las instituciones financieras rurales. Las formas más apropiadas de operación están determinadas por las necesidades y características socioeconómicas de la clientela potencial, así como por el contexto físico, económico y de la regulación"[689].

Otra nota de cautela es que, hasta el momento, la mayoría de las innovaciones en materias institucionales y técnicas de los préstamos se ha ocupado de clientes de bajos ingresos en zonas rurales, a través del ya mencionado esquema de microfinanzas. Aunque esto es importante, menor atención se ha prestado a los agricultores de mediana escala cuyas fuentes tradicionales de crédito se han agotado con el estrechamiento o desaparición de las carteras de los bancos agrícolas estatales. A los efectos de llegar a todas las categorías de prestatarios y ahorristas se necesita continuar innovando y adaptando otras experiencias de servicios financieros rurales.


[663] The Age of God-Kings, Time-Life Books, Alexandria, Virginia, 1987, pág. 27.
[664] J. Yaron, M. P. Benjamin, Jr., y G. L. Piprek, Rural Finance: Issues, Design and Best Practices, Environmentally and Socially Sustainable Development Studies and Monographs Series, No. 14, Banco Mundial, Washington, D.C., 1997, pág. 20.
[665] Elizabeth Coffey, Agricultural Finance: Getting the Policies Right, Agricultural Finance Revisited No. 2, FAO y GTZ, Roma, junio de 1998, págs 2-4.
[666] J. Yaron, Successful Rural Finance Institutions, World Bank Discussion Paper No. 150, Banco Mundial, Washington, D.C., 1992, pág. 3.
[667] Ver las evidencias sobre este punto citado en Claudio Gonzalez-Vega, “Servicios Financieros Rurales: Experiencias del Pasado, Enfoques del Presente”, presentado en el seminario internacional El Reto de América Latina para el Siglo XXI: Servicios Financieros en el Área Rural, La Paz, Bolivia, Noviembre de 1998.
[668] Brigitte Klein, Richard Meyer, Alfred Hannig, Jill Burnett, y Michael Fiebig, Better Practices in Agricultural Lending, Agricultural Finance Revisited No. 3, FAO y GTZ, Roma, diciembre de 1999, pág. 68.
[669] Scheme for Agricultural Credit Development, Report of the Eighth Technical Consultation, FAO, the African Rural and Agricultural Credit Association, and the Central Bank of Nigeria, Abuja, Nigeria, marzo de 1999, pág. 17.
[670] Geetha Nagarajan, Richard L. Meyer y Leroy J. Hushak, “Segmentation in Informal Credit Markets: The Case of the Philippines”, Agricultural Economics, vol. 12, No. 2, agosto de 1995, pág. 180.
[671] Ibid. Otros estudios han documentado la segmentación de los mercados financieros rurales. Para casos en África ver “Informal Financial Markets and Financial Intermediation in Four African Countries”, Findings: Africa Region, No. 79, Banco Mundial, Washington, D.C., enero de 1997. Esta última referencia resume los trabajos de Ernest Aryeetey, Hemamala Hettige, Machiko Nissanke y William Steel en Financial Market Fragmentation and Reforms in Sub-Saharan Africa, Discussion Paper No. 356, Banco Mundial, Washington, D.C., 1996.
[672] La gran variabilidad de los rendimientos agrícolas aumenta la probabilidad de que prestatarios individuales puedan entrar en mora o solicitar la renegociación de los préstamos; pero para los bancos una mayor preocupación es que los rendimientos de todas las cosechas y todas las fincas de una determinada zona tiendan a fluctuar juntas en razón de las variaciones del clima. Este es el comportamiento covariante de los rendimientos.
[673] Joseph Stiglitz, “The Role of the Financial System in Development”, paper presented to the Fourth Annual World Bank Conference on Development in Latin America and the Caribbean, titled Banks and Capital Markets: Sound Financial Systems for the 21st Century, San Salvador, El Salvador, junio de 1998, pág. 3.
[674] Robert C. Vogel, “Savings Mobilization: The Forgotten Half of Rural Finance”, en: D. W. Adams, D. H. Graham y J. D. Von Pischke, Undermining Rural Development with Cheap Credit, Westview Press, Boulder, 1984, págs 249-250.
[675] Marguerite S. Robinson, “Saving Mobilization and Microenterprise Finance: The Indonesian Experience”, en Maria Otero y Elisabeth Rhyne (eds.), The New World of Microenterprise Finance: Building Healthy Financial Institutions for the Poor, Kumarian Press, West Hasrtford, CT, EE.UU., 1994 pág. 30.
[676] Banco Rakyat de Indonesia. Los principales clientes del exitoso programa KUPEDES son ahorristas y prestatarios de pequeña y mediana escala.
[677] M. S. Robinson, 1994, págs 35-38.
[678] Robert C. Vogel, 1984, págs 249-252.
[679] La microfinanza ha prestado montos significativos a los agricultores en Indonesia, Camboya, Tailandia, Albania y Malí, entre otros países.
[680] María Otero y Elisabeth Rhyne, "Introduction", en M. Otero y E. Rhyne, eds., The New World of Microenterprise Finance: Building Healthy Financial Institutions for the Poor, Kumarian Press, West Hartford, Connecticut, 1994, págs 4-5.
[681] Manfred Zeller, Gertrud Schreider, Joachim von Braun y Franz Heidhues, Rural Finance for Food Security for the Poor, Food Policy Review 4, International Food Policy Research Institute, Washington, D.C., 1997, pág. 1.
[682] S. Rutherford, “Raising the Curtain on the “Microfinancial Services Era”, Focus, Note No. 15, Consultative Group to Assist the Poorest (CGAP), Washington, D.C., mayo de 2000, págs 3-4.
[683] Una lista más extensa de instituciones financieras formales e informales se encuentra en Richard L. Meyer y Geetha Nagarajan, “An Assessment of the Role of Informal Finance in the Development Process”, en: G. H. Peters y B. F. Stanton, eds., Sustainable Agricultural Development: The Role of International Cooperation, Proceedings of the 21st International Conference of Agricultural Economists, Tokyo, 1991, Dartmouth Publishing Company, 1992, pág. 646. Ver también un análisis detallado en Joanna Ledgerwood, Microfinance Handbook: An Institutional and Financial Perspective, Banco Mundial, Washington, D.C., 1999.
[684] Banco Mundial, 1989, págs 112-113.
[685] Maxwell J. Fry, Money, Interest and Banking in Economic Development, The Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1995, pág. 346. En este caso, Fry cita el trabajo de T. A. Timberg y C. V. Aiyar, “Informal Credit Markets in India”, Economic Development and Cultural Change, vol. 33, No. 1, octubre 1984, págs 43-59. © 1994, reimpreso con permiso de “The Johns Hoplins University Press”.
[686] U. Tun Wai, “A Revisit to Interest Rates Outside the Organized Money Markets of Underdeveloped Countries”, Banca Nazionale del Lavoro Quarterly Review, No. 122, septiembre de 1977, págs 291-312.
[687] M. J. Fry, 1995, pág. 345.
[688] K. Hoff y J. E. Stiglitz, “Introduction: Imperfect Information and Rural Credit Markets – Puzzles and Policy Perspectives”, The World Bank Economic Review, vol. 4, No. 3, 1990; reprinted in From the World Bank Journals, Selected Readings, Banco Mundial, Washington, D.C., 1995, págs 269-272.
[689] J. Yaron, M. P. Benjamin y G. L. Piprek, 1997, pág. 7.

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