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Llamamiento a favor de los bosques del áfrica central

W. Maathai

Wangari Maathai, Premio Nóbel de la Paz en 2004, es Viceministra de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Kenya, y Embajadora de Buena Voluntad para los ecosistemas forestales de la cuenca del Congo.

Wangari Maathai toma la palabra en la sesión de apertura del COFO 2005
FAO/I. BALDERI

Las inversiones para la protección y la conservación del medio ambiente son inversiones para la paz.

Ante todo, permítanme felicitar calurosamente al Director General de la FAO y a su personal por organizar las reuniones a las que aquí hemos asistido sobre cooperación internacional en ordenación forestal sostenible. Deseo también agradecer la hospitalidad del Gobierno de la República de Italia, que presta un continuo apoyo a la FAO y a sus dirigentes.

A principios de febrero, el Presidente de la República del Congo, Excmo. Sr. Denis Sassou Nguesso, me invitó a tomar la palabra en la Segunda Cumbre Centroafricana de Jefes de Estado sobre Conservación y Desarrollo Sostenible de los ecosistemas forestales. En esa reunión, los Jefes de Estado me designaron Embajadora de Buena Voluntad para los ecosistemas forestales de la cuenca del Congo.

Al animarme a aceptar esta designación, mi Presidente el Hon. Mwai Kibaki, recalcó que el nombramiento era ciertamente una expresión del nuevo espíritu de solidaridad africana. Durante su reciente intervención en la inauguración del 23º período de sesiones del Consejo de Gobierno del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), declaró que «la única manera efectiva de enfrentarse a los desafíos que se nos presentan es responder juntos como una sola comunidad». De buena gana he aceptado esta designación, que me impone obligaciones pero que compensa ampliamente el tiempo y el esfuerzo invertidos.


EL PULMÓN VERDE DE ÁFRICA

Los líderes africanos, especialmente los de la subregión de África central, están obligados a cuidar de la ordenación sostenible del ecosistema de la cuenca del Congo y a detener la pérdida de la rica biodiversidad local. Este ecosistema forestal es el segundo pulmón verde mayor del mundo (solo superado en extensión y función por la Amazonia). Comprende 200 millones de hectáreas (alrededor del 18 por ciento de los bosques tropicales mundiales) y acoge a unas 400 especies de mamíferos y a más de 10 000 especies vegetales. Estas especies están amenazadas de extinción. Igualmente amenazados están los medios de sustento de miles de indígenas que dependen del ecosistema. En la cumbre de Brazzaville, los Jefes de Estado firmaron un tratado en el que se comprometieron a dedicar recursos nacionales a conservar y administrar de manera sostenible este patrimonio.

Para mí, a las pocas semanas de mi designación en Brazzaville, ha sido un placer aceptar la invitación del Presidente Sassou Nguesso de acompañarle a esta reunión de la FAO y unirme al llamamiento al mundo en apoyo de los Jefes de Estado de la subregión centroafricana, e incluso de toda el África en general, para salvar, proteger y conservar el ecosistema forestal de la cuenca del Congo. Esta hermosa ciudad de Roma, que es la sede de la FAO, un organismo de las Naciones Unidas que va en vanguardia en la conservación de los bosques, es el lugar adecuado para lanzar este llamamiento.

Es bien conocida la importancia de los bosques para el equilibrio ecológico del planeta Tierra. Tienen capacidad para absorber el carbono, combatir la desertificación, ofrecer seguridades contra la inundación y la erosión, servir como reserva de recursos genéticos, proporcionar riqueza y brindar zonas de captación de aguas. Ninguno de nosotros puede decir que ignora todo esto. Todos lo sabemos.


TIEMPO DE CONSTRUIR SOBRE NUEVAS ALIANZAS

Hasta ahora se ha hablado y se ha consultado mucho, pero se ha hecho poco. Hace ya tres decenios, otra generación de líderes africanos apremiaba al recién creado Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en Nairobi para que salvara los bosques. En su discurso en la inauguración del PNUMA en 1973, el Presidente Jomo Kenyatta de Kenya decía: «La naturaleza nos ha bendecido con sus muchos dones de bosques, prados y ríos. A menudo el hombre los ha destruido y ha abusado de ellos utilizándolos mal y desdeñándolos. Anchas cinturas de bosques han desaparecido». ¡Sabíamos que nuestros bosques están amenazados desde hace muchos años!

Pero el medio ambiente se sigue degradando pese a que nos reunimos, hablamos, consultamos y trazamos planes estratégicos. A fin de cuentas, son las decisiones de los líderes políticos las que proporcionarán los recursos necesarios para salvar e medio ambiente. Si los líderes políticos deciden solamente entablar conversaciones pero nunca asignan recursos, las fuerzas de la destrucción medioambiental pueden prevalecer sobre los esfuerzos realizados por ciudadanos particulares, organizaciones y empresas.

Por esta razón me he sentido muy animanda por las iniciativas tomadas por los Jefes de Estado de la subregión centroafricana en relación con el ecosistema forestal del Congo. Han dado, por ejemplo, los siguientes pasos, que deberían ser fuente de inspiración para esta reunión:

Por su parte la FAO ha desempeñado también un papel activo en apoyo de la Conferencia de Ministros Encargados de los Bosques del África Central y en el establecimiento y revisión del Plan de Convergencia, y ha sido muy activa en los países de África central en varios proyectos relacionados con la ordenación forestal, la conservación de los bosques y el fomento de la capacidad. Este tipo de alianza no necesita más debates ni consultas, sino intensificación, expansión, recursos y actuación práctica.

A pesar de las conversaciones, consultas y planes estratégicos, la degradación del medio ambiente centroafricano continúa
FAO/CFU000206/R. FAIDUTTI


¿CUÁNTO COSTARÍA?

El cálculo para la ejecución del Plan de Convergencia se sitúa en 1 300 millones de euros para un período de diez años, repartidos en 11 países de la subregión. Puede objetarse que esta cantidad es mucho dinero, pero ¿lo es realmente? No, si se usa para salvar un ecosistema tan excepcional, cuya destrucción tendría una repercusión devastadora sobre el clima mundial, la agricultura, las fuentes de energía y el sistema hidrológico tanto para los habitantes de la subregión como para todo el planeta. Por reconocer la importancia de este ecosistema, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 54/214 de febrero de 20001.

Quienes todavía piensan que 1 300 millones de euros es demasiado dinero deberían comparar la suma con la que se cita (y creo que es correcta) de 300 000 millones de euros anuales que se aplican en la Unión Europea a subvencionar la agricultura. Considérese además la cantidad que se invierte en guerras. Y sin embargo, muchas guerras y conflictos, incluidos los que arden en el interior de la región, tienen por objeto el acceso a los recursos y su control.

En mi opinión, invertir en la protección y conservación del medio ambiente, y específicamente del ecosistema de la cuenca del Congo, sería prevenir conflictos futuros invirtiendo, en cambio, en la paz. Este es el mensaje que el Comité Nóbel de Noruega lanzó al mundo cuando en 2004 me concedió el premio. Tenemos que repensar la paz y la seguridad y promover actividades que impulsen culturas de paz.

Proteger el ecosistema forestal de los países centroafricanos equivale a trabajar directamente por los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en especial el Objetivo No 1, «Erradicar la pobreza extrema y el hambre», y el Objetivo No 7, «Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente». Ciertamente, dejar sin protección los ecosistemas forestales y no promover economías forestales es una manera segura de no realizar tales objetivos.


TSUNAMI SILENCIOSO

Recientemente, cuando la tragedia del tsunami golpeó los países del océano Índico, el mundo respondió con compasión y generosidad sin precedentes. Fue una gran exhibición de lo mejor de la humanidad y la emoción y el agradecimiento fueron generales. Presenciamos el poder de las olas y comprobamos nuestra propia vulnerabilidad ante tales fenómenos naturales.

Se ha dicho que hay muchos tsunamis silenciosos en África y que en ellos se pierden muchas vidas. Pero pasan completamente inadvertidos excepto para las víctimas y sus familias. ¿Por qué la misma humanidad que respondió tan apasionadamente a las olas mortíferas en el océano Índico responde tan negligentemente a los tsunamis silenciosos en África? Parece que los aceptamos como el rostro de África, algo previsto, natural en la región. Lo constatamos, lo conocemos por la radio y la televisión, lo comentamos. Pero no hacemos nada. ¿Por qué?

Muchos conflictos tienen lugar para obtener acceso a los recursos y para controlarlos; invertir en la protección y conservación del medio ambiente, incluido el ecosistema de la cuenca del Congo, equivaldría a invertir en la paz
FAO/19151/M. MARZOT


UN FONDO FIDUCIARIO EN LUGAR DE LA DEUDA

Durante la campaña del Jubileo 2000, muchos gobiernos a los que los países en desarrollo pobres debían dinero, bastantes de ellos en África, se negaron a cancelar las deudas alegando que tal cancelación no beneficiaría a los pobres, en cuyo nombre se hacía la campaña. Al contrario, la primera beneficiaria sería la élite gobernante corrupta, que había malversado el dinero. La corrupción, el descontrol financiero y la falta de transparencia y eficiencia justificaban pues la no cancelación de las deudas.

Pongo sobre el tapete esta cuestión de gobernanza porque sé que es una manzana de la discordia entre asociados en la ayuda al desarrollo. Hace ya casi un decenio que hay un nuevo nivel de conciencia y dedicación a la buena gobernanza en África. Muchos líderes africanos adoptan decididamente los principios de democracia, rendimiento de cuentas, transparencia y eficiencia.

En parte por esta razón, los líderes de la subregión centroafricana recomiendan que, una vez canceladas las deudas, los recursos disponibles para la conservación se coloquen en un fondo fiduciario que administrarían representantes de los gobiernos, organismos al servicio del desarrollo y miembros del sector privado y de la sociedad civil; habría también procedimientos de control para garantizar el uso adecuado de la conversión de la deuda para proyectos de conservación. Quisiéramos pedir que la FAO y otros asociados multilaterales como el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, el Banco Mundial, el Banco Africano de Desarrollo, el PNUMA y la Unión Europea apoyen esta iniciativa y nos ayuden a constituir este fondo fiduciario. Para asegurar la contabilidad responsable, la transparencia y la eficiencia, el reglamento de este fondo fiduciario debería ser formulado por todas las partes interesadas.

Algunos países desarrollados han mostrado confianza en los dirigentes africanos y han cancelado las deudas. Expresamos nuestra gratitud al Gobierno de Italia, que ha abierto el camino cancelando su deuda bilateral con todos los países centroafricanos para ayudarlos a ejecutar el Plan de Convergencia. Otros miembros del G8 han recomendado nuevas maneras de financiar el desarrollo en África. Todos debemos estar muy agradecidos por los debates y las consultas que tienen lugar actualmente. Esperamos que los dirigentes del G8 convengan en alguna acción, para la conservación de los bosques africanos en general pero para el ecosistema forestal de la cuenca del Congo en particular.

La FAO y otros organismos de las Naciones Unidas pueden ayudar con sus conocimientos especializados y su asistencia para identificar los recursos en el ecosistema forestal de la cuenca del Congo. Por esta razón, creemos firmemente que la FAO debería desempeñar un papel decisivo en la ejecución del Plan de Convergencia para la conservación y la ordenación sostenible de los ecosistemas forestales en África central.


CONCLUSIÓN

Distinguidos delegados, un Embajador de Buena Voluntad no basta para el ecosistema forestal de la cuenca del Congo. Reúnanse a mí en este esfuerzo. Les invito a ser nuestros embajadores para este ecosistema.

En Brazaville, durante la segunda Cumbre de Jefes de Estado, evoqué las palabras del Presidente Kennedy, y exhorté a los participantes a no preguntar acerca de lo que el ecosistema forestal de la cuenca del Congo podía proporcionarles, sino más bien a preguntar acerca de lo que ellos podrían hacer en beneficio del ecosistema. En efecto, les recordé que la cuenca del Congo no necesita de nosotros, sino que más bien somos nosotros quienes necesitamos los recursos de la cuenca. Si solo pudiéramos actuar; si solo pudiéramos cesar de hablar y comenzar a caminar.

Se lo debemos a las generaciones presentes y futuras. Muchas gracias.


1 La Resolución 54/214, sobre la «conservación y el desarrollo sostenible de los ecosistemas forestales de África central», invitaba a la comunidad internacional a apoyar a los países de África central en sus esfuerzos para mantener el ecosistema forestal, en especial ofreciendo asistencia financiera y técnica sobre una base regional.

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