70 aniversario de la FAO

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1985 - 95

En el período comprendido entre 1986 y 1995 se produjeron enormes cambios ideológicos que, con los avances tecnológicos, trajeron consigo el pensamiento nutricional y las respuestas sociales a la crisis. Este fue el decenio del primer desastre nuclear y sus efectos sobre la agricultura en dos continentes. Fue el decenio en el que empezó a vivirse una creciente impaciencia en el deseo de librar al mundo del hambre de una vez por todas. También fue el decenio en el que se empezó a reconocer el importante papel de las mujeres en la agricultura.

La quinta Encuesta Alimentaria Mundial publicada por la FAO en 1985, proporcionó, una vez más, un panorama completo de la situación de los alimentos y la nutrición en el mundo. La encuesta indicó una disminución en la proporción de personas subalimentadas en los países en desarrollo. Aún así, el número de personas que padecían hambre era lo suficientemente grande como para llamar a la acción. Las soluciones a la desnutrición ya no eran algo optativo.

En 1992, la FAO y la Organización Mundial de la Salud convocaron a la primera conferencia mundial dedicada exclusivamente a abordar los problemas de nutrición del mundo, la Conferencia Internacional sobre Nutrición (CIN).

En la conferencia se produjo una avalancha de buena voluntad por parte de los gobiernos que se comprometieron a eliminar la inanición, el hambre crónica generalizada y la desnutrición, especialmente entre los niños, las mujeres y las personas de edad, antes del inicio del siguiente milenio. Los gobiernos también se comprometieron a abordar de lleno una serie de cuestiones relacionadas con la alimentación, que comprendían desde las carencias de micronutrientes hasta las enfermedades no transmisibles, desde el saneamiento inadecuado hasta el agua insalubre. Para que nadie olvidara la urgencia de eliminar la inanición y la desnutrición crónica, la situación alimentaria mundial se confirmó de nuevo en 1993 en la Conferencia de la FAO, en su examen del estudio Agricultura mundial: hacia el año 2010. El informe indicaba que, a pesar del aumento de la producción de alimentos y la mejora de la seguridad alimentaria, seguía habiendo 800 millones de personas crónicamente subalimentadas en el mundo.

La toxicidad en los alimentos: el desastre de Chernóbil

Como si el número de personas desnutridas en el mundo no fuera suficiente, había que lidiar con desastres causados por el hombre que agravaban aún más la situación.

En la catástrofe nuclear conocida como el desastre de Chernóbil de aquel fatídico 26 de abril de 1986, se produjo una liberación de materiales radiactivos al medio ambiente que tuvo un efecto devastador sobre el comercio de productos agrícolas y alimentarios básicos. Esto no se produjo solo en las proximidades de la central nuclear de Chernóbil o en Ucrania, donde tuvo lugar el accidente, sino que la fuga de radionúclidos a la atmósfera se extendió sobre una amplia área geográfica de Europa y Asia. Esto tuvo un grave impacto sobre la producción de alimentos y el comercio de productos alimentarios. Estos efectos se vieron exacerbados por la falta de uniformidad de las medidas adoptadas por las autoridades nacionales y la falta de preparación para responder ante este tipo de emergencia. Un año más tarde, la FAO publicó sus recomendaciones sobre los niveles de seguridad adecuados en cuanto a contaminación radiactiva para los alimentos en el comercio internacional.

Desde agosto de 1998, ARTEMIS ha prestado apoyo a los programas de la FAO sobre alerta temprana para la seguridad alimentaria y el control de plagas migrantes y enfermedades.
Crisis alimentaria en el Cuerno de África

Por otra parte, hubo grandes hambrunas en Sudán, Etiopía y Somalia que diezmaron poblaciones enteras. Entre 1984 y 1985, al menos 30 países africanos experimentaron graves hambrunas que provocaron una enorme pérdida de vidas humanas y de ganado. En el conjunto del este de África, el 42 % de la población estaba desnutrida y las cifras de Somalia, Eritrea y Etiopía se encontraban entre las más elevadas del mundo. 
La respuesta de la comunidad internacional reflejó una notable ola de solidaridad entre la población de los países más afortunados. Se prometieron casi 7 millones de toneladas de ayuda en cereales para los 21 países afectados por la carestía. Esta situación mostró a las personas que el hambre seguía presente. Se trabajó mucho para mejorar el seguimiento de los indicadores que daban lugar a situaciones de hambruna. Cabe destacar un instrumento creado durante ese período, el Sistema avanzado de control del medio ambiente en tiempo real de África (ARTEMIS), que se instaló en la FAO en 1988. Los responsables políticos se dieron cuenta de que tenían que proteger y cultivar sus tierras si querían que las hambrunas fueran algo del pasado.

Sistemas de información

El avance de la tecnología de la información ha permitido a la FAO crear, en respuesta a las diversas necesidades de los países miembros, una serie de sistemas de información, bases de datos y bancos de datos. De hecho, esta es una parte fundamental del trabajo de la FAO. La Constitución de la FAO (artículo 1, párrafo 1) establece que la Organización “reunirá, analizará, interpretará y divulgará las informaciones relativas a la nutrición, alimentación y agricultura”. 

La forma más básica de información es la estadística. Con los años, la FAO pasó de tener cuatro punzonadoras, dos máquinas verificadoras, una máquina de clasificación y un par de máquinas de tabulación en 1963 a crear uno de los sistemas informáticos más sofisticados de las Naciones Unidas en 1986, un sistema con el que podían contar los gobiernos a la hora de establecer su propio programa nacional en materia de agricultura. Ese fue el año en el que la FAO puso en marcha su base de datos estadística integral que cubría la información agrícola en el mundo. Esta base de datos cambió su nombre a mediados de la década de 1990 para denominarse FAOSTAT.  

Protección de las plantas de plagas

Aunque los efectos devastadores de las plagas de las plantas, incluidas las enfermedades y la malas hierbas, se conocen desde hace mucho tiempo, las normas jurídicas para evitar la propagación de las plagas de las plantas y la protección de los recursos vegetales son de reciente redacción. De hecho, con el incremento de los movimientos internacionales de personas y mercancías y la mayor porosidad de las fronteras de los países, las plagas de las plantas también comenzaban a moverse cada vez con mayor rapidez. La comunidad internacional trabajó para corregir esta tendencia de diversas maneras. En primer lugar, la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria entró en vigor en 1991 para abordar estas cambiantes circunstancias y seguir el ritmo de las exitosas intervenciones internacionales dirigidas por la FAO con respecto a las plantas y los productos vegetales. En segundo lugar, ese mismo año se celebró la Conferencia de la FAO sobre Agricultura y Medio Ambiente en los Países Bajos, donde se discutieron los requisitos para la agricultura sostenible y el desarrollo rural. La conferencia actuó como precursora de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD). Tres años más tarde, la FAO puso en marcha el Sistema de prevención de emergencia de plagas y enfermedades transfronterizas de los animales y las plantas (EMPRES), que fortaleció la contribución de la Organización a la prevención, el control y, si era posible, la erradicación de enfermedades de animales y plantas y plagas.

El papel de las mujeres en la agricultura

Había muchas razones para prestar especial atención al papel de las mujeres en el desarrollo agrícola, sobre todo porque las mujeres han constituido tradicionalmente la principal fuerza de trabajo tanto en los cultivos comerciales y como en la producción de alimentos.

En las décadas de 1980 y 1990 todavía existía una situación general de desigualdad: la mujer ocupaba la “mitad desigual” de una sociedad dominada por el hombre. Esta razón, por sí sola, bastaba para justificar los esfuerzos dirigidos a lograr el avance social de la mujer en las zonas rurales. No obstante, había también un sesgo en las instituciones que impedía a las mujeres acceder al crédito, unirse a cooperativas o, aún peor, en algunos sistemas jurídicos tradicionales, no se les permitía heredar tierras.

Para hacer frente a estas cuestiones que bloqueaban el avance de las mujeres, la FAO llevó a cabo importantes programas para evaluar el impacto de sus acciones en las mujeres e introdujo componentes para garantizar que las mujeres obtuvieran beneficios reales. El PNUD ha otorgado más de 24 millones de USD a la FAO que han servido para financiar una gran variedad de proyectos especiales para las mujeres. El Programa Especial para la Seguridad Alimentaria (PESA) iniciado por la FAO en 1994, dirigido a los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos (PBIDA), ha cambiado y mejorado la vida de muchas mujeres agricultoras.