0007-B4

El Manejo Silvícola de los Bosques de Patagonia: Utopía o Realidad?

Guillermo Martínez Pastur[1]
Ricardo Fabián Vukasovic[2]
María Vanessa Lencinas[3]
Juan Manuel Cellini[4]
Enrique Wäbo[5]


1. Resumen

Los bosques de Nothofagus representan el ecosistema forestal dominante en la Patagonia Andina. Al comienzo de la colonización fueron un obstáculo para la expansión ganadera, pero posteriormente se comenzaron a aprovechar forestalmente. La presión sobre el recurso bosque se ha incrementando en las últimas décadas sin que la misma fuera acompañada por una correcta planificación por parte de la Autoridad Forestal. Sin embargo, existe un importante desarrollo del conocimiento para los bosques de Patagonia, principalmente para N. pumilio. Entre estos estudios figuran numerosas propuestas teóricas de manejo silvícola. Entre los métodos de regeneración, los más difundidos son la tala rasa, la corta de selección y la corta de protección. También hay numerosas propuestas de tratamientos intermedios (raleos y podas). Pero en la realidad el manejo forestal que se realiza dista mucho del modelo teórico y sustentable del recurso bosque, tal como ocurre en la mayoría de los bosques de los países subdesarrollados. De mantenerse la situación actual el recurso forestal de Patagonia se agotará en pocos años. Los principales motivos de esta situación se deben a la inexistencia de una política forestal clara y sustentable, y a la falta de implementación de un plan de uso de la tierra y de ordenación forestal regional, así como a la carencia de tecnologías adecuadas. Los principales problemas y las posibles alternativas de solución son discutidos y analizados en el presente trabajo.

Palabras claves: manejo forestal, silvicultura, aprovechamiento forestal, raleo, sustentabilidad, conservación, política forestal, Nothofagus, Tierra del Fuego, Argentina.


3. Introducción

Los bosques de Nothofagus representan los ecosistemas forestales dominantes en la Patagonia Andina. La especie más importante es N. pumilio (´lenga´) que posee un amplio gradiente de distribución desde los 35º35´ hasta los 55º30´ LS (Veblen et al. 1996), siendo grandes masas puras de bosques productivos que ocupan una superficie de casi 5 millones de hectáreas entre Argentina y Chile. Estos ecosistemas en su gran mayoría poseen estructuras forestales simples, monoespecíficas, con uno o dos estratos arbóreos (Lencinas et al. 1998; Martínez Pastur et al. 2000a). La macro diversidad que albergan los sectores productivos de estos bosques es muy pobre comparada con otros ecosistemas de climas templados. En Tierra del Fuego (Argentina) los bosques productivos de N. pumilio presentan no más de 50 especies de plantas superiores en su sotobosque, una decena de especies de mamíferos nativos e introducidos, de 20 a 30 especies de aves mayormente migratorias y alrededor de 250 especies de insectos epigeos (Martínez Pastur et al. 1994; Solarvicens 1995; Fernández et al. 1998; Deferrari et al. 2001; Spagarino et al. 2001; Medina et al. 2000a; 2000b; Rivero et al. 2000a; 2000b; Lencinas et al. 2001a; 2001b;).

4. Situación histórica y actual del recurso forestal

Los bosques representaron desde el comienzo de la colonización, a fines del siglo XIX, un obstáculo para la expansión ganadera, siendo habitualmente destruidos y transformados en pastizales. En Tierra del Fuego (Argentina) las zonas transformadas rondan las 20 mil hectáreas (Collado 1999), mientras que en la XII Región (Chile) llegan a 200 mil hectáreas (Schmidt y Caldentey 1994). Por otra parte, desde hace más de un siglo los aserraderos y obrajes forestales de Patagonia han sobre explotado el bosque como si fuera un recurso inagotable, retirando madera y leña para proveer a las ciudades y establecimientos rurales. Hasta mediados del siglo XX, no se realizaba ningún manejo silvícola, primando la extracción total (tala rasa) en los rodales ubicados en las mejores calidades de sitio.

A mediados de siglo pasado en la Argentina, la Administración Nacional de Bosques y posteriormente el Instituto Forestal Nacional impulsaron un esquema de Manejo Forestal organizado orientado a la Ordenación Territorial de los bosques, en el marco de la Ley Nacional 13273 sancionada en el año 1948. En este esquema se priorizaba el manejo a perpetuidad del bosque. El método de regeneración que se utilizó fue el de floreo selectivo. Este método implicaba la extracción de los mejores ejemplares maderables del bosque, degradando la calidad productiva futura del mismo, impidiendo la correcta regeneración del rodal por dejar una alta cobertura del dosel. Sin embargo, de esta forma se permitía manejar turnos de corta que tenían una duración de 40 a 50 años. Por otra parte, se realizaron aprovechamientos a gran escala mediante talas rasas en fajas en grandes superficies, muchas de las cuáles regeneraron con éxito, mientras que otras fracasaron a causa del ganado. Esta administración impulsó el desarrollo de unas pocas industrias de gran tamaño, que concentraban sus actividades en unos pocos sectores del bosque. Se apuntaba a la alta tecnificación del procesamiento, a la elaboración de productos con un mayor valor agregado y a un uso más intensivo de la madera.

Posteriormente en la década del noventa, el Instituto Forestal Nacional cerró sus puertas y la administración de los bosques nativos recayó en las administraciones provinciales. En algunas de las provincias patagónicas (Chubut y Tierra del Fuego) las autoridades impulsaron un cambio en los métodos de regeneración a aplicar, imponiendo las cortas de protección (shelterwood cuts). Este sistema permite la extracción de un mayor volumen comercial a un menor costo económico del rodal, abriendo lo suficiente el dosel para que la regeneración se desarrolle correctamente. Por otra parte, se impulsó la instalación de gran cantidad de pequeños aserraderos y obrajeros de bajos recursos y poca inversión inicial, pero manteniendo a los viejos aserraderos en su esquema tradicional. Esta política incrementó la presión sobre el recurso forestal a lo largo de la última década.

5. Propuestas teóricas de manejo silvícola

Las primeras propuestas de manejo silvícolas se basaron en las técnicas de manejo de latifoliadas europeas a partir de la gran cantidad de profesionales forestales croatas que formaron las líneas del manejo de los bosques en Patagonia Sur (Argentina). A partir de entonces y hasta el presente se han elaborado diferentes alternativas para las cortas intermedias y de regeneración del rodal. Entre los tratamientos intermedios se han propuesto raleos y podas. Los primeros pueden ser por lo alto o por lo bajo, prefiriéndose estos últimos ya que preparan la masa forestal para la obtención de diámetros comercialmente atractivos. Las podas se han planteado de manera teórica y experimental (Martínez Pastur et al. 2001).

De acuerdo a la clasificación propuesta por Daniel et al. (1982) en los bosques de Tierra del Fuego sólo podría aplicarse el Método de Reproducción de Monte Alto. Dentro del mismo se pueden definir los siguientes sistemas que se han usado o se proponen para estos bosques (Costantino 1950; Cozzo et al. 1967; 1969; Schmidt y Urzúa 1982; Bava y Hlopec 1995; Bava 1998; 1999):

(1) Bosques de edad uniforme o coetáneos.

(2) Bosques de edad no uniforme o disetáneos.

Manejar los bosques bajo un sistema que nos permita alcanzar masas forestales de edad uniforme, implica que debemos transformar el situación original, cambiando la disetaneidad natural. Este sistema es el más ampliamente difundido y aceptado por las ventajas económicas asociadas y la sencillez que le brinda a la planificación del manejo forestal, siendo especialmente adecuado para los bosques de N. pumilio ya que: (1) principalmente se trata de rodales puros, (2) es una especie heliófila, (3) los rodales poseen un banco de renovales que no compite con el sotobosque y que reacciona a la mínima apertura del dosel superior, (4) regenera abundantemente sin grandes complicaciones a excepción de las variaciones cíclicas de semillazón, y (5) reacciona favorablemente a los tratamientos intermedios (Costantino 1950; Alonso et al. 1968; Mutarelli y Orfila 1971; 1973; Schmidt y Urzúa 1982; Rusch 1992; Martínez Pastur et al. 1997a; 1999a; 1999b; 2000a).

La tala rasa se comenzó a aplicar en Europa hace ya varios siglos (González Vázquez 1948) y aún se sigue aplicando en gran parte de Europa, Norteamérica y muchos países del resto del mundo (Alexander y Edmister 1977; Krankina y Dixon 1992; Kenk 1993; Hochbichler 1993; McComb et al. 1993; Sturgeon y Sessions 1994; Parviainen 1994; Kerr 1995; Kumari 1996; Pancel y Fierro 1998). La tala rasa puede subdividirse a su vez en 4 sub métodos (González Vazquez, 1948):

En Patagonia, y en particular en Tierra del Fuego (Argentina), se ha aplicado sobre Nothofagus pumilio en numerosas oportunidades, en aprovechamientos a escala comercial hasta mediados de siglo XX en los cuarteles forestales que rodean a la ciudad de Ushuaia (Argentina). Al comienzo las intervenciones se realizaban en lugares puntuales de alta producción (clases de sitio media-alta), en donde se afectaron superficies irregulares y sin metodología alguna, con tan solo la única finalidad de extraer el material de mejor calidad. En estos aprovechamientos las faenas comenzaban con la construcción de las vías de saca primarias, empleándose muchas veces el uso del ferrocarril, resultando de esta manera costoso y engorroso. Una vez allí, se practicaba una corta de selección de árboles maderables con destino al aserrado, que era seguida por la producción de rajas o rajones para leña, completandose la tala rasa de grandes superficies. Esta experiencia fue la base de las propuestas de Alfonso (1942) y Costantino (1950), que dieron lugar posteriormente a experiencias científicas en la década del ´60 (Cozzo et al. 1967; 1969). Estos ensayos tuvieron por finalidad conocer los elementos necesarios que aseguraran el manejo racional de dichas masas boscosas (Mutarelli y Orfila 1971). En ellos se aplicó el “Método de regeneración por fajas contiguas o alternas con abrigo lateral y bajo o no de cubierta protectora, previa una o dos cortas a hecho o rasas”. Este procedimiento de regeneración ha sido bastante empleado en tiempos pasados, frecuentemente en Alemania, pues ya era mencionado en el año 1761 por la Ordenanza de Hesse-Kassel y por autores del siglo XIX, y más particularmente en montes de llanura de Alemania, como protección contra las heladas tardías (González Vázquez 1948). En los ensayos realizados en Tierra del Fuego (Argentina) primaron las fajas paralelas (por ejemplo, en el cuartel de “Aguas Blancas”) y fajas en forma de martillo (por ejemplo, en el cuartel forestal de “Tierra Mayor”). Este método no ha perdido vigencia, sino que mantiene una creciente actualidad. Al presente se han planteado como metodologías que se adecuan a las exigencias económicas de las empresas, o a la manutención de la biodiversidad del sistema. Los métodos de tala rasa que se proponen en la actualidad se alejan del sistema original ya que no remueven la completa cobertura del dosel en grandes superficies, sino que dejan un porcentaje de retención o individuos que permanecerán en el rodal por más de un turno. Dicha retención puede ser dispersa o agrupada (Franklin y Forman 1987; Franklin 1993; North et al. 1996; Franklin et al. 1997). En el caso de la agrupada, los individuos que se dejan forman agregados de retención de diversos tamaños, de acuerdo a los objetivos planteados, realizándose talas rasas entre los mismos.

Otro sistema que es planteado extensamente por Bava (1998) propone un manejo por tala rasa en bosquetes. Este sistema está diseñado para bosques de baja capacidad productiva, donde solo se intervienen los bosquetes productivos, pequeños sectores del bosque de hasta 10 individuos. Con el tiempo el bosque se aprovecha en su totalidad adquiriendo el rodal en su conjunto una estructura totalmente irregular.

El método de árboles semilleros o corta de protección puede considerarse como una tala rasa en dos etapas o analizarse separadamente como lo propone Daniel et al. (1982), ya que el suelo no permanece desnudo en su totalidad en ningún momento. Para los autores europeos es una variación del “Método de regeneración bajo cubierta protectora de pies de masa reservados, previa una corta a hecho o rasa y otra ulterior” denominado “Procedimiento por dos cortas a hecho o rasas, bajo cubierta de árboles padres o portagranos reservados, seguidas de reproducción diseminatoria directa o vertical”. En este caso, por tratarse de árboles padres, su apeo está condicionado a conseguir previamente la regeneración natural, y se cortan cuando se establece la densidad deseada, salvo que deban continuar aún en pié cumpliendo una función protectora o de manutención de la biodiversidad. Se consigue una distribución más uniforme de la semilla, un mejor control de la composición y el área a aprovechar no tiene restricciones de superficie, debido a que las semillas se generan en los árboles padres. Sin embargo, los costos y cuidados del aprovechamiento son más altos, consiguiéndose un mejor efecto estético que el de tala rasa. Por tal motivo, si lo que se busca es madera de calidad para aserrado, el rendimiento y la producción son más altos en este método que en la tala rasa, debido a que los árboles reservados son, en general, sobre maduros y de baja calidad productiva.

El Método de cortas por aclareos sucesivos ha sido planteado en varias oportunidades para los bosques de N. pumilio, pero en muy pocas ha sido llevado a cabo en grandes superficies. Se lo conoce también como Sistema de Cortas Sucesivas de Protección (SICOSUP). Este método posee las siguientes variantes:

Así se indica al tratamiento que busca que la reproducción diseminatoria tenga lugar mediante una rotura uniforme y simultánea de la espesura de la masa y condicionada por la obtención de una nueva masa con pies coetáneos o comprendidos en una sola clase de edad artificial; es decir, se busca conseguir una masa regular. Este método se aplicaba hace ya 4 siglos en Europa, pero fue G. L. Hartig (1764 - 1837) quien lo dio a conocer en su publicación “Anweisung zur Holzzucht” de 1791 (citado por González Vázquez 1948), resaltando la necesidad de regenerar las masas forestales sobre superficies contiguas o poco esparcidas para facilitar la inspección de la corta y persiguiendo la formación de masas regulares, mediante tres intervenciones:

Para el manejo de los bosques de edad no uniforme o disetáneos, se propone la aplicación del Método de selección. Los rodales que se proponen manejar bajo este método, mantendrán su edad no uniforme y la regeneración nunca perderá la protección o competencia de las clases de edad mayores (Daniel et al. 1982). La presente metodología imita al desmoronamiento de árboles en forma individual o en pequeños grupos, que se da en forma natural y recurrente en N. pumilio cuando se encuentra en fase madura (Bava 1999). La selección implica mantener una masa bajo un diámetro máximo, eliminando aquellos individuos que lo superen. Este método no es aconsejable con fines comerciales, pero sí en la protección de laderas o bosques de alto interés paisajístico (Bava 1999).

6. Estado de avance en el conocimiento silvícola de los bosques de Patagonia

Existen numerosos antecedentes de propuestas de aplicación de tratamientos intermedios (Rechene y Gonda 1992; Fernández et al. 1997) y de instalación de ensayos de raleos para Nothofagus (Groose 1987; Donoso 1988; Donoso et al. 1993; 1995; Martínez Pastur et al. 1997b) y para la N. pumilio en particular, así como la propuesta de diferentes métodos clásicos de regeneración y modificaciones (Cozzo et al. 1967; 1969; Nuñez y Vera 1992; Rubilar 1992; Schmidt y Caldentey 1994; Schmidt et al. 1995; 1996; Bava y Hlopec 1995; Bava 1998; 1999; Martínez Pastur et al. 2000b; 2001; Peri et al. 2000a; 2000b). Al presente se puede afirmar que N. pumilio es la especie nativa mejor estudiada de Argentina y Chile, lo que implica la disponibilidad de un enorme caudal de información técnica y científica.

Dentro de los métodos de regeneración, los más difundidos, estudiados y correctamente aplicados fueron los de talas rasas y cortas de protección. De las experiencias se pueden extraer valiosos resultados. En el caso de las talas rasas: (1) fue posible el aprovechamiento económico de las masas forestales, (2) la regeneración siempre fue adecuada y abundante, (3) son sensibles a los volteos de viento (como las talas rasas que se encuentran en el Cuartel Forestal “Río Valdez”), (4) fue negativo dejar individuos jóvenes aislados, ya que desarrollaron mala forma forestal por no crecer en masas cerradas, evitando la instalación de la regeneración bajo su dosel y (5) fueron altamente sensibles a la presencia de ganado. Con respeto a este último punto, cabe destacar que el sobre pastoreo fue el principal responsable del éxito o fracaso del método. En el caso del método de cortas de protección fue propuesto originalmente para N. pumilio por Schmidt y Urzúa (1982) como una alternativa sustentable a las prácticas habituales de entresaca selectiva, y rápidamente fue adoptado en todo Chile (Pancel y Fierro 1998) y Argentina (Martínez Pastur et al. 2000a) cambiando metodologías habituales de trabajo a campo, no solo de los productores sino también de los técnicos encargados de establecer las prescripciones a seguir.

7. Diferencias entre la teoría y la práctica

Los métodos silvícolas poseen una índole cultural y económica, ya que atienden a la conformación, conservación, desarrollo, mejora y regeneración de los rodales, así como a la conservación de las características de la especie (González Vázquez 1948). Sin embargo, en los últimos veinte años se observó un cambio en los objetivos que priman para la selección y aplicación de los sistemas silvícolas en los bosques bajo manejo. Este cambio fue desde valores puramente económicos y empresariales, hacia parámetros biológicos, de conservación, sociales y de usos múltiples, que tienden a la conservación del sistema y del medio ambiente (Daniel y Boster 1976; Bulger y Hunt 1991; McComb et al. 1993; Parviainen 1994; Wiersum 1995; McIntosh 1995; Riley 1995; Mount 1996; Erdle y Sullivan 1998; Alig et al. 1999; Kant 1999; Lautenschlager 2000). Esto llevó a que se desestime la aplicación de talas rasas en los bosques de N. pumilio de toda Patagonia, centrándose en la aplicación de cortas de protección como principal método de regeneración.

El modelo silvícola teórico de la corta de protección y raleo por lo bajo implica: (a) una corta de regeneración, que abre el dosel lo suficiente como para que desarrollen las plántulas de N. pumilio del sotobosque, (b) la realización de una corta final, y (c) la aplicación de los tratamientos intermedios (raleos y eventuales podas de acuerdo a las condiciones del rodal). Sin embargo, lo que ocurre en la realidad se aleja mucho de este esquema. Por un lado, durante la aplicación de la corta de regeneración en los últimos 10 años se presentaron numerosos inconvenientes en algunos de los rodales donde se aprovechó de acuerdo a las prescripciones técnicas requeridas por la autoridad forestal:

La principal falencia de esta primera experiencia se produjo por no haber tenido en cuenta las diferentes situaciones que se encuentran a lo largo de un gradiente de calidad de sitio (Martínez Pastur et al. 1997a), referidas a la estabilidad del rodal (Peri et al. 2000b) y a las condiciones de desarrollo de la regeneración de N. pumilio (Martínez Pastur et al. 1999a; 1999b). Esto se revirtió redefiniendo los parámetros de ocupación del estrato remanente, poniendo énfasis en la calidad de sitio del rodal y la exposición al viento. Martínez Pastur et al. (2000a) propusieron dejar 30 m2/ha como dosel de protección, estimando que durante el período de regeneración del rodal sobrevivirán al menos 20 m2/ha, siendo esto suficiente para garantizar las condiciones de desarrollo de los renovales para su establecimiento y crecimiento. A partir de este criterio se redefinió el concepto de bosque productivo, que pasó a ser aquel que tiene al menos 40 m2/ha de área basal y alturas superiores a los 15 metros (Martínez Pastur, 1999). Esto implicó que los bosques que puedan incorporarse a la producción sean aún más escasos. Por otra parte, grandes superficies ya han sido intervenidas de acuerdo a la primera etapa y están en condiciones de ser aprovechadas para completar la corta final. Sin embargo, la corta final nunca se ejecutó, lo que convierte al modelo teórico en un modelo de explotación y abandono. Esto ha llevado a que las intervenciones se realicen principalmente sobre bosques primarios (un 80%), bajo el concepto de la aplicación de un sistema silvícola inexistente.

La principal razón de la aplicación de la corta de protección incompleta, es que durante la realización de la primer intervención se extrae del bosque el 80% de las trozas aserrables de calidad del rodal extrayendo un 50% del volumen en pie (Cellini et al. 1998). Esto implica dejar como dosel de protección a los árboles sobre maduros, decrépitos y de bajo interés comercial. Por otra parte, la realización de tratamientos intermedios es inexistente en los bosques de N. pumilio a escala comercial. Las únicas superficies que son intervenidas bajo este concepto son aquellas que se utilizan para la extracción de postes y varas por pequeños productores (raleos suaves por lo bajo), quienes intervienen solo reducidos sectores del bosque, en fases muy avanzadas de crecimiento, que ya están pasadas de edad para realizar tratamientos intermedios de acuerdo al modelo de producción propuesto (Martínez Pastur et al., 2000b; 2001).

8. Consideraciones Finales

El manejo forestal en Patagonia se encuentra muy distante del modelo teórico y sustentable del recurso bosque, tal como ocurre en la mayoría de los bosques de los países subdesarrollados. De mantenerse la situación actual el recurso forestal de Patagonia se agotará en pocos años, ya que el bosque primario disponible es muy limitado y la presión demográfica que recibe es muy grande. Por otra parte, la aplicación incorrecta de los tratamientos silvícolas propuestos deja un bosque degradado económicamente librado a su suerte. En muchos casos, tras el abandono de los obrajeros forestales, se incrementan las actividades ganaderas produciendo severos daños a la regeneración de los rodales. Si se considera como ejemplo la situación de Tierra del Fuego (Argentina), donde de acuerdo al modelo propuesto por Martínez Pastur et al. (2000c) y de los datos del Inventario Forestal Provincial (Collado 1999; Martínez Pastur 1999), la posibilidad del bosque de N. pumilio se encuentra muy por debajo de la tasa actual de aprovechamiento. La mayoría de los aserraderos y permisionarios aprovechan bosques fiscales, pero gran parte de los bosques primarios aún no intervenidos pertenecen a capitales privados. Esto implica que, de mantenerse el esquema de manejo forestal actual, en un mediano plazo la mayoría de los aserraderos deberán descontinuar su actividad por no tener acceso a bosques productivos.

Los principales motivos de esta situación se deben a la inexistencia de una política forestal clara y sustentable en los bosques de Patagonia, y a la falta de implementación de un Plan de Uso de la Tierra y de Ordenación Forestal Regional, y a la carencia de tecnologías adecuadas para el aprovechamiento de pequeños diámetros o material de menor calidad. De lo que se deduce que para revertir la actual situación es necesario cambiar las políticas actuales de manejo del recurso forestal, existiendo dos alternativas posibles:

(a) Modificar la tasa de corta actual, tendiendo a alcanzar los niveles de Posibilidad sustentable, y adecuarla a los cambios en la situación de los dominios forestales (si las superficies de bosque de producción forestal no son las mismas en el tiempo, entonces, se debe modificar la Posibilidad).

(b) Modificar las políticas y exigencias de manejo forestal, principalmente sobre la ganadería y la aplicación de tratamientos silvícolas completos, y aumentar las tasas de rendimiento del bosque. De este modo se podría alcanzar la misma Posibilidad volumétrica en una superficie menor de bosque.

De no implementarse alguna de estas políticas el manejo de los bosques de Patagonia no será sustentable en el tiempo, debiéndose aplicar y mantener un ciclo incompleto de producción, que no asegurará una producción estable de madera aserrada. A este problema se le suma la situación de dominio de los bosques, los que en parte son fiscales o se encuentran en áreas protegidas, mientras que un porcentaje importante son de propiedad privada. De llevarse a cabo nuevos emprendimientos forestales en el ámbito privado, la situación actual empeoraría aún más, siendo la forma correcta de Planificación aquella donde cada dominio (el dominio fiscal y el dominio privado) aproveche como máximo su respectiva Posibilidad (Martínez Pastur et al., 2000c).

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[1] Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC - CONICET), cc 92 (9410) Ushuaia - Tierra del Fuego (Argentina).
[2] Consultora “Servicios Forestales”, Río Grande - Tierra del Fuego (Argentina).
[3] Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC - CONICET), cc 92 (9410) Ushuaia - Tierra del Fuego (Argentina).
[4] Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales. Universidad Nacional de La Plata (UNLP), La Plata - Buenos Aires (Argentina). E-mail: [email protected]. http://www.pastur.com.ar. Agradecimientos: A Sarah Burns por revisar críticamente el trabajo.
[5] Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales. Universidad Nacional de La Plata (UNLP), La Plata - Buenos Aires (Argentina). E-mail: [email protected]. http://www.pastur.com.ar. Agradecimientos: A Sarah Burns por revisar críticamente el trabajo.