Visión del México Forestal 2025

0921-C2

Alberto Cárdenas Jiménez[1]


Resumen

Cuando se creó la Comisión Nacional Forestal, el 4 de abril del año 2002, México tenía un diagnóstico forestal más abundante en las debilidades y errores que en las fortalezas y aciertos, lo cual obligaba a un fortalecimiento institucional instruido desde la misma Presidencia de la República. De este diagnóstico surgió, como un pilar esencial de una nueva política forestal, la declaración del Presidente Vicente Fox en el sentido de considerar los asuntos forestales como un tema de alta prioridad y seguridad nacional.

Nuestra visión de largo plazo (25 años) considera un país diferente, con un sector forestal que ha transformado sus directrices y tendencias para actualizarlas e integrarlas con las mejores en el mundo. Parte de nuestra estrategia de continuidad para hacer realidad esta visión, es poner instrumentos de gestión forestal y capacidad de decisión en manos de la sociedad y en instituciones que trasciendan sin dificultad los cambios de administraciones públicas, en un esquema de federalismo forestal.

En estos 25 años tenemos que transformar el México deficitario y vulnerable en materia forestal, en un México capaz de aportar soluciones y ejemplos al lado de todos los países del mundo, buscando siempre la mutua cooperación.

Las visiones de quienes ahora deseamos recuperar lo destruido, revertir las tendencias y anular los pronósticos negativos, ya son realidad en otros países y están a nuestro alcance. En los próximos años, las inversiones más rentables para el desarrollo forestal sustentable, serán aquellas orientadas a las personas, es decir, las destinadas a promover el desarrollo humano a través de la capacitación, la cultura forestal y la generación de mejores expectativas para las familias y comunidades que habitan en los bosques o viven de ellos.


Cuando se creó la Comisión Nacional forestal, el 4 de abril del año 2002, nos preguntamos cuál era la herramienta más útil e indispensable para abrir el camino de la institución y comenzar a avanzar, y coincidimos, quienes estábamos en esa circunstancia, en que debíamos construir la visión de largo plazo del país forestal que todos deseábamos para tener una base de la cual desprender los objetivos y definir las estrategias y acciones a emprender.

México tenía un diagnóstico forestal sombrío, más abundante en las debilidades y errores que en las fortalezas y aciertos, lo cual obligaba a un fortalecimiento institucional emanado desde la misma presidencia de la República, con una voluntad política fuerte y muy precisa en sus definiciones y términos. De este diagnóstico surgió, como un pilar esencial de una nueva política forestal, la declaración del Presidente Vicente Fox en el sentido de considerar los asuntos forestales como un tema de alta prioridad y seguridad nacional.

Este pronunciamiento pone un terreno fértil para el surgimiento y consolidación de la CONAFOR, y permite anclar una visión de largo plazo en la que se percibe a 25 años un país diferente, con un sector forestal que ha transformado sus directrices y tendencias para actualizarlas y armonizarlas con las mejores líneas y las posiciones de avanzada del mundo desarrollado.

Con esta perspectiva de 25 años nos encontramos que el principal reto para hacer realidad la visión no lo constituye un escenario político bastante diverso y a veces profundamente divergente, pues la democracia ha permitido que las presiones políticas se diluyan y desahoguen en un ambiente en que se reconocen las prioridades del país, las que afectan a todos por igual, y la necesidad de colocarlas por encima de los desacuerdos políticos locales.

Nuestro principal reto es la continuidad en el apoyo a nivel federal al pronunciamiento que le da fuerza de origen a la nueva política forestal, que le da permanencia en la decisión de considerarla en la política de estado a lo largo no nada más de 25 años sino de todo el presente siglo por lo menos, como un asunto de alta prioridad para el país, en virtud del diagnóstico no sólo nacional sino global, y para contribuir a esta continuidad y solidez al desarrollo forestal, la CONAFOR ha diseñado una estrategia de relación internacional que influya en la creación de un contexto altamente favorable al surgimiento y consolidación de una sola política mundial de bosques y de biodiversidad. Con esa idea acudimos a esta cita y hemos acudido a todas las citas surgidas de la preocupación mundial por el deterioro de los ecosistemas y por la pobreza de los pobladores rurales.

Hacia el interior de México la CONAFOR es acogida con entusiasmo y ha contado con el apoyo de la sociedad en general y de presupuestos sin precedente en la historia forestal del país, aunque todavía lejos de lo que realmente se necesita; su avance sólo podría verse entorpecido por las limitaciones presupuestales y por debilidades institucionales que están en proceso de superarse, pero nadie sabe si más allá de este sexenio las vicisitudes económicas, sociales o políticas den un giro a las tendencias o intereses y la visión forestal de largo plazo pierda su categoría de prioridad.

En esta visión de largo plazo nosotros percibimos un México mucho mejor que el de hoy gracias a una fuerte contribución ambiental, económica y social de los ecosistemas forestales; creemos en esta posibilidad porque tenemos un país privilegiado por la naturaleza, entre los primeros cinco a nivel mundial en diversidad de especies, y con una población dispuesta al cambio que puede traer consigo el desarrollo sustentable, pero nuestra estancia al frente de la política forestal es transitoria y no podríamos imponer a nuestros sucesores una vinculación forzosa a nuestro modo de ver las cosas. No es suficiente contar con un Programa Estratégico de 25 años para que éste se siga con fidelidad.

De ahí nuestro interés por encontrar o construir, tanto localmente como en el escenario internacional, las condiciones indispensables para que la planeación de largo plazo tenga un elevado carácter institucional y una vez consensuada y avalada socialmente, exista un compromiso ineludible a nivel de estado nacional para darle continuidad.

La CONAFOR, tomando el ejemplo de países de avanzada y reconociéndolo como una necesidad del desarrollo forestal, está promoviendo el federalismo forestal y la participación cada vez más amplia y comprometida de la sociedad, así como un ambiente creativo y de innovación en todas las cadenas del sector forestal.

Esta es parte de nuestra estrategia de continuidad, sin menoscabo de que al paso de los años se incorporen los frutos de la investigación y del avance tecnológico que abrevien el camino. Poner instrumentos de gestión forestal en manos de la sociedad, en mecanismos sociales y organizaciones que trasciendan sin dificultad los cambios de administraciones públicas, llevar a su punto de realidad cotidiana y utilidad práctica la política de subsidiariedad, son recursos valiosos y válidos para garantizar el éxito de una planeación y política de largo plazo.

Este México que vemos al final de la perspectiva de 25 años, que incluso puede considerarse corta al hablar de bosques o selvas, puede no ser el México forestal anhelado, sin deforestación ni comunidades marginadas o sumergidas en la pobreza e ignorancia, pero sin duda será el México de gran fuerza y solidez institucional que ve hacia el futuro con tranquilidad y confianza. Para hablar de ecosistemas recuperados y de un nuevo escenario en el que esté totalmente implantado el manejo forestal sustentable, el pleno respeto y valoración de la biodiversidad y de los servicios ambientales, tenemos que remitirnos a plazos superiores a los 50 años.

Pero en estos 25 años que ya comenzaron a correr con el primer día del siglo XXI, tenemos que transitar del México deficitario y vulnerable, víctima de la deforestación y degradación, al México capaz de aportar soluciones y ejemplos, y en este tránsito tenemos que caminar al lado de todos los países del mundo, buscando siempre la mutua cooperación, la reciprocidad y la unanimidad en lo trascendental.

Canadá, nuestro país anfitrión, puede ayudar a muchos de nosotros a demostrar una de las realidades forestales posibles bajo el manejo sustentable. Las visiones de quienes ahora deseamos recuperar lo destruido, revertir las tendencias, anular los pronósticos negativos, aquí ya son realidad, pero lo más importante es saber y creer que también estas realidades están a nuestro alcance, con base en el reconocimiento de lo negativo y la necesidad de transformarlo a partir de la planeación de largo plazo, sustentada en una nueva visión que se debe perseguir apasionadamente, si se quiere alcanzar.

Para fortuna del mundo, las buenas noticias en materia forestal comienzan a competir con las malas en condiciones de paridad; una toma de conciencia a nivel colectivo y una nueva orientación de escala mundial a favor de la conservación de los recursos naturales y de la adopción de modelos de desarrollo sustentable, viene abriéndose camino en la mayoría de países, pero este paso puede y debe acelerarse para vencer las tendencias todavía demasiado fuertes de la deforestación y desaparición de ecosistemas, que, como es bien sabido, se alimentan a sí mismas al derivar en mayor pobreza y desintegración social.

Tenemos que decirlo con todas sus palabras que muchos de nosotros, pudiendo ayudar no lo hemos hecho, con el injustificado pretexto de que tenemos cubierta nuestra cuota ambiental con el planeta y con la humanidad al contar con suficientes bosques, como si los problemas forestales y ambientales en general no pudieran circuscribirse en un contexto más amplio de pobreza, aislamiento, ignorancia y explotación externa. Pongo el ejemplo de países africanos como Níger, donde la tierra, pobre de por sí, es llevada a un extremo proceso de desertificación para satisfacer elementales necesidades energéticas, pero actuamos como si la precaria cubierta forestal de Níger no estuviera en este mundo.

Todo nos concierne, lo que está cerca y lo que está lejos en los múltiples ámbitos de este planeta. Alguna culpa nos pertenece por la pobreza y debieran conmovernos sensiblemente las carencias y sufrimientos de grandes poblaciones que aportaron o continúan aportando sus recursos naturales para garantizar el bienestar de las naciones ricas.

Millones de personas son orilladas actualmente a azarosas migraciones. 450 mil africanos arriban a Europa cada año buscando sobrevivir en medio de la discriminación y el odio racial; 160 mil paisanos míos dejan anualmente sus raíces en el campo para integrarse a los sustratos sociales más pobres de las ciudades; otros 140 mil se alejan a otros países en una aventura cada vez más incierta, cuando esto es evitable si la asistencia técnica y financiera se da en el terreno de los hechos, buscando que los proyectos queden consolidados y en plena marcha, para que las poblaciones tengan una alternativa de mejor vida en sus propios territorios.

Algunos países desarrollados suelen creer que con aportar una apoyo financiero en efectivo o en especie ya cubrieron el expediente de la ayuda externa, pero no es así. Otros piensan que el hecho de contar con muchos bosques los exenta de la problemática ambiental del mundo. En la Comisión Nacional Forestal estamos convencidos de que el mejor recurso con que cuenta nuestro país es su propia gente, porque cada persona es en sí misma un universo de posibilidades y una fuente generadora de riqueza para sí misma y para otras, por ello pensamos que sin un contenido humanista de fondo y de carácter universal, la ayuda internacional carece de sentido porque sólo prolonga o profundiza los problemas.

Somos testigos de proyectos exitosos de asistencia externa, como el Procymaf en México, con apoyo del Banco Mundial por 20 millones de dólares, en el contexto del largo plazo, destinando recursos para la capacitación de las comunidades indígenas en el manejo sustentable y autogestión de sus recursos naturales. Los resultados están a la vista. La CONAFOR está reforzando el Procymaf y extendiendo su campo de acción cada vez más porque está comprobada su eficacia para avanzar e la conservación de los recursos.

Pero estos son los casos de excepción, no la regla, y los proyectos son tan pequeños que en muchos países no desencadenan procesos de envergadura nacional. Se requiere un proceso y una estrategia de acompañamiento de las comunidades forestales mucho más amplio en el espacio y en el tiempo, con mucha más profundidad moral y solidaridad en sus fines y mucho más ambicioso en sus objetivos y metas.

En los próximos años, lo decimos con total convicción, las inversiones más rentables y fructíferas para el desarrollo forestal sustentable, serán aquellas orientadas a las personas, es decir, las que estén fincadas en promover y propiciar el desarrollo personal, para que cada individuo sea un agente que propicie la generación de mejores expectativas para sus familias y para las comunidades que habitan en los bosques o viven de ellos, pero estas inversiones sólo tendrán eficacia si cada proyecto cuenta con un seguimiento puntual por parte de su fuente de apoyo, superando la perniciosa costumbre de subsidiar la pobreza con el propósito no declarado de apagar focos de inconformidad o rebelión social.

Nosotros estamos profundamente inconformes y preocupados porque los principales intereses y pronunciamientos de la política económica internacional continúan teniendo un enfoque desvinculado de las necesidades reales de las comunidades poseedoras de recursos naturales; aunque parezca un lugar común decirlo, lo cierto es que no se ha superado la visión ególatra y excluyente que considera a los países pobres como abastecedores y eternamente deficitarios, sin que se reconozca en ellos otro tipo de necesidades, otro universo de aspiraciones de orden social o cultural y de alto nivel humano.

De allí que continúen en forma ininterrumpida los procesos generadores de pobreza. Las zonas rurales de México, por ejemplo, ven partir cada año hacia las grandes ciudades o al extranjero, a sus jóvenes, su patrimonio vital, en proporciones dolorosas que ya antes mencionamos y que significan para el actual gobierno un impostergable desafío, porque con ello nuestro campo se desangra lastimosamente. Hace 50 años la población urbana de México era de 25% y el resto habitaba en comunidades menores de 5 mil habitantes. Hoy es exactamente al revés, con toda su secuela de insuperables conflictos y problemas sociales.

México es catalogado como uno de los diez países que más deforestan a escala mundial; este proceso actualmente se encuentra a la baja, pero lo que a ello contribuye en mayor escala es el envejecimiento de los campesinos y es la migración que deja en el abandono las tierras deforestadas que paulatinamente cicatrizan recuperando su vegetación original, por lo que no podemos vanagloriarnos de estar restaurando ecosistemas ni adoptar una actitud triunfalista mientras esto no se dé paralelamente con el arraigo de los pobladores, con base en proyectos alternativos que por una parte recuperen el ecosistema y por otra representen una opción generadora de empleos decorosos y de una mejor existencia.

Para lograr este tipo de éxito en la gestión forestal la CONAFOR tiene programas operativos y un presupuesto del orden de 2,600 millones de pesos, pero los impactos están todavía muy por debajo de la recomendación del Programa de Largo Plazo que recomienda una inversión anual del orden de 12 mil millones de pesos, por lo cual cabe hacer aquí un planteamiento de central importancia para el desarrollo forestal de largo plazo en el mundo subdesarrollado:

México es un mercado importante de productos forestales maderables y no maderables que crece 5% cada año. Sus importaciones superan los 5 mil millones de dólares y su déficit externo en materia forestal es del orden de 3,600 millones de dólares, lo cual da idea del vasto campo de oportunidad para la inversión en producción forestal.

Los países desarrollados tienen cada vez mayor oferta y menores necesidades internas de productos forestales. Los subdesarrollados, en cambio, son mercados emergentes de materia prima forestal por el crecimiento de sus poblaciones y economías. Estos países pueden tener un crecimiento forestal y la producción de los servicios ambientales que reclaman sus poblaciones con base en plantaciones comerciales en las que puede participar la inversión extranjera, De lo contrario, con la invasión de sus mercados por materiales extranjeros baratos, para competir, las comunidades locales incrementarán la extracción ilegal y el uso no sustentable de los recursos que aún poseen, agravando con ello la problemática ambiental y social y los serios problemas derivados de la migración.

No podemos cegarnos más a estas realidades y seguir siendo consecuentes con ellas al no ofrecer soluciones de fondo, ni podemos reducir la problemática forestal y la ambiental que conlleva como si fuera un asunto de exclusiva responsabilidad local. Objetivamente, el mundo entero es responsable de una forma u otra de la actual realidad forestal y es tiempo de una participación más decisiva de quienes conducimos las políticas forestales.

Cabe entonces hacer un alto en el camino y aprovechar foros como éste para reflexionar en una estrategia que recompense el esfuerzo de quienes ya han definido un rumbo con perspectivas de largo plazo, impulsando la inversión y el financiamiento en la actividad forestal bajo un esquema que deje a salvo tanto la dignidad como los intereses de cada parte, para contribuir tanto a la recuperación de ecosistemas como en el arraigo de poblaciones en sus lugares de origen.

Propongo a la comunidad internacional aquí presente un programa de diez puntos para promover la actividad forestal en los países que más lo necesiten:

1. Impulsar la inversión extranjera en países no desarrollados en las plantaciones forestales comerciales maderables y no maderables.

2. Promover la formación de clusters forestales de escala internacional en países clave.

3. Impulsar la integración de cadenas productivas en regiones forestales marginadas o en lugares donde se localicen procesos intensivos de deforestación o de migración.

4. Promover la asociación equitativa de comunidades poseedoras de recursos forestales o biogenéticos con empresarios nacionales o internacionales.

5. Ofrecimiento de becas para estudiantes de países no desarrollados en temas clave para el desarrollo forestal.

6. Establecer esquemas de financiamiento internacional con créditos preferenciales para proyectos forestales de gran envergadura que generen empleo permanente y servicios ambientales en zonas de baja gobernabilidad.

7. Promover las compensaciones por servicios ambientales de empresas transnacionales para favorecer la conservación y buen manejo de bosques en países poseedores de bosques con comunidades en condiciones de pobreza extrema.

8. Impulsar la participación de gobiernos locales y de organismos sociales en las decisiones y formulación de políticas bajo el esquema de federalismo forestal.

9. Reformar la legislación para garantizar los derechos de las comunidades sobre sus recursos y las posibilidades de asociación equitativa en la integración de cadenas productivas.

10. Fortalecer continuamente la capacitación, el intercambio de conocimientos y transferencia de tecnología a nivel internacional.

Por ahora sería ilusorio pensar que el mundo se puede componer solamente con base en buenos planes y programas de largo plazo si no se cuenta con el ingrediente de políticas gubernamentales que otorguen al tema forestal la importancia que tiene, y con dos factores fundamentales como son el apoyo técnico y científico y presupuestos adecuados.

Ya es hora de bajarle el ritmo a los continuos foros, cumbres y congresos y hacer realidad la colaboración internacional al nivel que se requiere y no como sedantes que se aplican a un enfermo incurable. Ya es hora de que quienes gastamos dinero público escaso en asistir a estos eventos regresemos con las manos llenas de acuerdos concretos y realizables en lo inmediato.

Ya basta de que el país poderoso le diga al débil “aquí tienes estos dólares para tu programa de incendios o de germoplasma”. En México ya no queremos eso sino otro tipo de cooperación en la que ofrecemos la reciprocidad equivalente; una cooperación como la que se da en otras áreas, donde un país se involucra a fondo con otro buscando superar una necesidad pero con visión de largo plazo y sin ninguna duda o reticencia.

En el área militar, por ejemplo, vemos el despliegue que a veces realiza un país extranjero para que una fuerza local sea competente para suprimir un foco de subversión. Porqué mejor no capacitar y aportar lo necesario para eliminar el potencial subversivo en sus mismas raíces y causas. Es más barato y rentable porque tiene rendimientos positivos continuos en el largo plazo.

Con el mismo gusto y amor debemos ser capaces de plantar un árbol o educar a una persona en Mongolia o en Argentina, en Canadá o en México, porque el mundo es uno, porque el árbol del sur se comunica a través del viento o de los pájaros con el árbol del norte, porque el ecosistema que fortalecemos en Australia o en Brasil, fortalece y retribuye a los demás ecosistemas y seres del mundo.

Creo que debiera ser posible entendernos en términos universales equivalentes a los que emplea la naturaleza para relacionar y hacer intendependientes los ecosistemas a escala mundial. Cada uno de nosotros tiene en sus manos una grave responsabilidad que afecta a muchas personas; ojalá que estas manos, todas las manos que ahora extendemos aquí buscando un entendimiento civilizado y generoso y la creación de un marco mundial de cooperación sin antecedentes en beneficio de los bosques y de quienes de ellos dependen, se estrechen ahora como nunca antes lo hicieron, con el intento inflexible de forjar una nueva promesa, tangible y concreta, que se refleje pronto en todas las regiones del mundo y logremos tener bosques y selvas para siempre.

Carretera a Nogales esq. Periférico Poniente S/N 5to. Piso, Col. San Juan de Ocotán, C.P. 45190, Zapopan, Jalisco, México. Tel +52 (33) 3777-7047. Fax +52 (33) 3110-0820. E-mail: [email protected]


[1] Director General de la Comisión Nacional Forestal.