Miles de agricultores han reinventado las prácticas agrícolas de conformidad con los principios agroecológicos para responder simultáneamente al cambio climático y a la pandemia COVID-19, sin reducir la producción en las aldeas del interior de Manica, en el centro de Mozambique, donde la pobreza es implacable y el hambre acecha.

La FAO, junto con la organización local "Fungaizano", ha estado trabajando con los agricultores para desarrollar y aplicar técnicas de conservación en sus campos de cultivo, incluida la rotación de tierras, la gestión de cultivos, el compostaje y el uso de plaguicidas orgánicos, como parte de los consejos que se dan para resistir al cambio climático. Sin embargo, con la situación actual de la pandemia COVID-19, se están llevando a cabo varias campañas de medición para mitigar el impacto de la pandemia mediante la reducción de los racimos en los huertos (machambas) y la reorientación para trabajar en pequeños grupos para prevenir la pandemia.

Los agricultores están unidos en la asociación "Fungaizano" que forma parte de la red de escuelas de Machamba do Camponês (EMC). La iniciativa de la FAO tiene por objetivo apoyar a los agricultores mediante la integración de conocimientos y prácticas mejoradas de agricultura de secano en las zonas rurales para producir y garantizar la seguridad alimentaria y nutricional.

La FAO está utilizando una red de 600 escuelas, que abarcan más de 18.000 agricultores en seis provincias del país, para transmitir los mensajes de prevención de COVID-19 y asegurar que la pandemia no sea una amenaza para la producción de alimentos en las comunidades rurales. Al mantener la protección de los agricultores y la producción de alimentos, la FAO centrará su apoyo en la distribución de semillas de hortalizas y cereales, para que la población tenga una fuente de alimentos garantizada para los tiempos venideros.