En América Latina, numerosos movimientos de agricultores, organizaciones de la sociedad civil y científicos comprometidos con el sector público, han formado el movimiento agroecológico como respuesta a la crisis agrícola y alimentaria que se deriva fundamentalmente de la aplicación y expansión de la agricultura intensiva. Mediante este movimiento se pretende redefinir el vínculo entre los alimentos, el suelo y los territorios de producción, así como las relaciones sociales en las que se adquieren y consumen los alimentos. La agroecología propone una visión sistémica de la producción  considerando no sólo la regeneración del suelo y las relaciones ecológicas de los agroecosistemas, sino también la mejora del trabajo y la identidad de los agricultores.

los 10 elementos de la agroecología representan un cambio en los paradigmas que rigen la producción, el cultivo y la distribución de los alimentos, así como los efectos en los agroecosistemas. En este documento los autores sostienen que la agroecología tiene el potencial de restaurar la importancia y el reconocimiento de las prácticas agrícolas que han estado presentes en los territorios durante varias generaciones y que se mantienen vitales a través de la memoria biocultural.

La alianza entre agricultores, científicos y organizaciones de la sociedad civil se está extendiendo y es necesario seguir fortaleciéndola, para asegurar que la agroecología se incorpore a la corriente principal y reconozca la memoria biocultural en su núcleo. Si bien los conocimientos bioculturales dan consistencia y coherencia a los esfuerzos por incorporar la agroecología, el agente vinculante más tangible de todos esos elementos es la justicia socioambiental. A falta de una justicia socioambiental que garantice el acceso a semillas gratuitas, tierra y agua sanas a fin de mantener relativa a los alimentos, todos estos fundamentos carecerán de la base sobre la cual construir la sociedad y la vida que los territorios merecen.