Se necesitaba un paradigma de revolución para establecer los sistemas de conocimientos necesarios para lograr la soberanía alimentaria y la agroecología. Este concepto requiere la construcción de conocimientos técnicos y relacionados con las políticas, modelados de manera activa por los productores de alimentos y los consumidores, sin recurrir a la investigación verticalista de instancias superiores, ni a la hegemonía del cientificismo, la privatización de la investigación y la mercantilización del conocimiento. En este último capítulo se propone un enfoque bidimensional para mecanizar la transmisión del conocimiento, con ejemplos ilustrativos que pueden mejorarse: el fortalecimiento de las redes horizontales de investigación e innovación autogestionadas de base; y la fundamental transformación y democratización del público.