La transición agroecológica implica repensar la forma de apoyar a los agricultores en sus cambios de prácticas. Las Escuelas de Campo de Agricultores son un mecanismo eficaz en este sentido, ya que fomentan la capacidad de los agricultores para experimentar, producir conocimientos e innovar de forma independiente. Sin embargo, es esencial que estos servicios de asesoramiento se apliquen correctamente, lo que tiene implicaciones para la comunidad de investigación y desarrollo. Un estudio realizado en el África subsahariana muestra que, tras participar en las escuelas de campo para agricultores, es más probable que los agricultores realicen cambios en sus propias explotaciones si han participado en el proceso de toma de decisiones de la escuela de campo para agricultores. Estos cambios pueden ponerse de manifiesto mediante métodos de evaluación cualitativa centrados en la contribución al impacto. Las escuelas de campo de agricultores también se benefician de la inclusión de las mujeres, los jóvenes y los agricultores más pobres, categorías que a menudo están excluidas de los servicios de asesoramiento agrícola convencionales, pero que se reconocen como impulsores de la innovación agroecológica. Por último, debe haber espacio para que los objetivos de las escuelas de campo evolucionen con el tiempo, a fin de ajustarse a las condiciones locales, ya sean ambientales o socioeconómicas.