A lo largo de las tres últimas décadas, las Escuelas de Campo para Agricultores (ECA) han demostrado ser un enfoque eficaz de desarrollo de capacidades, aprendizaje y descubrimiento para ayudar a las poblaciones rurales a innovar con mayor claridad y propósito, al tiempo que desarrollan las habilidades sociales necesarias para la transformación y el empoderamiento rural. Las diversas aplicaciones forestales y agroforestales de las ECA demuestran un gran impacto en el fomento de la conciencia ecológica y el desbloqueo de las capacidades creativas en la resolución de problemas.

Se anima a los productores a apropiarse del cambio que se está produciendo a nivel local. Las ECA en silvicultura y agroforestería pueden ayudar a las familias rurales y a las organizaciones de productores a desarrollar múltiples formas de reducir los impactos medioambientales de la agricultura y contribuir a rehabilitar las ecologías y restaurar los ecosistemas. Las experiencias de las ECA en todo el mundo muestran un enorme potencial para hacer avanzar la silvicultura y la agrosilvicultura a pequeña escala. Aplicando el enfoque de las ECA a la agrosilvicultura y la silvicultura, es posible:

1. Permitir que los agricultores familiares desarrollen los conocimientos, habilidades y organización social necesarios para lograr una administración más regenerativa de los recursos naturales en y a través de la agricultura familiar y a pequeña escala, y contribuir colectivamente a los objetivos de sostenibilidad y cambio climático;
2. Apoyar la extensión forestal centrada en las personas y la silvicultura comunitaria demostrando el papel clave de una mejor educación y comprensión ecológica para potenciar el cambio en las comunidades rurales;
3. Desarrollar la "capacidad de respuesta", es decir, la capacidad de los pequeños productores para responder a los retos de la agricultura, la alimentación y la gestión de los recursos naturales con una creatividad, unos conocimientos y un desarrollo tecnológico renovados;
4. Desarrollar múltiples formas de reducir el impacto medioambiental de la agricultura, garantizando al mismo tiempo la seguridad alimentaria y la nutrición y contribuyendo a la restauración de los ecosistemas, a la mitigación del cambio climático y a la adaptación al mismo, así como a la conservación de la biodiversidad.