Sanidad animal

Fauna silvestre

La fauna silvestre y la biodiversidad contribuyen a mantener la salud de los ecosistemas, que a su vez benefician a los sistemas alimentarios y la agricultura sostenibles. Asimismo, la conservación y gestión sostenible de la fauna silvestre ayudan a reducir el hambre y la pobreza.

La fauna silvestre, el ganado, los seres humanos y el medio ambiente guardan una estrecha relación. Es importante entender la forma en que las enfermedades pasan de una especie a otra, se transmiten y se propagan para poder proteger a los animales salvajes y domésticos, así como a los seres humanos. Ser conscientes de este proceso fortalecerá nuestros ecosistemas compartidos y, en última instancia, salvaguardará la salud humana, los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria. (véase también el Programa de Gestión Sostenible de la Flora y Fauna Silvestres de la FAO).

La División de Sanidad Animal de la FAO aplica un enfoque de “Una sola salud” para promover el conocimiento de determinadas enfermedades y las intervenciones en el ámbito del contacto con la flora y fauna silvestres, incluida la prevención de enfermedades que pueden transmitirse a los animales domésticos y a las personas. A continuación, puede consultar las medidas con base empírica.


Un mundo conectado y en evolución

Las interacciones entre los seres humanos, el ganado y la fauna silvestre son cada vez más comunes.

Este mayor contacto permite que los agentes patógenos infecten a nuevas especies de huéspedes. La fauna silvestre, incluidos los murciélagos, los primates y los roedores, son una fuente de varios microbios y un importante reservorio de agentes de enfermedades infecciosas emergentes.

La deforestación, la explotación de los recursos naturales, la expansión de las zonas urbanas en terrenos rurales o el pastoreo en campos compartidos con la fauna silvestre aumentan el contacto entre los seres humanos, el ganado y los animales silvestres. La inseguridad alimentaria puede ocasionar el desplazamiento de personas y animales domésticos a zonas con más fauna silvestre, o el aumento de la caza de animales salvajes para alimentarse.

Esta interfaz no solo se ve reforzada por la invasión humana de los hábitats silvestres, sino también por los animales salvajes que viven en entornos dominados por el hombre o que se ven obligados a trasladarse a zonas urbanas debido a la desaparición de sus hábitats, los fenómenos meteorológicos extremos o los incendios. Asimismo, el cambio climático está provocando que las zonas geográficas que habitan las especies silvestres se reduzcan o amplíen, o que estas se trasladen a zonas distintas, donde pueden entrar en contacto por primera vez con seres humanos y ganado e introducir agentes patógenos en ese nuevo ecosistema. Un clima más cálido también provoca la expansión de parásitos y vectores de enfermedades como los mosquitos.

Esta mayor interacción conlleva un mayor riesgo de propagación de nuevas enfermedades infecciosas entre la fauna salvaje y el ganado. Esta circunstancia puede afectar enormemente a la seguridad alimentaria, la nutrición y los medios de vida de las personas vulnerables, y puede tener un impacto directo en la salud humana cuando los patógenos son zoonóticos (capaces de infectar tanto a las personas como a los animales). El riesgo de transmisión de enfermedades es aún mayor en explotaciones de corral, donde es difícil mantener un elevado nivel de bioseguridad y donde los seres humanos, el ganado y la fauna silvestre suelen vivir en contacto directo.

Los esfuerzos de conservación también pueden verse seriamente amenazados cuando son las enfermedades humanas y epizootias las que se transmiten a la fauna salvaje.

Medidas con base empírica

La FAO ha logrado avances considerables y sigue trabajando para integrar aún más las cuestiones relativas a la fauna silvestre en el control de la aparición, el contagio y la propagación de enfermedades a los seres humanos y los animales domésticos, con especial hincapié en los siguientes aspectos:

  • Comprender las interacciones entre los agentes patógenos humanos, del ganado y de la fauna silvestre mediante el enfoque de “Una sola salud”.
  • Mapear las tendencias mundiales de las enfermedades infecciosas en la interfaz entre fauna silvestre, ganado y medio ambiente.
  • Elaborar previsiones para identificar las zonas de alto riesgo de propagación de enfermedades.
  • Controlar los agentes patógenos en la interfaz entre animales domésticos y silvestres.
  • Desarrollar capacidades en materia de vigilancia de la fauna silvestre y la ecología de las enfermedades.

Algunos ejemplos específicos:

  • Comprender el papel de las aves silvestres y la propagación de las cepas de la gripe aviar estudiando las redes de migración, alertando a los países en situación de riesgo y publicando directrices sobre la interacción entre las aves silvestres y las domésticas.
  • Crear modelos relativos a la distribución de la peste porcina africana en los jabalíes y ofrecer formación y asesoramiento especializados para mejorar la vigilancia y prevenir la transmisión de la enfermedad a las poblaciones de cerdos domésticos.
  • Mapear las enfermedades transmitidas por vectores - como la fiebre del valle del Rift y la tripanosomiasis africana - en relación con los patrones meteorológicos para comprender el impacto del cambio climático en la propagación de las enfermedades.
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