FAO en Argentina

La sociedad demanda información clara y precisa, advierten desde la FAO por la Ley de etiquetado

25/10/2021

Este martes 26 de octubre se tratará en Diputados el proyecto de ley de Alimentación Saludable cuyo “plato fuerte” es el etiquetado frontal de alimentos. Una oportunidad para cambiar hábitos y contribuir a una alimentación saludable.

 Su nombre formal es Ley de Promoción de Alimentación Saludable, pero se la conoce como “Ley de Etiquetado” por la propuesta de colocar un etiquetado frontal con forma de octógonos negros como advertencia en ciertos alimentos de consumo masivo. El proyecto de ley, que se tratará en Diputados este martes 26 de octubre, comprende una serie de regulaciones recomendadas por expertos y organismos internacionales entre las que se incluyen la ya mencionada de etiquetado en los envases de productos con exceso de azúcares, grasas saturadas, grasas totales y sodio; la protección de los entornos escolares y la regulación de la publicidad, promoción y patrocinio de productos comestibles no saludables dirigidos a niños, niñas y adolescentes. 

Todos estos aspectos contribuyen a la prevención del sobrepeso, la obesidad y las enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación, a la protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes, y a la mejora de los sistemas alimentarios.

Por ser un tema tan relevante es que distintas organizaciones, expertos y representantes de la sociedad civil apoyan esta iniciativa. Según Tito Efraín Díaz, representante interino de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Argentina, hoy la sociedad demanda información clara, precisa y oportuna sobre los alimentos, quiere saber de dónde provienen, quién los produce y qué nutrientes aportan: “Por eso esta ley llega en un momento justo para impulsar un cambio en los hábitos alimenticios y generar conciencia en la sociedad, que redundará en bienestar social, económico y ambiental; en este contexto, la industria alimentaria tiene la oportunidad de ser innovadora y contribuir a una alimentación saludable”. 

Por su lado, Daniela Godoy, oficial superior de Políticas de FAO para América Latina y el Caribe, destaca los fundamentos deeste proyecto de ley desde el punto de vista jurídico y técnico, basado en evidencia en el perfil de nutrientes de la OPS OMS. “Ya hay pruebas de cómo los octógonos facilitan la comprensión sobre qué contienen los alimentos y cambian el tipo de compra”, explica.  “En Chile la ley impactó en la industria, que cambió la calidad de los alimentos disminuyendo las cantidades de azúcar y de sodio, brindando así productos más saludables al tiempo que no tuvo impacto negativo en salarios ni empleos. FAO apoya esta ley porque garantiza el derecho a una alimentación adecuada y segura, ´sin dejar a nadie atrás´”. 

Para Verónica Risso Patrón, coordinadora del Programa Nacional de Alimentación Saludable y Prevención de la Obesidad del Ministerio de Salud de la Nación, el proyecto de ley es un modelo de normativa de política integral que cumple con las mejores recomendaciones de salud pública para la promoción de una alimentación saludable. “El sistema de advertencias propuesto promueve una selección informada de alimentos y garantiza el derecho del consumidor a la información y cuenta, además, con el sistema de perfil de nutrientes que mayor concordancia ha demostrado con las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA)”, destaca.  “Al mismo tiempo los argumentos y temores de la industria son infundados ya que está probado por la experiencia de otros países que la aplicación de este modelo no ha provocado pérdidas de puestos de trabajo ni ningún tipo de pérdidas económicas; la industria se ve ante la posibilidad de producir productos menos nocivos para la salud”.

Florencia Lampreabe, diputada nacional del Frente de Todos, hace hincapié en que nunca en la historia de la humanidad estuvimos tan lejos de saber qué son y donde se producen los alimentos que consumimos cotidianamente: “Esta ley es el derecho a la información para saber qué comemos y de donde viene; las enfermedades que acarrea la malnutrición son un tema de salud pública fogoneada por publicidad engañosa que alimenta los intereses de las corporaciones alimentarias. Y esto afecta más a las poblaciones más vulnerables, por eso esta ley es una herramienta de soberanía alimentaria”. 

En palabras de Elizabeth Kleiman, responsable del Área Programas Sistemas Agroalimentarios Sostenibles– Representación de la FAO en la Argentina, el país tiene una oportunidad histórica para capitalizar el esfuerzo invertido en la construcción de esta ley y los consensos alcanzados y materializados con la media sanción del Senado en 2020: “Es clave avanzar en esta medida de política integral vinculada al derecho humano de la alimentación saludable, facilitada con el derecho a la información y a la salud, en especial de niños, niñas y adolescentes que hoy ya tienen altas tasas de obesidad y, de no tomar medidas como estas a tiempo, se engrosarán aún más los ya altos índices de obesidad para la población adulta de mañana, y la sociedad no podrá expresar ni su potencial ni alcanzar su pleno desarrollo, generando más limitaciones a las que ya hay en el país, producto de las vulnerabilidades y desigualdades”, advierte la especialista, a la vez que destaca el enorme trabajo de las entidades de la sociedad civil que se han organizado, complementado y articulado en una gran campaña de concientización (#EtiquetadoclaroYa) para que este tema tome estado público en la agenda y no se dilate más. “Marcamos nuestro apoyo al Etiquetado Frontal junto con UNICEF y OPS, y confiamos en que sea ley”, concluye.

Ignacio Porras es licenciado en nutrición (MN 7270) y cree firmemente en la “comida real” al punto que, cansado de escuchar el mismo discurso nutricional de siempre, fundó SANAR, Sociedad Argentina de Nutrición y Alimentos Reales. Y sostiene que los ultraprocesados no son alimentos sino diseños de la industria alimentaria elaborados con residuos de la producción primaria como azúcares refinados, harinas, aceites, grasas y sal, ingredientes baratos y que generan mucha adicción: esa sensación de no poder parar que todo el mundo ha experimentado con algún producto de bolsa o paquete. En este contexto, considera que la Ley de Etiquetado es urgente y promueve la figura de un consumidor consciente, que pueda elegir con información clara y que sepa por qué compra lo que compra. 

“Cuando dejamos librada nuestra alimentación al mercado y consumimos productos donde es otro quien eligió los componentes (como ocurre con los ultraprocesados) somos más vulnerables, por eso promovemos un consumidor consciente y participativo. A la vez se sabe que a nivel macro no deciden las personas sino las políticas públicas y aquí se plantea el tema del acceso: en los supermercados el 75% de la superficie está destinada a productosultraprocesados al igual que las promociones, que siempre se dan sobre estos productos mientras que solo el 6% de la población argentina consume 5 porciones de vegetales y frutas por día. Esta cifra no es casual”.

Ya se sabe que estos productos son nocivos para la salud pero se siguen consumiendo. ¿Por qué?

Es que el trabajo de la industria ha sido muy prolijo, constante y paciente. En mi infancia la gaseosa era de fin de semana pero se relacionaba con momentos de alegría y festividad, entonces, cuando crecemos lo seguimos asociando inconscientemente a los buenos momentos. Al mismo tiempo, a través del neuromarketing, los ultraprocesados fueron reemplazando los alimentos y llevando la publicidad a la mesa, como ocurre, por ejemplo, con el sachet de mayonesa o la botella de gaseosa. Estos productos se han adueñado de la “comensalidad”. 

Muchas personas argumentan que comen así porque “es lo que les gusta”. ¿Cuál es su opinión? 

Que esto ocurre porque tenemos el paladar saturado. Los ultraprocesados manejan expectativas de mucho salado y mucho dulce, entonces es muy difícil percibir otros sabores como el de la fruta, que es más sutil.  Además, las mismas publicidades se han focalizado en asegurar que mejorar el humor y hasta llegar a la felicidad se logra con el consumo de los productos. La industria comunica al azúcar como energía.

¿Entonces “creemos” que elegimos pero estamos muy lejos de eso?

Sólo el 13% de la población sabe lo que come o entiende los rótulos. Es muy difícil tener conciencia sobre lo que se consume, por eso en verdad no elegimos nuestra alimentación, estamos en piloto automático. Sin información no hay elección libre y hay un engaño permanente al consumidor. 

¿Por eso hace falta la Ley de Etiquetado Frontal?

Exacto. Esta ley viene a cubrir los vacíos que la ley actual permite. El Código Alimentario Argentino no contemplala prevención de las enfermedades no transmisibles, sino que se basa en la inocuidad de un alimento, es decir, que cuando uno lo coma no se intoxique. Por ejemplo, una gaseosa es inocua porque no da diarrea pero no se analiza si, a largo plazo, genera diabetes como ya lo indican muchísimos estudios científicos. Por eso la Ley de Etiquetado viene a dar una perspectiva sobre las enfermedades crónicas no transmisibles (obesidad, hipertensión, etc.) que son la principal causa de muerte en la Argentina.

Sabiendo todo esto es llamativo que muchos nutricionistas sigan recomendando mermeladas light o panes envasados. ¿Por qué hay tanta resistencia a cambiar? 

Es que la industria alimentaria se mete en nuestra formación académica a través de las capacitaciones y de las invitaciones gratis a congresos en cualquier lugar del mundo. En esencia, nos forman ´para la góndola´: uno termina la carrera de Nutrición y no tiene idea de cuánto tarda en crecer una espinaca pero sí sabemos al detalle cuántos carbohidratos tiene el ultimo turrón que sacó tal empresa. Y la única forma de salir de ese círculo es leyendo, cuestionando todo y brindando acceso a información genuina y clara. También por eso la Ley de Etiquetado es urgente.