FAO en Argentina

América Latina y el Caribe logró el Objetivo de Desarrollo del Milenio relativo al hambre

22/09/2014

Raúl Benítez, Representante Regional de la FAO

Las últimas estimaciones de la FAO indican que la reducción del hambre en el mundo continúa. Según el informe El Estado de la Inseguridad Alimentaria 2014 (SOFI, por sus siglas en inglés) actualmente hay 209 millones de personas menos que en 1990/92, desde cuya fecha la proporción de personas subalimentadas ha disminuido de 18,7% a 11,3%. Sin embargo, a pesar del progreso general, una de cada cuatro personas en África subsahariana sufre hambre y Asia todavía tiene el mayor número total de personas subalimentadas.

América Latina y el Caribe es la región que mayores avances ha hecho en la reducción del hambre a nivel global. Según el SOFI, ya ha alcanzado la meta referida al hambre fijada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), reduciendo su proporción de personas que sufre subalimentación de 15.3% en 1990/92 a 6.1% en la actualidad. El número total de personas que viven subalimentadas en la región también ha bajado, desde 68.5 millones en 1990-92 a 37 millones en 2012/14, lo que significa que en poco más de dos décadas, 31.5 millones de hombres mujeres, niñas y niños superaron el hambre, lo que lleva a la región a estar cerca de cumplir la meta más exigente de la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996, que busca reducir el número total de personas que sufre hambre.

Esto es fruto de los esfuerzos de los gobiernos nacionales, pero refleja un compromiso político del más alto nivel: diez años atrás, la región fue la primera en adoptar la meta de erradicar completamente el hambre, a través de la Iniciativa América Latina y el Caribe Sin Hambre y sus resultados demuestran que si la seguridad alimentaria se convierte en una prioridad de Estado, el derecho a la alimentación puede convertirse en una realidad.

Este compromiso decidido se ha fortalecido a todo nivel. En el ámbito regional, la seguridad alimentaria es una prioridad del plan de acción de la CELAC, y los organismos subregionales como MERCOSUR, CARICOM, CAN, SICA, ALBA y Petrocaribe están implementando proyectos, leyes y programas para atacar tanto las causas profundas como las situaciones más urgentes de inseguridad alimentaria.

En los países se puede observar el mismo entusiasmo. Los gobiernos de la región están combinando fomento productivo, crecimiento económico y políticas sociales, con un énfasis especial en las medidas que buscan atacar la causa principal del hambre en la región: la falta de acceso a los alimentos por parte de los más pobres. Brasil ha sumado el programa Brasil Sin Miseria a los éxitos de su  estrategia Hambre Cero, México implementó la Cruzada Nacional Sin Hambre y un total de veintiún países apoyan a los sectores vulnerables mediante transferencias condicionadas de ingresos, las que hoy alcanzan a más de 120 millones de personas. Los gobiernos también están creando círculos virtuosos al abastecer sus programas de alimentación escolar con insumos de la agricultura familiar, fortaleciendo la nutrición infantil y el desarrollo de los pequeños agricultores.

Los avances alcanzados dan razones para el optimismo, pero es importante notar que aún hay países que se encuentran lejos de alcanzar el la meta de erradicación del hambre, y casi la mitad de ellos tienen una prevalencia de subalimentación superior al 10%. No sólo hay diferencias entre países, sino que dentro de los mismos hay focos geográficos y zonas donde la pobreza y la inseguridad alimentaria prevalecen. Esto es particularmente cierto en las zonas rurales, donde la pobreza afecta al 52% de la población y la indigencia alcanza el 30%, y para los pueblos indígenas, cuyos índices de pobreza en algunos casos pueden ser hasta seis veces más alto que el del resto de la población. Las mujeres también requieren de políticas específicas, ya que la proporción  de pobreza e indigencia femenina ha aumentado en la región, a pesar de que la pobreza general ha disminuido en las últimas décadas.

Las soluciones de los problemas como la erradicación del hambre y la realización de los derechos humanos básicos necesariamente requieren de un esfuerzo concertado, continuo y progresivo. Para darle una respuesta rápida a los 37 millones de hombres, mujeres, niños y niños que aún viven con hambre debemos aunar las energías de la sociedad en su conjunto. Los gobiernos deben colaborar a través de la cooperación Sur Sur y mediante la profundización del trabajo de los organismos como la CELAC para apoyar a los países más rezagados de la región.

Si se declama un destino común y se pretende fortalecer la integración económica, política y social de nuestra región, es imprescindible que nuestros problemas básicos y su abordaje también sean comunes, ya que la subalimentación afecta la capacidad de aprendizaje y salud de la población, determinando menor competitividad de las economías y reduciendo las oportunidades de trabajo y la calidad de vida de sus habitantes.

Pero la erradicación del hambre no es tarea exclusiva de los gobiernos; la sociedad civil, los productores y las ONG’s son también socios estratégicos cuyas organizaciones de base, experiencia y entusiasmo son fundamentales. El sector privado y empresarial, por su parte, debe fomentar la responsabilidad social empresarial y el comercio justo,  evitando la intermediación espuria y el efecto de la especulación financiera sobre la economía, la cual genera enormes ganancias para unos pocos a expensas del bienestar de todos.

Este año celebramos un gran logro regional, el reto por delante es  consolidar los avances, redoblar los esfuerzos en los países rezagados a través de la cooperación regional, y aprender de las experiencias que han dado los mejores resultados para construir el camino que nos llevará a ser la última generación en tener que convivir con el hambre en América Latina y el Caribe.