FAO en Argentina

La alegría de construir una casa gracias a bolsones ecológicos

04/10/2016

Descubrir los bolsones de verdura ecológica ha permitido a Olga Campos, productora de hortalizas orgánicas de 39 años, hacer realidad su mayor sueño: construir su propia cosa. Ella tiene una vida social muy activa: trabaja en la quinta del Centro Agrícola El Pato de Berazategui (provincia de Buenos Aires); es ama de casa; tiene 7 hijos, un nieto de un año y medio; participa en una cooperativa y en las tardes va a la escuela.

En esta nota Olga explica su día a día en la quinta, lo feliz que le hace cortar la chaucha y cómo gracias a su sacrificio y el programa "Ellas hacen" ha conseguido volver a estudiar y asegurar una estabilidad económica para su familia.

¿Cómo es tu día a día?

Me levanto a las 6 AM, a las 6,30 levanto a Fernando y Noelia para que desayunen, vamos a la escuela 56, salimos a las 7 en bici, entran a las 7,30, vuelvo a casa me tomo dos mates, voy a la quinta y trabajo hasta las 11.40, cuando me voy a buscar a mis hijos a la escuela porque salen a las 12. Después de irlos a buscar, cocino y los llevo a educación física. Vuelvo a la casa, lavo y de 17.30 a 20 voy a estudiar al colegio. A la noche hago la cena y me acuesto a las 10 de la noche.

¿Qué es lo que te cuesta más en tu día a día?

El colegio porque hago un esfuerzo terrible en concentrarme, me cuesta muchísimo.

¿Qué edad tienen tus hijos?

Tengo 7 hijos, de mayor a menor: Manuel (26 años), Juan Sebastian (24), Miguel (23), Silvana (19), Lucianito (18), Fernando (15), Noelia (12).

¿Recibes ayuda por parte de los hombres de tu familia?

Tengo mucha ayuda por parte de mi marido y mis hijos. Si me voy a la quinta, y queda uno de los varones, los trabajos de la casa, barrer, lavar los platos y acomodar las camas, lo hace quién está en casa. El trabajo en mi familia lo repartimos. Fernando, mi hijo de 15, está pendiente de los chanchos y las gallinas en la mañana, y al mediodía, se encarga Hugo, mi marido.

¿Cuál es tu momento favorito del día?

Ir a la quinta porque me quedo tranquila y me olvido de los problemas. Sabes que tienes que cumplir una responsabilidad, salís de la casa y te olvidas las precoupaciones. Me alivia bastante.

¿Qué trabajo haces en la quinta?

Plantamos la verdura orgánica, cosechamos, embolsamos y entregamos pedidos. A veces llegamos a trabajar hasta las 20 horas si tenemos pedidos. En ese caso, mi nena va a la quinta conmigo.

¿Qué es lo que más y menos te gusta de tu trabajo?

El trabajo en verano porque hace mucho calor, por eso entramos más tarde pero trabajamos igual pero menos tiempo. Los días que llueve no me gusta porque estás todo el día mojándote. Lo que más me gusta es cosechar la chaucha, cortando la plantita una a una, es una relajación y me gusta, es más liviano que cualquier otra verdura.

¿Por qué deciste volver a estudiar?

Cuando me anoté en esta cooperativa, una de las condiciones eran trabajar y terminar el colegio. El primer día de clase estaba tan nerviosa que quise renunciar porque nunca agarré un lápiz y un cuaderno. Le dije a la profesora que no quería venir más, pero era obligatorio estar en la cooperativa para acceder a los planes que dio el gobierno.

¿Cómo se llama y en qué consiste el plan del gobierno?

Soy parte de "Ellas hacen" desde hace tres años, un programa del Ministerio de Desarrollo Social destinado a jefas de familia que atraviesan una situación de vulnerabilidad para que accedan a oportunidades de trabajo. Empecé trabajando limpiando la calle; entraba a las 7 am y salía a las 11 am.

¿El programa también incluía la posibilidad de volver a estudiar?

Sí, te daba la posibilidad de terminar la secundaria y hacer cursos de alfabetización. En mi caso no sabía leer y escribir, ahora estoy aprendiendo. Voy tres veces a la semana al colegio, dos veces trabajo en la cooperativa, haciendo los bloques, tenemos una sociedad de fomento en barrio 11 y hacemos las alcantarillas.

¿Conociste a muchas mujeres en tu situación a través de este programa?

Somos 12 en total, estamos muy unidas y nos contamos los problemas. En grupo se animan a contarte lo que les pasa en casa, ya que muchas son mamás son solteras o con muchos problemas. Hicimos cursos sobre violencia de género. A mi me sirvió mucho, porque estaba muy pendiente de la casa y al trabajar ahí, conocí gente nueva, tengo más amistades, salgo un poco de la casa, es como una terapia.

¿Participás en alguna organización rural?

Sí, participo de la UTT (Unidos Trabajadores de la Tierra) por responsabilidad porque Hugo, mi marido, se anotó en un campeonato de futbol y no podía ir. Tenía que asistir a las charlas pero no sabía opinar. El primer día no sabía que decir. Un sábado me tocó ir, escuchaba que todos hablaban de los bolsones y la verdura que se vende en capital. Sabía que era un éxito. La segunda vez le dije a mi marido que no iría pero fui y entonces ya opiné, y me preguntaron que me parecían las charlas que se daban.

¿Sentís que al ser mujer, opinar en esos lugares de discusión es más difícil?

No lo creo, hay mujeres que opinan y el trato entre hombres y mujeres es por igual.

A la hora de decidir cuándo se arma la siembra, ¿quiénes toman las decisiones?

La cabeza del grupo de trabajo es Hugo, mi marido, siempre planea con Florentino, mi cuñado.

¿Si tuvieras que inventar algo para tener menos trabajo en casa o en la quinta qué sería?

Nada, no cambiaría nada de mi vida. Soy feliz como estoy.

¿Ni siquiera mejorar los servicios o las infraestructuras acá en El Pato?

Sí, en ese caso mejoraría los caminos y las calles porque estamos muy abandonados para que los chicos puedan ir mejor al colegio; las luces, o que pasen camiones de la basura, ya que solo pasa una vez a la semana un tractor.

El trabajo en la quinta te debe robar mucho tiempo para estar con tu familia. ¿Recuerdas alguna fecha especial que casi te pierdes por tener que trabajar?

Recuerdo la organización del 18 cumpleaños de mi hijo Luciano cuando cumplió 18. Yo venía planeando una fiesta sorpresa pero justamente, esa semana nos tocó una semana de muchos pedidos de verdura. Esstaba dividida entre la quinta y la fiesta de mi hijo. Además habíamos empezado a construir la casa y habían venido mis hermanos. Lo celebramos un sábado y nos dividimos el trabajo en la quinta. Primero teníamos pensado no trabajar, pero tenía que ir y les pedí a mis hermanos y mis sobrinos que me ayudaran para turnarnos en la quinta. Fue un día que no sé como aguanté el frío. Pidiendo ayuda a mis hermanos y sobrinos pude organizarle la fiesta a mi hijo. Me sentí contenta de poder hacerlo.

Si ahora mirás atrás hacia atrás, ¿cuál es tu mayor sueño que has visto cumplir?

Toda la vida viví en una casilla, pero la casa vengo pidiéndola hace mucho tiempo. Nunca pedí más que una casa. Por eso iba a las caminatas de Luján, 4 años seguidos y siempre le pedía ese deseo a la Virgen. Por fin, será este año que podré terminarla. Les decía a mis hijos que pensaba que me costaría más años. Tengo una emoción tan grande para ir. La casa se construyó cuando empezamos a vender las verduras orgánicas.

¿Cultivar verduras orgánicas requiere más esfuerzos?

Sí pero la verdura orgánica conviene porque cosechás hasta lo último, no te deja tirar nada. Cuando plantaba la otra verdura, se me pasaba porque la gente no la compraba.

Fotografìa: ©Sofìa Nicolini Llosa

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Info sobre la campaña /Flickr FAO Argentina