FAO en Bolivia

Las potencialidades de la Amazonia, un desafío para seguir fortaleciendo a los emprendedores

28/06/2018

Theodor Friedrich, Representante de la FAO en Bolivia

La recolección de productos del bosque, la producción de pulpas de asaí, copoazú y majo; el beneficiado de castaña y el procesamiento de cacao; la pesca comercial y otros recursos de la biodiversidad, dinamizan la economía de miles de familias que habitan la Amazonia boliviana, con potencialidades que nos desafían a seguir fortaleciendo a los emprendedores indígenas y campesinos.

Los bosques amazónicos se constituyen en un espacio fundamental para la seguridad alimentaria, hídrica y económica no solo para el país, sino para la región y el mundo. Tal es su importancia que el artículo 390 de la Constitución Política del Estado establece como prioridad el desarrollo integral y sustentable de la Amazonia “a través de una administración participativa, compartida y equitativa; generándose de esta manera empleo para mejorar los ingresos de sus habitantes, en el marco de la protección y la sustentabilidad”.

En ese marco, el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Cooperación Italiana desarrollan un Programa para el fortalecimiento de la economía social comunitaria a través de la gestión integral y sustentable del bosque amazónico.

Uno de los objetivos de esta iniciativa es apoyar a familias de pueblos indígenas y comunidades locales a consolidar sus actividades de manejo, transformación, comercialización y consumo de productos del bosque a partir del desarrollo de actividades silviculturales e implementación de Sistemas Agroforestales.

Hasta junio de este año el Programa impulsó ocho emprendimientos productivos comunitarios que beneficiarán a más de mil familias de la Amazonia y que cuentan con un financiamiento de Bs. 975.727,76 provenientes de la concurrencia de fondos públicos, comunitarios y cooperación internacional, para el manejo sustentable, la transformación y el incremento progresivo del valor agregado de productos forestales no maderables y de la biodiversidad.

El desafío es que con estas condiciones las organizaciones económicas desarrollen capacidades técnicas y organizacionales para mejorar los sistemas de producción en los diferentes eslabones del complejo productivo, mediante la incorporación y adaptación de tecnologías e innovaciones.

Los productores pueden y deben aspirar a que sus productos lleguen a los mercados con calidad y con la diversidad que demanda el consumidor. Esto significa –en parte– robustecer y desarrollar las capacidades de las comunidades o asociaciones de productores en los procesos de beneficiado, transformación y comercialización de productos. Pero también significa facilitarles el acceso a nuevas fuentes de financiamiento, además de apoyar con conocimiento y asesoramiento técnico sus planes de emprendimientos para que sean exitosos.

A lo que se debiera aspirar es a que el emprendimiento no se quede en la venta de pulpas. Que la pulpa sea transformada y utilizada en productos de alta demanda. Que vaya a la alimentación escolar, el subsidio materno infantil. Que sea capaz de abastecer grandes mercados. Que el aprovechamiento forestal también vaya al consumo interno y a la generación de ingresos importantes para las familias productoras.

Y este es sólo uno de los desafíos que plantea la Amazonia, macro región estratégica para el país por su contribución a la lucha contra el hambre, la pobreza y el cambio climático.