FAO en Bolivia

Identificación de buenas prácticas ancestrales; una medida de adaptación al cambio climático

11/05/2015

Un total de 19 personas de los municipios de San Javier, San Andrés, Loreto y San Ignacio de Moxos del departamento del Beni, se dieron cita los días 20 y 21 de abril del presente en el “Vicariato Trinidad” para participar del taller “Identificación de buenas prácticas y validación de calendarios ganadero y agrícola en comunidades del Beni”.

Esta actividad se desarrolló en el marco del proyecto “Fortalecimiento de la Seguridad Humana en comunidades indígenas a través del apoyo integral a su capacidad de recuperación, capacidad de respuesta y situación de seguridad alimentaria” ejecutado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), junto con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), con financiamiento de The United Nations Trust Fund for Human Security (UNTFHS), con el propósito de analizar y recuperar saberes y prácticas agropecuarias ancestrales que revaloricen el conocimiento local. Así como también, prácticas que permitan la identificación de indicadores para la prevención de fenómenos naturales extraordinarios como las inundaciones y sequias.

Los participantes en su totalidad, tuvieron como característica común, ser personas mayores de 50 años y haber atravesado a lo largo de su vida severas inundaciones en sus respectivas comunidades y que por ende, cuentan con el conocimiento relevante de saberes ancestrales y buenas prácticas heredadas por sus abuelos y bisabuelos. Realizaron la gran tarea de identificar información referente a la cultura de sus comunidades originarias para fortalecer los saberes ancestrales, a través de una metodología establecida que consistió en la identificación de los saberes que posteriormente fueron priorizados y validados de acuerdo a su importancia; habiéndose obtenido, un total de 25 prácticas ancestrales agrícolas, ganaderas y específicamente sobre el control y tratamiento de la picadura de la víbora.

Oscar Mendoza, técnico de la Unidad de Gestión de Riesgo y Cambio Climático de la FAO y facilitador del taller, menciona que algunas de las prácticas identificadas estuvieron orientadas a la identificación de técnicas ancestrales para proteger las semillas de roedores, humedad y plagas; almacenamiento de semillas de arroz, maíz y yuca; práctica que se conoce como el “mancornado” o “zurrón” y se realiza en bolsas de cuero. Otra práctica conocida son las pirhuas, construidas en base a barro y piedra o materiales locales, que son útiles para la conservación de maíz, papa, chuño y para asegurar la preservación de semilla para las próximas cosechas. Así también, el control de la prevención de la “enfermedad de la cadera” y la fiebre aftosa en el ganado a través de extractos de árboles como ser el ajo y el control del vampiro o murciélago, que se constituye en un vector de la rabia y se ahuyenta también, con preparados de extracto del árbol de ajo o de insumos del jochi.

El taller además de permitir el intercambio de experiencias para mejorar las metodologías y prácticas que se emplean en las comunidades indígenas, busco también fortalecer y potenciar la recuperación de los saberes ancestrales en coexistencia con el conocimiento científico.

“Con el proyecto se planea difundir éstas prácticas ancestrales a través de parcelas demostrativas y ponerlas en marcha en centros de capacitación que van a ser implementados en comunidades estratégicas, para que puedan ser revalorizadas.

Fundamentar científicamente la investigación de estos saberes ancestrales e incorporarlos a la cultura científica en el marco del respeto al ambiente, la naturaleza, las culturas y la soberanía para la consecución del “buen vivir” y como una medida de adaptación al cambio climático, es una tarea que ya empieza a ponerse en marcha”, concluyó Mendoza.