FAO en Chile

En tres regiones de Chile se busca recuperar árbol nativo en peligro crítico de extinción

25/01/2022

Al alero de FAO y de los ministerios de Agricultura y Medio Ambiente, las iniciativas +Bosques y Conservación de Especies Amenazadas trabajarán en conjunto para conservar el queule a largo plazo.

25 de enero de 2022, Concepción – Dos proyectos con recursos que provienen del Fondo Verde para el Clima y del Fondo Mundial para el Medio Ambiente colaborarán para promover un manejo integral y sostenible del bosque nativo, explícitamente en el apoyo a la restauración del queule, árbol nativo y endémico, que se ubica a lo largo de la Cordillera de la Costa, entre las provincias de Cauquenes y Arauco. Se trata del proyecto +Bosques, juntos contra el cambio climático, implementado por el Ministerio de Agricultura, a través de CONAF y financiado por el Fondo Verde del Clima; y del proyecto Conservación de Especies Amenazadas, ejecutado por el Ministerio del Medio Ambiente y financiado por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente.

Fabiola Lara, coordinadora de la iniciativa Conservación de Especies Amenazadas en la macrozona sur, explicó que “nuestro proyecto se encuentra en fase de cierre y por eso quisimos generar sinergias con el proyecto +Bosques, para que los predios pilotos ya establecidos tengan continuidad en el tiempo, especialmente en lo referido a capacitación en acciones para mitigar el cambio climático para los vecinos del sector”.

Respecto al trabajo que está desarrollando la Corporación Nacional Forestal en ese ámbito, Francisco Pozo, director regional de CONAF Biobío, precisó que “a través del proyecto +Bosques, en la región tenemos planificado trabajar en 3.575 hectáreas, con acciones como impulso de un modelo de gestión forestal sustentable, restauración de ecosistemas nativos degradados y afectados por incendios, forestación y revegetación de suelos desprovistos de bosques, usando especies nativas, y también de silvicultura preventiva de incendios. En el marco de este trabajo, que está proyectado a cinco años, incorporaremos zonas pilotos con presencia de queule, que irán en la línea de la restauración, y junto con ello veremos en qué casos los propietarios de bosques, con zonas con queule o pitao, pueden incorporarse, además, a los beneficios de la Ley 20.283 sobre bosque nativo”.

En esa línea, Jocelyn Esquivel, especialista técnica del proyecto +Bosques de CONAF Biobío, indicó que la iniciativa se suma a este desafío de continuidad para “potenciar la mitigación de los efectos del cambio climático en territorios sensibles para la conservación de la biodiversidad, ya que la región alberga algunas de las poblaciones más amenazadas de la especie”.

Como parte de la colaboración, el proyecto +Bosques en la Región del Biobío, evaluará los predios priorizados por el proyecto de conservación a lo largo de su desarrollo, específicamente aquellos pertenecientes a pequeños y medianos propietarios y propietarias, con el fin de identificar y apoyar posibles acciones que contribuyan a la recuperación del bosque y el ecosistema nativo.

Entre las acciones de continuidad que se vislumbran está el control de especies exóticas, restauración de ecosistemas y gestionar condiciones para la educación ambiental al interior de los pilotos, como es el caso del predio San José, de la familia Escalona Inzunza, que habilitó un sendero para uso turístico que permite recorrer 3 kilómetros de un milenario bosque nativo de queules en el límite comunal entre Penco y Tomé, en la provincia de Concepción.

Victoria Inzunza, propietaria del predio San José, explica que su motivación es conservar el bosque para las próximas generaciones: “Educar a los niños y niñas en la conservación del medio ambiente es clave para generar conciencia en los adultos. Por eso es importante que, a través de este sendero, la juventud de la zona aprenda a conocer lo que es el maqui, el pitao, el boldo, los chupones y, por supuesto, el queule”.

Otras acciones de continuidad se realizarán en el predio Rancho Grande, ubicado en la comuna de Tomé, donde, según su propietario Jorge Silva, “se desarrolla un verdadero laboratorio al aire libre, que mezcla la agroecología con la conservación de árboles nativos que no existen en ningún otro lugar de Chile, como lo es el queule”.

Allí, el proyecto de +Bosques aportará con acciones que compatibilicen las actividades productivas con la conservación de la biodiversidad, apoyando los ensayos de germinación para aumentar la población de queules y así potenciar el manejo forestal sustentable de su fruto, que tradicionalmente se utiliza en la elaboración de mermeladas y licores característicos de la zona.

 

 

 

              

Un sobreviviente de otra era

Testigo de los grandes cambios geológicos de la Tierra, el queule es un árbol sobreviviente del pasado prehistórico de Chile: su origen data de hace 100 millones de años y, una vez crecido, puede vivir por siglos. Los ejemplares más longevos e imponentes pueden alcanzar los 30 metros de altura y un tronco de hasta un metro de diámetro.

Pablo Azúa, profesional extensionista del proyecto Conservación de Especies Amenazadas en la Región del Biobío, cuenta que la estructura del queule refleja condiciones ambientales que hoy ya no existen. “El tronco tiene porosidades por las cuales, se cree, podría haber absorbido dióxido de carbono, lo que sugiere una época en la que las concentraciones en la atmósfera eran más altas”, sostiene.

“Son árboles que pueden tener 1000 años, porque tienen una gran capacidad de regeneración después de una corta o de una quema. Pero, a la vez, requiere de condiciones de suelo y de especies de bosque nativo acompañante bien especiales, que hoy estamos tratando de replicar a través del proyecto”, continúa precisando el profesional. Sin embargo, la degradación del suelo, la extracción de madera indiscriminada y los incendios forestales han diezmado la población de estos árboles en varias regiones del sur de Chile.

Este gigante ancestral, reconocido por su copa perennifolia (o siempre verde), fue declarado Monumento Nacional en 1995 y hoy se encuentra en peligro crítico de extinción. Se estima que en todo

Chile sólo quedan unos 6000 queules distribuidos en 22 poblaciones fragmentadas en el borde costero entre las regiones de Maule, Ñuble y Biobío.

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