FAO en Colombia

Diferentes visiones, diferentes experiencias, una misma meta: el desarrollo de Colombia

26/07/2019

La región de América Latina y el Caribe cuenta con un importante acumulado de políticas y programas nacionales que han demostrado su efectividad al lograr articular una mirada multisectorial. Dar continuidad a este enfoque requiere mecanismos efectivos de diálogos y acuerdos que permitan incrementar la voluntad política, no sólo de gobiernos y entes públicos, sino de otros sectores y actores de la sociedad que inciden en el desarrollo y que pueden aportar su conocimiento y experiencia. 

En este sentido, la FAO, en su rol de asesor de políticas públicas, busca promover y facilitar los “Diálogos Nacionales Abiertos” que integran las diferentes visiones entre instituciones, organizaciones, asociaciones y agremiaciones, para buscar alternativas que permitan cumplir con las metas propuestas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), particularmente aquellos enfocados al fortalecimiento de estrategias integrales para la seguridad alimentaria, la pobreza rural y la agricultura sostenible, enmarcados todos estos en la Agenda 2030. 

Estos eventos nacionales se desarrollan actualmente en varios países de la región con el fin de consolidar una visión regional de los principales retos a los que América Latina y el Caribe se enfrenta en materia de alimentación y agricultura, con todo lo que estos implican en sectores como el ambiental, el de la salud, la protección social y las comunicaciones. Los resultados de los diálogos nacionales contribuirán además a nutrir el desarrollo de la Conferencia Regional de la FAO para América Latina y el Caribe 2020. 

En Colombia, el 18 de julio de 2019 se reunieron cerca de 50 delegados de 4 Ministerios y 14 unidades administrativas y agencias del gobierno nacional, así como representantes de 4 de las organizaciones de la sociedad civil más representativas, 6 universidades, 10 organizaciones de cooperación internacional con presencia en el país, 5 empresas del sector privado, 4 centros de investigación y 6 expertos nacionales, para desarrollar el “Diálogo Nacional Abierto”. 

Contar con la participación de tan diversos sectores ayudará a construir soluciones incluyentes que vincularán a todos los ciudadanos en los diferentes programas y estrategias para “que nadie se quede atrás”, tal como lo propone la Agenda 2030, afirmó Alan Bojanic, representante de la FAO en Colombia. 

En Colombia los retos más representativos están planteados hacia: i) promover una ruralidad equitativa, próspera e incluyente; ii) una alimentación saludable para todos y todas; iii) gobernanza multiactor del sistema alimentario; iv) sistemas agroalimentarios productivos y eficientes; y, v) gestión de una agricultura sostenible y resiliente; añadió. 

Durante la primera parte del diálogo fueron presentados los avances y perspectivas futuras para el país, de acuerdo con los objetivos programáticos de la FAO en Colombia, alineados a las metas de la Agenda 2030 y el Plan Nacional de Desarrollo, Pacto por Colombia. ¿Qué se debe hacer para alcanzar estas metas?, ¿cuáles serían los mecanismos a desarrollar para lograr el cumplimiento de los ODS?, ¿qué prácticas innovadoras puede incluir la FAO en el desarrollo de sus programas y proyectos para contribuir para que Colombia cumpla con las para el 2030?, fueron algunos de los interrogantes planteados al inicio de la jornada. 

Frente a estas preguntas la mayoría de los asistentes a la reunión coincidieron en reconocer el papel de integrador de actores que adelanta la FAO, un rol que ha permitido acercar a los diferentes sectores del desarrollo del país y que hoy hace posible establecer espacios de diálogo e interacción como la Mesa Nacional de Compras Públicas. “Las relaciones urbano-rurales es uno de los temas en el que encontramos en la FAO un rol muy importante, generando diálogos intersectoriales e interculturales” expresó Juliana Millán, líder de la Red Nacional de Agricultura Familiar (RENAF). 

Así, en mesas temáticas, se compartieron experiencias y se propusieron alternativas de desarrollo orientadas a tres ejes temáticos iniciales: i) ruralidad próspera e incluyente, ii) alimentación saludable para todos y todas, y iii) agricultura y sistemas agroalimentarios sostenibles, productivos y resilientes. 

 

Ruralidad próspera e incluyente 

Pese a que la región ha experimentado avances significativos en la reducción de la pobreza y el hambre en las últimas 3 décadas, aún existen brechas urbano-rurales e incluso se registra desigualdad entre ruralidades. Existen territorios rurales con niveles de pobreza y pobreza extrema por encima del 70% y una incidencia de desnutrición crónica inaceptable, marcando de este modo una enorme distancia de las respectivas medias nacionales. 

Factores como los efectos del cambio climático, la migración, el uso insostenible de recursos naturales y las economías ilegales han incrementado la ampliación de estas brechas es cada vez mayor. Ante tal panorama es necesario tomar acciones que de manera integral permitan llegar a lugares rezagados, transformar el campo, reducir la pobreza y la desigualdad y frenar la degradación ambiental. 

Los programas de atención no pueden ser asistencialistas, se debe pasar a una estructura de incentivos, de la mano de una política de inversión pública, en la que se integre a las comunidades en el papel de socios, no de beneficiarias. Lograr una construcción participativa de la nueva ruralidad trae consigo retos en materia de educación, empleo, protección social, el fortalecimiento de las economías locales y la construcción de políticas sectoriales con enfoque territorial, concluyó la mesa de trabajo. 

 

Alimentación saludable para todos y todas 

De acuerdo con el último informe sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2019, Colombia ha registrado un avance importante en los últimos 12 años, pasando dado de 4,2 millones de personas subalimentadas (9,7%) en el periodo 2004 – 2006, a 2,4 millones de personas (4,8%) en el trienio 2016 – 2018. Sin embargo, aún enfrenta grandes retos respecto al estado nutricional de su población, tales como la baja talla para la edad, que afecta a medio millón de niños y niñas menores de 5 años y el aumento progresivo del número de adultos mayores de 18 años que sufren de obesidad, que en la actualidad afecta a 6,3 millones de adultos en 2012 a 7,5 millones en el año 2016. 

Hoy consumimos más proteínas de origen animal y los niveles de ingesta calórica son suficientes para cubrir los requerimientos establecidos para llevar una vida activa en todos los países de la región. De otro lado, la disminución del consumo de alimentos frescos y los altos niveles de ingesta de azúcar, grasas y sal también son parte de las dietas actuales, y consecuentemente, la proporción de personas afectadas de enfermedades crónicas no transmisibles (diabetes, cáncer y otras afectaciones cardiovasculares) son un problema de salud pública que conllevan altos costos para los Estados. 

Las causas en los cambios de los patrones alimentarios son diversas, pero basados en la evidencia se conserva la relación directa con el propio crecimiento económico del país, a lo que se suman los hábitos de vida más sedentarios, las actuales características de las cadenas de suministro, la gran oferta de productos de precio accesible con alto contenido energético y pobre valor nutricional. 

Se hace necesario robustecer los procesos de educación en alimentación y entornos saludables, de manera que comer sea una decisión informada y consciente; un ejercicio en el que cada ciudadano tenga la posibilidad de elegir, bajo el entendido de que más importante que la cantidad es la calidad de los alimentos que se consume. 

 

Agricultura y sistemas agroalimentarios sostenibles, productivos y resilientes 

Pensar en sistemas agroalimentarios sostenibles y productivos, requiere detenerse a revisar los efectos que el riesgo climático ha dejado a su paso con el transcurrir de los años. Según el Índice de Riesgo Climático Global a largo plazo (Germanwatch 2018), Puerto Rico, Honduras, Haití Nicaragua son los países de la región que se encuentran entre los diez más vulnerables. 

Así mismo, la agricultura es el sector productivo más afectado por los desastres de origen climático, en aumento por el cambio y la variabilidad climática. En la región se estima que el 70-80 % de los desastres están relacionados con el clima (ya sea por variabilidad climática o eventos extremos). El 22% de los daños causados por amenazas naturales y desastres afectan a la agricultura, y el sector agrícola absorbe el 80 % del impacto económico total de las sequías. A pesar de esto, la inversión pública está principalmente enfocada a responder al desastre más que a prevenir su riesgo. 

Así, con la proyección de contar con una población mundial de 6.9 billones a 2050, la producción de alimentos deberá aumentar en aproximadamente un 70%, al mismo tiempo que se combatirán el hambre y la pobreza. Tal panorama exige tomar medidas que permitan producir más con menos y comenzar desde ya a implementarlas. 

Ante este reto existen varios factores por revisar, pero quizás uno de los más importantes se centra en priorizar estrategias para que exista un relevo generacional en el campo, lo que implica ofrecer mayores garantías a los jóvenes rurales, en quienes recae la responsabilidad de dar continuidad al legado de producción agrícola, con la integración de medidas innovadoras, la incorporación de la tecnología y la apertura de mercados, entre otros, para hacer del campo una empresa rentable y sostenible. 

“Lo más enriquecedor del diálogo de hoy ha sido contar con la participación de tantos representantes de los diferentes sectores que participan en el día a día en la construcción de país. Desde la FAO agradecemos los aportes que se han dado y que facilitan reconocer allí cuál es el papel que desarrolla cada uno en la construcción de apuestas comunes para el desarrollo del campo colombiano”, Manuela Ángel, representante adjunta y oficial de programas de la FAO en Colombia.

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