FAO en Colombia

Un mundo conectado por la biodiversidad

05/06/2020

Nuestro planeta está más interconectado de lo que imaginamos. La variedad de vida vegetal y animal que existe a nuestro alrededor y la forma en la que diferentes especies están conectadas e interactúan constituye la biodiversidad. Sin embargo, la biodiversidad se está perdiendo a un ritmo alarmante. 

Actualmente solo 9 plantas representan el 66% del total de los cultivos. Nuestros bosques se están reduciendo y mientras desaparecen, también lo hacen las plantas, los insectos y los animales que los habitan. Las abejas y otros polinizadores se mueren, el 26% de las razas de ganado están en peligro de extinción y el 33% de las poblaciones de peces están sobreexplotadas. 

La salud humana está estrechamente relacionada con la salud de los animales y la de nuestro entorno común: nuestro planeta. En un momento crucial en el que el mundo se enfrenta a los desafíos y amenazas sin precedentes por causa de la COVID-19, es fundamental reconocer que dependemos completamente de ecosistemas saludables para contar con alimentos, agua, medicamentos, fibras, combustible, refugio, energía y bienestar. 

La celebración de este año del Día Mundial del Medio Ambiente pone de presente lo que hay que hacer para transformar los sistemas alimentarios y agrícolas y restaurar nuestros ecosistemas y su biodiversidad. ¡Es hora de examinar cuál es la relación con nuestro entorno y pasar a la acción #PorLaNaturaleza! 

Es urgente cambiar la visión y dejar de pensar que el mundo es de los humanos y que estamos solos, concebir la biodiversidad como un todo, en el que también la dependencia entre todas las especies es absoluta. 

La gestión y el uso racional de los ecosistemas es la mejor solución para lograr la seguridad alimentaria y proteger la salud humana, al tiempo que contribuye a la conservación de la biodiversidad y a la adaptación y mitigación del cambio climático. 

Colombia, un país megadiverso con más de 62.100 especies de animales registradas en 91 ecosistemas, con el mayor número en diversidad de aves y orquídeas en el mundo y el segundo con el mayor número de plantas, anfibios, mariposas y peces de agua dulce. 

En cada una de sus 55 áreas protegidas, cinco regiones megaecosistémicas e hidrológicas (Andina, Orinoquia, Pacífica, Caribe y Amazonía) y los corredores de conexión los océanos Pacífico y Atlántico, encontramos diversidad de comunidades que se han adaptado a vivir allí, con condiciones climáticas y de producción diferentes, pero con conexiones comunes, acciones #PorLaNaturaleza que los denominan como protectores de la biodiversidad. 

Tal es el caso de Bolívar, Córdoba, Sucre y Urabá (Antioquia y Chocó), donde comunidades trabajan de la mano de la FAO y de instituciones territoriales en la consolidación de agroecosistemas diversos a través del Proyecto Conexión BioCaribe. 

Desde un enfoque de conectividad socioecosistémica adelantan proyectos de producción sostenible mediante modelos silvopastorales, agroforestería, huertos mixtos, restauración de fuentes de agua y del litoral, restauración de manglares y recuperación de humedales con agricultura acuática. 

Estos sistemas combinan especies que favorecen tanto la conservación de la biodiversidad como la producción de alimentos, enfocados principalmente al autoconsumo y comercialización a pequeña escala. 

Las apuestas de esta iniciativa más significativas se basan en: 13.500 hectáreas de nuevas áreas protegidas y otras 116.000 hectáreas en proceso de creación; cultivo de 5.000 hectáreas mediante modelos alternativos de producción sostenible; 1.300 hectáreas de zonas de seguridad de áreas protegidas con planes de producción sostenible y 68.000 hectáreas de mosaicos de conservación y uso adecuado de los recursos naturales. 

Agua, tierra y bosques, un complejo y armonioso sistema de protección para la biodiversidad 

El propósito de establecer sistemas armoniosos y sostenibles de producción y conservación en ecosistemas boscosos ha sido un reto y una tarea apremiante en la que se debaten continuamente las comunidades que en ellos habitan. 

Ocho comunidades en Antioquia, Bolívar, Cauca, Chocó, Huila, Putumayo, Tolima y Valle del Cauca, desarrollan desde el 2018 un proceso de forestería comunitaria en el que se integran el manejo sostenible del bosque, los conocimientos tradicionales y técnicos, y la acción colectiva de las comunidades para potenciar la función de la población local en la gobernanza y la gestión de los recursos forestales, mientras que a la vez encuentran diferentes alternativas para su aprovechamiento. 

Con el acompañamiento técnico de la FAO y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, con el apoyo de las Corporaciones Autónomas Regionales y la financiación de la Unión Europea, el proceso inicia con el inventario de las zonas aptas para el aprovechamiento forestal, con un monitoreo permanente, el control de corte adecuado y la resiembra de nuevos árboles, productos maderables y no maderables que apoyan los medios de vida de estas poblaciones. 

De la mano con las comunidades, se trabajan temas de capacitación con adultos corteros, aserradores y miembros de grupos ecológicos, conformados en su mayoría por estudiantes y maestros, en los que se involucra a toda la comunidad entorno a un mismo objetivo: la conservación de los bosques y su biodiversidad. 

De forma paralela el trabajo con el sector privado en las diferentes unidades productivas a lo largo de la cadena forestal, contribuye a la demanda de materias primas legales provenientes de bosques naturales, dar valor al bosque natural es una forma de lograr su conservación en el largo plazo. 

De esta manera, grandes y chicos, en un ejercicio de reconocimiento de su territorio y la valoración del mismo, identifican las especies existentes y dan paso a pensar el bosque, el río y la tierra con su hábitat, el mismo que comparten con plantas y animales, que en muchas ocasiones no conocían, pese a haber vivido siempre allí. 

Este proceso de concientización por el cuidado de la naturaleza les ha hecho replantearse sus modelos de medios de vida, encontrando nuevas alternativas de subsistencia en la que la agricultura y la pesca ocupan el primer lugar, como base de su seguridad alimentaria. 

También, a través de los espacios de formación, encuentran la importancia de emprender o fortalecer iniciativas como la creación de viveros en los que no solo conservan la biodiversidad existente de árboles y plantas, sino que además les dan cabida a nuevas especies para ampliar esta diversidad. 

Como éstos, existen muchos ejemplos de preservación que dan oportunidad a pensar en un mejor futuro para todos, ejemplos con los que se demuestra que es posible producir conservando, al tiempo que se desarrolla la economía forestal. El apoyo financiero es esencial en este momento, particularmente para las comunidades que dependen de los bosques, no solo para fortalecer los servicios eco sistémicos y la biodiversidad en los bosques, sino también para apoyar la creación de empleo y la rehabilitación de medios de vida, en especial con las comunidades locales que se están viendo afectadas por la crisis del COVID-19. 

Partir de conocer lo qué tenemos y los beneficios que nos brinda, es quizás una de las acciones más relevantes #PorLaNaturaleza.