FAO en Colombia

En el Día Internacional de los Pueblos Indígenas. "La madre tierra reclama: la razón del COVID-19"

06/08/2020

Desde la espiritualidad, cuatro indígenas colombianos coincidieron en afirmar que el COVID-19 es un grito de la Madre Tierra reclamando a los humanos por su avaricia, su consumismo y, especialmente, por no mantener el equilibro con el resto de los seres vivos, las plantas y los animales. 

Antonio Quinchoa, quien vive en el cabildo Indígena de Santiago, en Putumayo, al sur de Colombia: “Lo que está pasando es bien complejo y delicado porque tantos desordenes que se han ido dando en la parte social y ambiental hace que la Madre Tierra reclame”. Para Quinchoa, técnico agrícola y líder de su cabildo, es claro que no solo es el COVID afectando a los humanos, sino que también las plantas y los animales están padeciendo enfermedades raras.  “Todo en desmedido es malo”, sentencia. 

Y en eso coincide, Edgar Moreno Cuatín, 48 años, Alcalde Primero del Resguardo Indígena Muellamués en el municipio de Guachucal, Nariño. Para Moreno es indiscutible que “la ambición de poder” de los países desarrollados hacen que destruyan todo a su paso. La comunidad de Muellamués ha resultado afectada por el COVID, cuatro personas han estado hospitalizadas. 

El COVID ha cambiado la vida de todos y los ha obligado a renunciar a sus costumbres. La asistente técnica Lidia Mejía, integrante de la comunidad Tucana de Mitú en Vaupés al oriente del país dice que el virus ha afectado la vida comunitaria y las celebraciones tradicionales porque han preferido acatar las recomendaciones del gobierno nacional sobre bioseguridad, mantener el aislamiento y tampoco permitir el ingreso de personas extrañas a sus comunidades. 

Sin embargo, ellos también se protegen. Dilia Carmen Botina Juagibioy, de comunidad étnica Inga de Santiago, Putumayo, cuenta que en la comunidad se están utilizando las plantas medicinales para subirles las defensas a los niños, mientras que Quinchoa asegura que están recurriendo a todas sus tradiciones espirituales para que los médicos encuentren pronto la cura de la enfermedad. 

Los cuatro indígenas hacen parte del convenio que la FAO tiene con la Agencia de Desarrollo Rural y que tiene dentro de sus participantes a 1.188 representantes de comunidades indígenas de Córdoba, Vaupés, Caldas, Chocó, Putumayo, Nariño y los raizales de la isla de San Andrés y Providencia. 

El acceso a la alimentación se ha mantenido a través de las chagras comunales que se reactivaron en esta pandemia. Según Dilia ha sido beneficioso que la gente vuelva a consumir los productos autóctonos. Sin embargo, no es la misma situación para todos: En Guachucal, se cerró la frontera con Ecuador lo que significó que ellos no puedan acceder a algunos alimentos básicos. 

La esperanza de Quinchoa se mantiene: “Esperamos que quienes manejan el poder entiendan esta situación y que más adelante haya una experiencia buena; y que la humanidad y las futuras generaciones tengan una manera de pensar diferente”.
 

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Nancy Villescas Sánchez
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