FAO en Colombia

Día Mundial del Algodón: juntos por el algodón latinoamericano

07/10/2020

En el 7 de octubre conmemoramos, por el segundo año, el Día Mundial del Algodón, fecha creada por la Organización Mundial del Comercio (OMC) y que refleja la importancia de este cultivo como un producto básico mundial. Uno de los objetivos es dar visibilidad y reconocimiento al algodón y a todos los sectores clave desde la producción, transformación hasta el comercio. 

Se estima que 350 millones de personas en todo el mundo realizan actividades económicas relacionadas a esta fibra. En América Latina y el Caribe, un 80% de los productores de algodón son agricultores familiares. 

Sabemos que la agricultura familiar algodonera en nuestra región enfrenta desafíos como la asistencia técnica; las innovaciones tecnológicas; accesos a la financiación y a mercados; políticas públicas específicas para el sector, entre otros. Por otro lado, sabemos que es un rubro que cuenta con un fuerte potencial para contribuir hacia al desarrollo productivo sostenible de los territorios rurales. Para eso, son necesarias inversiones que impulsen la agregación de valor en los mercados, la adopción de innovaciones como máquinas, herramientas tecnológicas que puedan, de hecho, apalancar la producción del algodón latinoamericano. 

En la agricultura familiar algodonera, la adopción del sistema diversificado de producción algodón-alimentos es una actividad estratégica con dobles resultados: garantiza la seguridad alimentaria y genera ingresos en el campo, siendo uno de los motores necesarios para la reactivación económica en los países. Ese sistema de producción busca también contribuir al alcance de metas importantes de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para la erradicación de la pobreza y del hambre. 

En nuestra región, una iniciativa de cooperación sur-sur trilateral ha impulsado este sistema diversificado en la cadena de valor algodonera: el Proyecto +Algodón, llevado a cabo desde el 2012 de forma conjunta por la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Agencia Brasileña de Cooperación del Ministerio de Relaciones Exteriores (ABC/MRE) y los países socios Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú. 

A lo largo de casi ocho años del proyecto, hemos visto los esfuerzos y la movilización de dichos países para fortalecer el sector algodonero latinoamericano: gobiernos, organizaciones internacionales, asociación de productores, investigadores, extensionistas, academia y sector textil que discuten, intercambian experiencias y buscan soluciones para el fortalecimiento de este rubro. 

Algunos resultados ya son observados en los cinco países socios, como la validación de variedades de semillas de algodón y la promoción de prácticas sostenibles, por medio de la instalación de 128 parcelas demostrativas distribuidas en fincas de productores, escuelas agrícolas e instituciones nacionales de investigación para mejorar la productividad del algodón. En estas parcelas fueron realizados 155 días de campo, que movilizaron agricultores y agricultoras familiares y extensionistas, fomentando el intercambio de conocimientos entre productores y técnicos. 

Más de 2.400 técnicos locales y profesionales del sector fortalecieron sus capacidades por medio de entrenamientos en temas como manejo del algodón, metodologías de extensión y difusión hacia la agricultura familiar algodonera. Fueron cerca de 10 mil productores y productoras rurales que ampliaron conocimientos para el desarrollo más sostenible del algodón. 

La cooperación trilateral también llegó a las escuelas agrícolas, donde cerca de 700 jóvenes rurales de cinco escuelas de Paraguay recibieron informaciones y entrenamiento acerca del cultivo de algodón, por medio de la inclusión del tema en la currícula. 

Algunos países están trabajando para rescatar el algodón ancestral nativo. En Colombia, el cultivo de algodón alcanzó las montañas, en la Sierra Nevada de Santa Marta, donde se está rescatando el algodón nativo, que cuenta con una historia de más de 1.500 años por parte de las comunidades indígenas de la región. En febrero del 2020, fueron cosechados los primeros 1.230 kilos de algodón orgánico en rama, producidos sin uso de químicos. En la comunidad indígena Arhuacos, 80 familias están ayudando a rescatar la importancia cultural, religiosa, histórica y económica del algodón, por medio del cultivo de esta variedad nativa. 

A su vez, Bolivia también está rescatando la única variedad nacional convencional de algodón, la semilla Mandiyuti. Para eso, instalaron 12 parcelas semilleristas donde se logró recuperar, replicar y certificar la semilla, después de 10 años sin su producción. En 2018, fueron producidas casi 20 toneladas, en 40 hectáreas. Para la campaña 2019-2020, la siembra alcanzó 1.600 hectáreas, donde se espera un incremento en la cosecha. 

En Ecuador fueron rescatadas semillas nativas y se estableció una colección de 33 variedades de semillas de algodón nacional, caracterizadas y multiplicadas en el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIAP), en un esfuerzo para la recuperación de sus semillas nativas. 

La innovación tecnológica en beneficio de la agricultura familiar algodonera también ha sido impulsada por esta cooperación internacional, con el apoyo de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), que desarrolló un prototipo de cosechadora de algodón de una línea, adaptada a la realidad de las familias algodoneras. Actualmente, la máquina está en fase de validación y pruebas en Brasil para, posteriormente, quedarse a la disposición de las instituciones de los países socios interesadas en su desarrollo a nivel nacional. 

La agricultura familiar algodonera latinoamericana también ha demostrado su resiliencia a las adversidades, especialmente en este contexto actual de pandemia, en una demostración de que nada puede detener la producción de algodón. El ejemplo de superación viene de los pequeños agricultores algodoneros de la Cooperativa Agraria de Servicios Múltiples “Tallán – Chusís” (COSTACH), de la región de Piura, en Perú, que mismo con pandemia de COVID-19 concretaron la exportación de dos lotes de algodón pima peruano. Con 90 fardos cada lote, cerca de 42 toneladas cruzaron el océano, uno rumbo a Alemania y otro a Tailandia. 

Estas acciones en movimiento en nuestra región comprueban que es posible y viable fortalecer la cadena de valor del algodón como una estratégica fuerte de ingreso a los agricultores y agricultoras familiares, propulsora de las economías locales y, también, para la seguridad alimentaria de estas familias. La agricultura familiar algodonera latinoamericana ha demostrado ser una importante aliada para la implementación de una estrategia de mercado intrarregional, donde la sostenibilidad del sistema de producción es la base para la innovación comercial. 

Por eso, el escenario actual, marcado por grandes desafíos generados por la pandemia COVID-19, prioriza y convoca a preparar los agricultores familiares de los países socios a buscar la ampliación de los espacios de mercado para este algodón, que sale de las manos de familias agricultoras, desde diversos países de América Latina hacia el mundo. El Día Mundial del Algodón nos hace recordar el rol de ese rubro y de todos los actores clave de los diversos eslabones que conforman este sector productivo y nos impulsa a seguir en este camino, juntos, por el algodón latinoamericano.
 

Adriana Gregolin
Coordinadora regional del proyecto +Algodón/Cooperación Brasil-FAO