FAO en Colombia

Sin igualdad no es posible un futuro justo

08/03/2021

Reconocimiento, respeto y equidad entre mujeres y hombres, las bases para un futuro mejor. 

Hoy se conmemora una fecha muy significativa para las mujeres del mundo, en todas las dimensiones de su existencia. Recordamos y honramos a cada una de las mujeres que han hecho historia y han logrado las grandes reivindicaciones de las que las mujeres hoy disfrutan: educarse, trabajar, viajar, amar y decidir con mayores libertades. Hoy, las mujeres en su plena diversidad, crecen y continúan este proceso de empoderamiento y reconocimiento de sus derechos.   

Los aliados de la Campaña ‘Mujeres Rurales, Mujeres con Derechos’ en Colombia conmemoramos este 8 de marzo poniendo en primera línea la fuerza, la magia y la resiliencia de las mujeres rurales, quienes desde su experiencia nos demuestran lo que podemos aprender y construir juntos/as, como sociedad. 

Hemos escogido esta fecha para dar apertura a la serie de podcast de la Campaña en Colombia. En esta primera entrega les invitamos a conocer la historia de tres grandes mujeres, en representación de cientos de miles que, en Colombia, en medio de las dificultades históricas del campo y del impacto de la guerra, han superado situaciones adversas y han logrado transformar sus vidas, las de sus comunidades y territorios.  

Tres mujeres rurales: una indígena, una afrodescendiente y una campesina, nos invitan a su día a día y nos permiten transitar por sus vivencias; nos demuestran que a pesar de los hechos hostiles que marcaron su niñez y juventud, lucharon por sus sueños y ¡lo lograron!  

Estas historias nos cuentan, además, que sigue siendo una necesidad apremiante el logro de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, ya que las brechas que hoy impactan de manera tan fuerte a las mujeres y a las niñas, son una construcción social y cultural basada en la subvaloración de las capacidades de las mujeres y, por tanto, podemos cambiarlas. 

Uno de los factores que apuntalan estos cambios es la autonomía económica, herramienta para reducir las desigualdades de género; asimismo la redistribución equitativa de las labores y el cuidado del hogar contribuye a mejorar las relaciones de convivencia y permite a las mujeres rurales el reencuentro con sus sueños, intereses y expectativas. 

Estas historias nos dan cuenta, que cuando se reconocen las brechas de género y se trabaja por reducirlas, las mujeres brillan, las comunidades sanan y los territorios prosperan.
 

Nuestras mujeres rurales son mujeres de vida, acción y liderazgo. Mujeres de agua, tierra y fuego. Mujeres persistentes, alegres y solidarias. A fuerza de no rendirse, cada una de ellas ha superado diversos obstáculos y ha conseguido tantos logros, que a cualquier persona podría inspirar. 

Estas historias de poder femenino iniciaron con pequeñas acciones de mujeres y se han convertido en grandes proyectos colectivos, de mujeres y hombres, para los territorios.
 

Con una niñez atravesada por la violencia, que implicó la pérdida de costumbres y la lengua de su pueblo indígena Kankuamo, Ketty Mercedes Fuentes Bolaños fue cursando un camino a la recuperación de los conocimientos ancestrales. 

Sin saberlo, comenzó a trazar una vida en vía hacia el retorno a la Sierra Nevada de Santa Marta, a su origen. “Desde muy niña fui educada para seguir la línea de Saga (lideresa espiritual de su comunidad), un aprendizaje que va en paralelo conforme avanza la vida” cuenta Ketty. 

Impulsada por sus padres, salió de Río Seco para estudiar en Valledupar desde los 9 años, pues su territorio ya no era seguro. En esta época comenzaron a presentarse hechos de violencia en contra de su pueblo, que puso de presente la persistencia, esa misma que la ha acompañado a lo largo de su historia. 

En este curso de la vida, su formación no paró. Ketty es hoy socióloga y ha tenido la oportunidad de integrar los conocimientos académicos con la apuesta por dar continuidad a su espiritualidad, integrarse aún más a su pueblo Kankuamo e iniciar un proceso de recuperación de sus costumbres indígenas. 

“Nunca vamos a poder desarrollar una lucha si nosotras no sabemos quiénes somos; nunca vamos a poder extender nuestros hechos en la historia, nuestros conocimientos, si no sabemos de dónde venimos; eso es shishoma: volver al origen, volver al vientre, volver al espíritu, y renacer nuevamente”. 

“Así como necesitamos el sol y la luna, Serankua y Seinekun (padre y madre, cuya unión dio como fruto el origen los pueblos de la Sierra) deben seguir presentes en cada una de nuestras acciones, ellos son complemento, y es así como debemos respetar y resaltar su existencia, para construir juntos: mujeres y hombres, el buen vivir, y mantener la ley de origen, sanar la tierra” es el mensaje de Ketty para el mundo. 

Mensaje con el que coincide Everildys Córdoba, una mujer orgullosa de ser negra y que hoy es la representante de Cocomasur. Mujer azul, tierra, alegre, que con su convicción de vida en la lucha por la conservación del territorio, se ha dedicado para dejar a las nuevas y próximas generaciones un espacio para vivir tranquilos. 

De su infancia en Peñalosa, en Acandí – Chocó, recuerda con especial cariño los árboles, el río, la naturaleza. “Es el pueblo que me permitió enamorarme y conocer el río, entender que los árboles tienen una conexión especial” cuenta Everildys. Destaca la importancia de la educación primaria que recibió, porque de allí le surgió el amor por su territorio y por eso dice con firmeza: “Conocerlo y valorarlo es el legado más grande que podemos dejar a los más pequeños”. 

“En Peñalosa todos somos familia” y ese sentimiento de hermandad y unión es lo que nos ha permitido salir adelante, pese al conflicto y las secuelas de violencia que tuvieron lugar allí. Estos sucesos dejaron una huella dolorosa ya que, debido al desplazamiento la comunidad, esa familia, se desintegró. 

Quedarse en el dolor no es una opción, y con esta determinación y la alegría que la caracteriza, Everildys recorrió varios lugares del país para tener nuevas experiencias, reconocer su valor y retornar a su territorio. 

“Para cambiar lo de afuera, primero tenemos que conocer nuestro cuerpo común: nuestro territorio”, afirma Evereldys, y es así como su comunidad trabaja por el rescate de la identidad cultural y el manejo ordenado del territorio, un proceso en el que se empeñan por dar más y mejores oportunidades a jóvenes, niñas y niños. 

Los bosques hoy son conservados por el Consejo Comunitario de Cocomasur, con una apuesta firme por el futuro de los más chicos. “El bosque es nuestro territorio, nos da arraigo, y queremos dar la posibilidad de que a futuro los hijos de nuestros hijos tengan un lugar para respirar y vivir tranquilos, un hogar con agua, tierra y bosque propios”. 

Una constante en la ideología de las mujeres rurales: conservar el espacio, la naturaleza y la identidad, como legado para quienes vienen; compartir, construir conjuntamente el bienestar común. 

Meta que también en tangible para Flor Alba González, una mujer de origen campesino, con raíces asentadas en Samacá, Boyacá. Flor Alba es la mayor de ocho hermanos, rol que la hizo forjarse desde pequeña como lideresa. 

Con mucho ahínco ha construido, un camino de prosperidad para su familia, contagiando a otras mujeres de Samacá, con la idea de construir organizaciones sólidas, en las que se sumen los esfuerzos de hombres y mujeres para salir adelante con sus emprendimientos productivos. 

En ese transitar, en medio de situaciones complejas, ha tenido logros; su empoderamiento y liderazgo han propiciado cambios en su entorno, abrirse camino y abonarlo para quienes avanzan junto a ella. 

Flor Alba, su familia y comunidad, han entendido a través de la práctica, que cuando se hace una distribución justa de las tareas del hogar, y cuando son las mujeres quienes se ponen al frente de la administración de la casa y las organizaciones, estas son más estables y prósperas.
 

“En toda América, las mujeres rurales, indígenas y afrodescendientes, representan la conexión entre raíces y futuro, a través de sus actividades productivas y el cuidado de sus familias. Debemos seguir sumando esfuerzos para impulsar su potencial productivo, económico, social y político; porque cuando ellas transforman sus vidas, se convierten en aliadas clave para el desarrollo rural sostenible y el bienestar.” Claudia Brito Bruno, Oficial de Género de la FAO para América Latina y el Caribe. 

Hoy, 8 de marzo, decimos con fuerza ¡El futuro es junto a las Mujeres Rurales!