FAO en Colombia

Indígenas Embera Katíos mejoran calidad y producción de maíz, plátano y cacao

16/10/2021

Proyecto Integral de Desarrollo Agropecuario y Rural (PIDAR) 1452, Alto Andagueda, Bagadó, Chocó. “Lo esencial es invisible a los ojos” El Principito. 

¡Existen, sí hay, y ya se comprobó! 

Hay proyectos donde lo que no es cuantificable, -lo que es invisible a los ojos- los vuelve sostenibles. Así ocurrió en Alto Andagueda, con 72 familias Embera Katios de las veredas Alto Palmira, La Esperanza y Santa Isabel productoras de cacao, plátano y maíz, que luego de la implementación del Proyecto Integral de Desarrollo Agropecuario y Rural, PIDAR hoy cuentan con sistemas productivos tradicionales establecidos para el autoabastecimiento y con tres promotores locales de la misma comunidad entrenados para producir sus propios abonos y fertilizantes, con los conocimientos para controlar plagas y enfermedades en los sistemas productivos tradicionales y mejorar la calidad, aumentar la producción de sus cultivos y con una comunidad que, tras un desplazamiento lleno de incertidumbres, retornó y está recuperando sus tradiciones ancestrales. 

Ellos son parte del PIDAR 1452 liderado por la Agencia de Desarrollo Rural, ADR, con la cooperación técnica de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO. El evento de cierre comunitario se llevó a cabo en Piedra Honda, Bagadó y los líderes indígenas escucharon los resultados del proyecto a través de las intervenciones de los delegados de la Unión Técnica Territorial, UTT 5, de la ADR y de FAO. 

El PIDAR es, según la Agencia de Desarrollo Rural, ADR, una iniciativa productiva que contempla actividades limitadas en el tiempo, que utiliza parcialmente recursos públicos con el fin de crear, ampliar, mejorar o recuperar la capacidad de producción o de provisión de bienes o servicios por parte del Estado en el sector rural. En efecto, la ADR con la cooperación técnica de la FAO, apoyan la implementación de esos proyectos a través de procesos de formación técnica, socio empresariales y de corresponsabilidad con el medio ambiente; y con la entrega de insumos o bienes de acuerdo con las características del proyecto. 

Sin embargo, la historia del PIDAR 1452 tiene unos matices particulares. Las comunidades de las veredas de Alto Palmira, Santa Isabel y La Esperanza del Cabildo Mayor Embera Katio, Zona 3 están integradas por indígenas que en su mayoría no saben leer, ni escribir, tampoco hablan español. Su aislamiento por condiciones geográficas es casi total y a eso se añade la dispersión en que se encuentran ubicadas las comunidades. A esto se suma que venían de vivir la experiencia de un desplazamiento que los obligó a salir por 3 años de su territorio y regresar con la desorientación que generaron los conocimientos del mundo moderno. 

En este escenario, la alianza entre ADR y la FAO asume el desafío de acompañarlos en un proceso para fortalecer sus sistemas productivos de cacao, maíz y plátano. El primer paso que se dio -y es uno de los logros del convenio- fue utilizar una metodología participativa diferencial de aprendizaje para definir los caminos más adecuados para mejorar la producción y con la que se garantizó la participación equitativa de hombres, mujeres y niños y niñas. 

El eje central fue el dialogo para construir el conocimiento y plasmarlo en metodologías de diagnostico denominadas mapas parlantes. El ejercicio consistió en dibujar un mapa del territorio para que señalaran dónde se cultiva, dónde se encuentran las tierras sagradas, dónde se ubican los ríos con peces y cangrejos, cuáles son las tierras mas fértiles, etc. 

A partir de ese diagnóstico, el equipo de profesionales de FAO – ADR identificó las actividades necesarias para fortalecer los procesos técnico productivos y lo mas importante, el rescate de la tradición la cual se realizó a través de la oralidad y se plasmo por medio de dibujos en una actividad denominada el árbol de la vida donde cada miembro identificaba, el rol que cada uno desempeña en el bienestar y la alimentación de su comunidad. Esta actividad tiene el propósito de que vean qué hacen por sus cultivos, cómo los cuidan o cómo los abandonan y qué podrían aportar cada uno para mejorar su producción. También se identifican las funciones de un árbol y se relacionan con los aportes y habilidades de cada individuo que hace parte de la comunidad (protección, cuidado, alimento, sombra etc). 

Los dos ejercicios evidenciaron que había un conocimiento ancestral que estaba en sintonía con el apoyo técnico de los profesionales de la FAO-ADR. Por ejemplo, el maíz lo cultivan así: talan el bosque, esparcen la semilla al voleo como si fuera arroz y no vuelven sino hasta la cosecha. Esa es su tradición. Ahora, con los conocimientos técnicos adquiridos, preparan el terreno haciendo aplicaciones de abonos orgánicos para enriquecer la actividad microbiológica que contribuye a la fertilización y usan hongos entomopatógenos para el control de plagas. 

Este conocimiento fue muy valorado por los indígenas quienes solicitaron que se capacitara a tres líderes suyos con esas habilidades técnicas. Y aquí surgió el segundo logro. Cada líder capacitado tiene hoy la habilidad de elaborar abonos orgánicos, fertilizantes con los elementos que hay en la misma zona, diagnosticar las enfermedades de las plantas y actuar oportunamente para que los cultivos no se dañen. 

El profesional de la FAO, Alejandro Valencia, señaló: “Se les entregaron algunos elementos -como melaza, micro-organismos eficientes y levaduras- pero hoy esos 3 líderes indígenas cuentan con la experticia para preparar diferentes abonos orgánicos según las necesidades de cultivo, aplicar los abonos, hacer control a las plagas donde se unió la experiencia tradicional de ellos con los aportes de los técnicos del equipo FAO – ADR, etc.”. 

El ejercicio fue tan exitoso que “ellos aprovecharon los conocimientos agroecológicos para utilizarlos en las plantas que habitualmente usan para la salud humana”. Según Alejandro Valencia lo que hicieron fue diseñar un proceso innovador con el que crearon nuevos abonos para el cuidado de los cultivos. “Es decir, complementaron el conocimiento agroecológico con el conocimiento ancestral”. 

Valencia destacó como uno de los avances más importantes de este PIDAR fue que en la pandemia, cuando el aislamiento fue total para ellos, nadie iba a la región y ellos no tuvieron que salir a abastecerse porque contaban con cosechas de plátano y maíz -lo cual representa el 60% de la dieta de las comunidades-. “Como se dieron las bases para la Seguridad Alimentaria, durante la pandemia ellos hicieron un uso adecuado de los conocimientos: abono, almacenamiento y cuidado. Eso fue lo que les sirvió para subsistir cuando no podían salir y mucho menos recibían ayudas externas. Adicionalmente, realizaron, con los excedentes de la producción un trueque de alimentos con otras comunidades cercanas que no hacen parte del PIDAR pero son del mismo resguardo”, señaló Valencia. 

Como parte de la implementación del PIDAR se les entregó a cada familia insumos para adecuar sistemas óptimos con fines de propagación vegetal de material local de cacao y herramientas para poder realizar las labores culturales en los sistemas productivos de cacao, maíz y plátano. También se les entregaron materiales para la elaboración insumos orgánicos para el control de plagas y enfermedades. 

La buena administración de los recursos que realizó FAO generó unos ahorros que se reinvirtieron en el PIDAR con la compra de insumos y herramientas que tienen desgaste como machetes, botas pantaneras, hachas y carretillas que se entregaron a cada familia participante del proyecto. 

Para Valencia este es un proyecto que es socialmente sostenible porque contribuyó al rescate de los valores ancestrales, a la generación de tecnologías amigables con el medio ambiente, a construir lazos de confianza entre las comunidades y las entidades del Estado y las organizaciones internacionales, a fortalecer el tejido social a través de metodologías participativas con enfoque diferencial y a promover la participación de la mujer indígena.
 

Contacto de prensa:
Nancy Villescas Sánchez
Oficina de Comunicaciones
Representación FAO Colombia