FAO en Colombia

Dalia Mina y la farmacia natural de Yurumanguí

08/03/2022

“El territorio es la vida y la vida no se vende; se ama y se defiende”, con estas palabras Dalia Mina Valencia, conocida entre la población de Yurumanguí como la ‘Tía Dalia’, describe el territorio como una fuente de recursos inigualables, que le ha permitido ayudar a su comunidad: este bosque “tiene aire fresco, agua, árboles y diferentes productos y plantas medicinales; este bosque lo tiene todo”. 


Medicina ancestral
 

Dalia hace parte de una comunidad afrodescendiente, es alegre y tiene una voz pausada y maternal; gran parte de su tiempo lo dedica especialmente al cuidado de niños, niñas y jóvenes. Cuando habla sobre las diferentes experiencias que ha tenido como promotora de salud, donde trata desde un dolor de cabeza o de muela hasta problemas pulmonares e infecciones por mordeduras de animales, es inevitable tatarear la canción que dice “traigo yerba santa, pa' la garganta, traigo Keisimón, pa' la hinchazón”, además porque su rostro se asemeja mucho al de la intérprete. 

Esta mujer de la comunidad ha convertido el bosque en una farmacia natural, donde ella la atiende, sin horario, ni citas, ni restricciones. Desde hace 20 años, en la azotea de plantas, que ha construido con sus propios recursos, ha creado una zona de reflexión, construcción y de pensamiento donde comparte sus conocimientos. “La base de la medicina tradicional es el bosque: comparto y combino conocimientos ancestrales y científicos con elementos que ofrece la naturaleza como canela, albahaca, yerbabuena, poleo, entre otros, para la elaboración de purgantes y antibióticos”. No experimento con la gente, solo contribuyo a aliviar y a calmar sus dolores, ya que en la región no hay puesto de salud, dice mientras consiente y acaricia sus plantas.


En defensa del territorio
 

Como lo pregona Dalia, Yurumanguí es “territorio de vida y la vida no se vende. Se ama y se defiende”, y es por eso que, en 2007, a través de un mandato construido por la comunidad, no se siembran cultivos ilícitos, ni se realiza minería a gran escala. 

Desde su quehacer como integrante de la comunidad dialoga con las personas jóvenes para escuchar sus pensamientos sobre el territorio, y reorientarlos si es necesario. “Las nuevas generaciones deben conservar el bosque para que el conocimiento trascienda. Deben ser conscientes que algunas prácticas lo pueden destruir. Hoy trabajamos para conservarlo y seguir sosteniéndolo para las próximas generaciones”. 

Dalia habla de su terruño, de este territorio que es fuente inigualable de productos que el paladar de las nuevas generaciones ya ha olvidado,y es por eso que se empeña en realizar un trabajo de formación para la transformación de los productos locales, que además elevan el nivel nutricional: “me complace educar el paladar innovando con los alimentos y preparaciones, porque muchos ya han olvidado el sabor de la Ortiga, por ejemplo”. 

En este acercamiento con las personas jóvenes, no solo busca la apropiación y valoración de lo propio, también pretende que inicien procesos productivos, pues en la región hay pocas oportunidades de desarrollo. “Ojalá después de terminar el bachillerato los estudiantes pudieran realizar una formación técnica en la región que les permitiera servir a la comunidad, así no tendrían que desplazarse a las grandes ciudades; necesitamos presencia del Estado para darles más oportunidades”. 

A la fecha solo hay un factor que contribuye a construir y amar el territorio, el proyecto de Forestería Comunitaria que desde 2019 se desarrolla en Yurumanguí, y otras regiones. Para Dalia este proyecto incrementa el sentido de pertenencia comunitaria, integra y vincula: “en esta iniciativa participan desde jóvenes hasta adultos mayores; los hombres cortan la madera, los jóvenes trabajan en los viveros y las mujeres con las artesanías”; puntualiza Dalia después de refrescarse tomando agua proveniente de la lluvia, servida en una hoja de árbol. ¡Salud!, nos dice desde este territorio mágico, donde confluyen el río y el bosque como uno solo, su casa y la de más de 3 mil yurumanguireños que brindan junto a ella por su conservación y resguardo.

Contacto de prensa:
Ángela Silva Flórez
Oficina de Comunicaciones
Representación FAO Colombia