FAO en Costa Rica

Costa Rica se une a la celebración del Día Internacional de las Montañas 2017

11/12/2017

País ha hecho grandes esfuerzos en la protección, conservación y manejo sostenible de los ecosistemas de montañas, que constituyen un 80% de la superficie nacional

Según la FAO,  las tasas de hambre, malnutrición y emigración de las zonas de montaña están en aumento.

 Hoy el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE), el Instituto Meteorológico Nacional (IMN), la Fundación para el Desarrollo de la Cordillera Volcánica Central (FUNDECOR) y la Representación de la FAO en  Costa Rica, se unieron para conmemorar la fecha y resaltar el valor y las amenazas que enfrentan  las áreas de montaña del territorio nacional.

“Las montañas contribuyen a la seguridad alimentaria y nutricional al abastecer a la población de alimentos, además de ofrecer importantes bienes y servicios ecosistémicos para la población”, declaró Octavio Ramírez, Coordinador Residente de la FAO en el país.

 Las montañas proporcionan tierra para los cultivos, pastos para la ganadería, agua para la pesca y productos forestales no maderables. Asimismo, promueven la agrobiodiversidad de cultivos y ganado en las montañas, que contribuye a la adaptación del cambio climático.

 “A nivel mundial, se impulsa fortalecer acciones concretas y políticas para mejorar la resiliencia de los pueblos y los entornos de las montañas. Nosotros tenemos un país montañoso, con tres cadenas que atraviesan todo el país de norte a sur, por lo que es esencial valorar el aporte que nos dan las montañas”, comentó Patricia Madrigal, Ministra en funciones de Ambiente.

 En la actualidad, el cambio climático, la variabilidad climática,  la degradación de la tierra y las catástrofes naturales amenazan el bienestar de las comunidades de montaña y la capacidad de los entornos montañosos para proporcionar bienes y servicios esenciales del ecosistema, con devastadoras consecuencias.

Según la FAO,  las tasas de hambre, malnutrición y emigración de las zonas de montaña están en aumento. Con el propósito de generar conciencia respecto a esta problemática,  este  año se estableció como lema del Día Internacional: “Montañas bajo presión: clima, hambre, migración”. En los países en desarrollo uno de cada tres habitantes de las montañas es vulnerable a la inseguridad alimentaria.

 “Las montañas no sólo aportan el sustento y el bienestar a cerca de 915 millones de personas que viven en las montañas en todo el mundo, adicionalmente se benefician indirectamente miles de millones de personas que viven en las tierras bajas. Las montañas son la fuente de recursos que cada vez serán más escasos en las décadas futuras”, afirmó Ramírez.

Por su parte, Costa Rica ha hecho grandes esfuerzos en la protección, conservación y manejo sostenible de los ecosistemas de montañas, que constituyen un 80% de la superficie nacional, así como los servicios ecosistémicos para el beneficio mutuo de las comunidades de  montaña.

“Nuestros ecosistemas de montañas son fábricas de agua que intervienen en la determinación del clima, por lo que es imprescindible protegerlas”, comentó Roberto Villalobos, Subdirector del IMN.

Los ecosistemas de montañas están integrados por comunidades, grupos sociales, que dependen de los diversos productos y servicios que suministran, requeridos para el desarrollo social y económico, así como los medios de vida y subsistencia de las poblaciones.

 Las poblaciones indígenas y locales que viven en las montañas tienen un conocimiento único y valioso. Muchas de sus tradiciones y prácticas culturales pueden contribuir a las estrategias eficaces de gestión de la tierra, adaptación al cambio climático y reducir consiederablemente su vulnerabilidad frente a las amenazas del clima y el hambre.

 La agricultura de montaña es agricultura familiar.

Debido a su pequeña escala, a la diversificación de cultivos, a la integración de actividades forestales y ganaderas y su reducida huella de carbono, la agricultura de montaña ha evolucionado a lo largo de los siglos en un entorno difícil, contribuyendo al desarrollo sostenible.

El cultivo en zonas de montaña, con  sus parcelas dispersas de tierra aprovechable a diversas altitudes con diferentes climas, paisajes y escaso margen para la mecanización, son gestionadas por las explotaciones familiares de la forma más eficiente y eficaz.

Los agricultores familiares que viven en las montañas trabajan a nivel familiar o comunitario para un mercado local o su propia subistencia, desempeñando un rol clave para garantizar la seguridad alimentaria de los hogares. Por otra parte, la comercialización de productos de alto valor de montaña pueden impulsar las economías locales de las comunidades.