El cambio del clima ya empezó, el de filosofía está pendiente
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La percepción del cambio climático en el sector agrario en Cuba aún es demasiado optimista sobre efectos que resultan, a todas luces, irreversibles. Se ve como algo a resolver en el futuro, cuando debía ser desvelo del presente. Así trascendió este miércoles, en la apertura del taller que ubicó el tópico en primer plano, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en La Habana.
Para ilustrar la expresión de los cambios del clima en el contexto nacional, el doctor Arnaldo Álvarez Brito —investigador del Instituto de Investigaciones Agroforestales— refirió, por solo citar un ejemplo, el incremento de 0,9 °C experimentado en la temperatura superficial del aire desde mediados del pasado siglo. ¿Cómo se vislumbran los impactos de cara al futuro? Según el especialista, en Cuba la temperatura media del aire podría ascender hasta 4ºC, mientras la precipitación anual disminuirá entre el 15 y el 63 %. También se prevé que decrezca la productividad de los ecosistemas terrestres y agrícolas —de manera progresiva—, en tanto ganará terreno la intrusión salina en los sistemas acuíferos subterráneos.
Para el 2050, dijo, se avizora que suba el nivel medio del mar en unos 27 centímetros y 85 para el 2100. De ahí que urge un vuelco de filosofía y de gestión, en aras de orientar esfuerzos y energías hacia un programa de acciones que privilegie las alianzas de actores claves, nuevos estudios sobre el tema y la articulación de estrategias aterrizadas a las instancias municipales del sector, entre otros aspectos.
El doctor Theodor Friedrich, representante de la FAO en Cuba y experto internacional en Agricultura de Conservación, socializó experiencias globales que encienden la alerta en función de lograr sistemas productivos sostenibles y lo imperioso de consolidar una cultura de resiliencia y mitigación. Insistió igualmente en que un tema transversal en este sentido lo constituye la pertinencia de la integración, la continua capacitación y la transferencia de tecnologías y conocimientos. De modo que la agricultura de conservación se posiciona como la alternativa que hace más creíble y alcanzable el desarrollo, y su sostenibilidad.
Sobre la estrategia de esa agencia especializada de la ONU en torno al enfrentamiento al cambio climático en la nación, abundó Jorge Fernández Chamero. El taller contó además con las presentaciones de los doctores Ramón Pichs —director del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial— y Lissette Fernández, profesora, investigadora titular y funcionaria de la Asociación Cubana de Producción Animal. (Tomado de Granma)