FAO en Cuba

¿Debemos temer más a la alimentación que al crimen organizado?

Foto: Noticieros en Línea
14/05/2018

No pasa un día sin que los medios de comunicación denuncien las condiciones de inseguridad en que viven muchas comunidades en América Latina y el Caribe. Pero hay un asesino que hasta ahora permanece casi invisible: nuestro sistema alimentario.

Un análisis hecho por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) muestra que en 27 países de la región, la obesidad causó más de 300 000 muertes en 2015, comparado con las 166 mil personas muertas por asesinatos. Casi el doble.

En Chile, en 2015, hubo 816 homicidios, mientras que doce mil personas murieron debido a enfermedades causadas por la obesidad. ¡Eso es quince veces más muertes por obesidad que por asesinatos!

En Guatemala, El Salvador, Venezuela, Colombia, Belice y Brasil, las muertes por obesidad superan entre 4 y 86% a las muertes por causa de homicidios, y en Barbados, Uruguay, Cuba y Argentina, entre 10 y 19 veces a las por violencia criminal.

La obesidad es una epidemia regional. Ya en 2014 había 96 millones de personas obesas, una cifra de por sí aterradora, pero más grave aún si se considera que la obesidad crece aceleradamente en todos los países de la región y en todos los grupos sociales.

El costo económico de esta epidemia es igualmente desolador. Según un estudio de la Cepal y el Programa Mundial de Alimentos, los costos asociados a la obesidad y el sobrepeso para los sistemas de salud en 2014 alcanzaron los US$ 6 mil millones en México, US$ 1,5 mil millones en Ecuador y US$ 330 millones en Chile.

¿Qué podemos hacer para detener esta epidemia? Lo primero es desterrar la idea de que se trata de un problema de exclusiva responsabilidad personal. Tanto sus causas como sus consecuencias superan cualquier decisión individual. Es un problema de interés público, y de la mayor importancia.

Lo segundo es dejar a un lado la creencia anticuada de que la obesidad es un problema de naciones ricas y de sectores de mayores ingresos, pues el país que tuvo el mayor incremento en su tasa de obesidad entre 2005 y 2014 fue Haití, que no solo es el más pobre del hemisferio occidental, sino que también el que tiene la mayor tasa de subalimentación.

Lo tercero es apuntar a la causa principal del problema: las profundas transformaciones que han vivido nuestros sistemas alimentarios, especialmente a partir de la década de 1980, y que facilitaron una mayor disponibilidad de alimentos y una oferta más diversa a precios más bajos, pero cuyos beneficios han sido empañados por niveles cada vez mayores de obesidad, ya que un porcentaje importante de los alimentos disponibles en nuestra región no son sanos.

Los cambios que afectaron a los sistemas alimentarios en los últimos cuarenta años se dieron en ausencia casi total de políticas públicas que aseguraran que lo que comemos nos alimente de forma sana, sin causarnos daño. Esto no puede seguir igual.

La industria alimentaria ha declarado reiteradamente que quiere ser parte de la solución. Hoy tiene la oportunidad de demostrar su compromiso con la salud de la población, venciendo resistencias internas y dando apoyo a políticas públicas que son urgentes no solo para la salud de las personas, sino también para el desarrollo sustentable de la misma industria alimentaria, a mediano y largo plazo.

Porque esta epidemia sí tiene solución. Hay múltiples políticas públicas y estrategias empresariales para revertir el crecimiento explosivo de la obesidad. Muchas de ellas serán debatidas por los países de la región durante la 35ª Conferencia Regional de la FAO, que se celebrará en Jamaica entre el 5 y el 8 de marzo.

Es perfectamente posible lograr que nuestros alimentos sean más sanos y seguros. Debemos cambiar nuestra alimentación de forma urgente. O empezar a temer más a la obesidad que al crimen organizado.

(Julio Berdegué, Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, y Pablo Aguirre, Consultor de la Organización/ Tomado de Mercurio)