Director General QU Dongyu

COVID-19: el Director General pide una “respuesta coordinada y coherente” en su discurso dirigido al Parlamento Europeo

02/12/2020

2 de diciembre de 2020, Roma/Bruselas El Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Sr. QU Dongyu, dijo hoy a la Comisión de Desarrollo del Parlamento Europeo que no debía permitirse que la crisis de salud pública actual desencadenara en una crisis alimentaria. Fue su primer discurso en esta sede, tras que el Parlamento invitara al Sr. QU a que hablara sobre el hambre y la malnutrición en el contexto de la pandemia.

La situación era crítica incluso antes de la pandemia, con casi 690 millones de personas subalimentadas y 3 000 millones de personas que no podían permitirse una dieta saludable en 2019, dijo el Sr. QU a la Comisión tras la introducción pronunciada por su Presidente, el Sr. Tomas Tobé, quien agradeció al Director General su presencia y recalcó la importancia del mandato de la FAO y de sus actividades.

La pandemia pone de manifiesto la fragilidad de los sistemas agroalimentarios

El Sr. QU dijo a los eurodiputados que la pandemia había erosionado todo aún más: la fragilidad de las cadenas de suministro, la precariedad de la mano de obra agrícola y la delgada línea que separaba a muchas familias de la pobreza. Trazó un panorama de las restricciones de movilidad que habían llevado al cierre de los mercados en una fase temprana y reducido radicalmente el acceso a alimentos nutritivos, restringiendo los medios de vida de los agricultores más pobres y haciendo que millones de niños se perdieran las comidas escolares, a menudo la única fuente de alimentos nutritivos a su alcance.

El Sr. QU añadió que la enfermedad por coronavirus (COVID-19) había agravado los problemas existentes, citando la inseguridad en el Sahel y el recrudecimiento de la langosta del desierto en el Cuerno de África. Cuatro de cada cinco personas atrapadas en crisis prolongadas vivían en el campo y sus medios de vida dependían de alguna forma de la producción agrícola. De los trabajadores por cuenta propia del medio rural, la misma proporción —alrededor del 80 %— trabajaba mediante acuerdos informales, lo que suponía que la gran mayoría de los trabajadores rurales se veía excluida de la protección social asociada al empleo.

Asociarse para salir adelante

El Sr. QU insinuó que la situación era grave pero no desesperada, suponiendo que todas las partes hicieran lo suyo. Habló sobre el completo Programa de la FAO de respuesta y recuperación de la COVID-19: este programa holístico, que se había puesto en marcha en las semanas iniciales de la pandemia, estaba concebido no solo para ayudar a los países a recuperarse, sino también para reconstruir mejor y con mayor solidez. Sus siete esferas prioritarias de trabajo abarcaban el enfoque “Una Salud”, datos destinados a la toma de decisiones, programas de protección social, el empoderamiento de las mujeres del medio rural, la cooperación interregional, la facilitación del comercio y la transparencia de los mercados.

El Sr. QU señaló que el Programa de respuesta y recuperación de la COVID-19 se beneficiaba de la emblemática Iniciativa Mano de la mano de la FAO, cuyo objetivo era acelerar la transformación agrícola y el desarrollo rural sostenible sobre la base de datos e información.

El Director General también mencionó la nueva Plataforma geoespacial Mano de la mano de la FAO, en la que se agregaban y superponían datos de múltiples fuentes para realizar intervenciones específicas en materia de seguridad alimentaria, el Laboratorio de datos para la innovación estadística, que combinaba fuentes de datos no convencionales, macrodatos, inteligencia artificial y ciencia de datos para la toma de decisiones y la evaluación del impacto, y Earth Map, una herramienta de macrodatos que la FAO había desarrollado en el marco de su colaboración con Google.

En un plano más general, el Sr. QU señaló que los sistemas agroalimentarios sustentaban la vida de más de la mitad de la población mundial, haciendo hincapié en que la transformación de dichos sistemas era esencial para que el mundo reconstruyera mejor y sacara a la humanidad de la pobreza y el hambre de manera duradera y sostenible. En el proceso, era necesario prestar especial atención a las medidas de protección social, con las que podía ayudarse a los más vulnerables a atravesar uno de los tiempos más duros que se habían vivido en décadas.

A continuación, el Sr. QU rindió homenaje a la estrecha colaboración entre la FAO y la UE para forjar activamente alianzas y asociaciones destinadas a prestar asistencia a los países a la hora de ocuparse de la adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos en los sectores de la alimentación y la agricultura, y mencionó el Programa de gestión sostenible de la fauna silvestre, financiado en gran medida por la UE, como un excelente ejemplo de este enfoque.

También abogó en favor de la intensificación de la innovación y la digitalización. Sugirió que esta última no era “una mera cuestión de tecnología de la información”, sino una remodelación sistémica de las perspectivas y los procesos.

Entre otros ejemplos de asociaciones específicamente europeas en las que participaba la FAO, el Sr. QU citó la Red mundial contra las crisis alimentarias, financiada en gran medida por la UE, un grupo mixto dedicado a la respuesta ante desastres del que formaban parte la FAO, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Comisión Europea. Se elogió al país anfitrión de la FAO, Italia, por promover la Coalición alimentaria, una alianza mundial de múltiples partes interesadas, una red de redes dirigida a coordinar una acción mundial unificada en respuesta a la COVID-19.

El Sr. QU concluyó que el Pacto Verde y la estrategia sobre biodiversidad de la Unión Europea eran otros puntos de partida para aplicar la experiencia de la FAO en materia científica y de políticas.

En intercambios posteriores con los eurodiputados, se hicieron otras intervenciones sobre la necesidad de invertir en políticas sistémicas, como el empoderamiento de la mujer del medio rural o la capacitación de los jóvenes en empleos agrícolas con valor añadido.

El Sr. Leonard Mizzi, Jefe de la Dirección General de Cooperación Internacional y Desarrollo de la Comisión Europea, se hizo eco del llamamiento del Sr. QU para la transformación de los sistemas agroalimentarios. “Lo que se ha venido haciendo toda la vida ya no funciona más,” dijo, haciendo referencia no solo a la COVID-19 sino también a factores como el endeudamiento de los países. El funcionario reiteró la decisión de la UE de comprometer miles de millones en su presupuesto de 2021-27 para financiar proyectos dedicados al suelo, el agua y la agroforestería, junto con la determinación de combatir la deforestación y el trabajo infantil.

El Sr. QU, quien había conversado anteriormente con parlamentarios de Italia y el Japón, así como con miembros del Frente Parlamentario contra el Hambre de América Latina y el Caribe, agradeció a sus anfitriones de Bruselas y a los miembros de la Alianza Parlamentaria Europea contra el Hambre y la Malnutrición por sus continuos esfuerzos para garantizar que las cuestiones de la alimentación y la nutrición siguieran siendo prioritarias en la agenda política. Concluyó haciendo hincapié en el hecho de que, a su juicio, los parlamentos eran asociados verdaderamente fundamentales en la noble misión de erradicar el hambre, eliminar la pobreza y crear un mundo de armonía y solidaridad.