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COMITÉ DE SEGURIDAD ALIMENTARIA MUNDIAL

30º período de sesiones

Roma, 20-23 de septiembre de 2004

DECLARACIÓN DEL DIRECTOR GENERAL ADJUNTO


Excelentísimo señor Viceprimer Ministro Chaturon Kaisang
Señor Presidente
Distinguidos delegados y observadores
Excelencias
Señoras y señores

En nombre del Director General, tengo el placer de darles la bienvenida a este 30º período de sesiones del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial. Tenemos el honor de contar entre nosotros a Su Excelencia Chaturon Kaisang, Viceprimer Ministro del Reino de Tailandia. Excelencia, es ciertamente un placer darle la bienvenida y manifestarle nuestra gratitud por haber accedido a pronunciar el discurso principal de esta mañana. Tailandia ha hecho notables progresos en la reducción de la pobreza y el hambre, y muchos países podrían beneficiarse de la comprensión de los elementos positivos en dicho progreso. También me complace dar la bienvenida al Dr. Norman Borlaug, premio Nobel, quien impartirá esta tarde la segunda conferencia del CSA a cargo de una personalidad eminente sobre seguridad alimentaria. También nos sentimos honrados de tenerle hoy con nosotros.

Este Comité, abierto a todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas, ha desempeñado una función esencial en la definición y la elaboración de planteamientos nacionales e internacionales para superar la inseguridad alimentaria. Su labor en la supervisión de los avances hacia el objetivo fundamental de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de reducir a la mitad el número de personas subnutridas para el año 2015 es ahora más importante que nunca. De hecho, la mayor parte del programa de este período de sesiones está dedicada a examinar los avances realizados hasta la fecha en la aplicación del Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación.

Lamentablemente, estos avances han sido decepcionantes y lentos. La FAO estima que unos 842 millones de personas en el mundo seguían padeciendo hambre a finales del decenio de 1990 (1999-2001). Esta cifra incluye a 798 millones de personas en los países en desarrollo, 34 millones en los países en transición y 10 millones en los países industrializados. Desgraciadamente, el número de personas subnutridas en los países en desarrollo solo disminuyó en nueve millones desde el período de referencia de la CMA (1990-1992). La actual disminución en el ritmo de la reducción del hambre sugiere que el objetivo de la CMA solo se alcanzará si las reducciones anuales se aceleran hasta los 26 millones anuales. Esto equivale a más de 12 veces el ritmo de 2,1 millones anuales alcanzado hasta la fecha.

Algunos países redujeron constantemente el hambre desde principios del decenio de 1990. En todo el mundo, el número de personas que padecen hambre crónica se redujo en más de 80 millones a lo largo del decenio, pero este éxito correspondía a solo 19 países. Los países en desarrollo más grandes, como Brasil y China, lograron reducir el número de hambrientos crónicos. Sin embargo, estos dos países tenían inicialmente pocas personas subnutridas. Pero incluso algunos países más pequeños, donde el hambre estaba más extendida, como el Chad, Guinea, Namibia y Sri Lanka, tuvieron éxito en el empeño. En la segunda mitad del decenio de 1990, el número de subnutridos disminuyó en 22 países, incluidos Bangladesh, Haití y Mozambique. Por regiones, en América Latina y el Caribe también se apreciaron reducciones sostenidas en el número de subnutridos a lo largo del mismo período.

Significativamente, los ingresos crecieron cinco veces más en aquellos países que redujeron el hambre con éxito, en comparación con los países con resultados menos positivos. Los países que tuvieron más éxito también presentaron tasas de crecimiento más elevadas en sus sectores agrícolas, una situación política más pacífica, menores tasas de crecimiento demográfico y una menor incidencia de enfermedades importantes, incluido el VIH/SIDA. Estos países no solo redujeron la pobreza y la inseguridad alimentaria, sino que también lograron mejoras en relación con indicadores sociales importantes, la mortalidad infantil, la mortalidad materna, el acceso a agua potable y otros servicios sociales.

Sin embargo, para la mayoría de los países en desarrollo, el decenio de 1990 fue, en realidad, un decenio de pobreza, hambre y desesperación crecientes. El progreso mundial en la reducción del hambre se ralentizó. Tras disminuir en 37 millones durante la primera mitad del decenio de 1990, el número total de personas hambrientas en los países en desarrollo aumentó de hecho en 18 millones en la segunda mitad del decenio. Por regiones, el número de personas subnutridas creció en el África subsahariana, el Cercano Oriente y África del Norte. De hecho, el hambre se agravó considerablemente en 49 países, mientras que el número de subnutridos aumentó en 60 millones en otros 26 países a lo largo del mismo período.

Los países donde el hambre creció se enfrentaron a más desastres naturales, más emergencias alimentarias y mayores tasas de infección por el VIH. La sequía y otros desastres naturales siguen siendo la causa más común de las emergencias alimentarias, aunque un número creciente se debe ahora a los conflictos civiles y a la guerra. Los países que se enfrentaron a emergencias alimentarias, tales como los del África meridional, expuesta a la sequía, o a una situación previa a la hambruna, como Eritrea y partes de Etiopía, han pasado generalmente por una escasez crónica de alimentos durante una década o incluso más tiempo. Los países muy dependientes de los ingresos procedentes de las exportaciones agrícolas, como los productores de café en América Central, también padecieron fuertes caídas en los precios internacionales que desencadenaron emergencias alimentarias. Actualmente, 35 países, de los que 24 se encuentran en África, se enfrentan a emergencias alimentarias excepcionales resultantes de crisis económicas, conflictos civiles o condiciones meteorológicas adversas. Una evolución positiva en términos de seguridad alimentaria ha sido una disminución en el número de conflictos provocados por el hombre desde 1999.

Una causa de preocupación adicional e importante este año es la amenaza que plantea la plaga de langosta en África noroccidental y occidental. Ya se han notificado daños de consideración en las cosechas. Y, aunque ya están en marcha las operaciones de control en los países afectados, estas se ven limitadas por la insuficiencia de recursos. La FAO ha hecho un llamamiento a los donantes solicitando 100 millones de dólares EE.UU. para apoyar a los países afectados en sus esfuerzos por controlar el brote de langosta; sin embargo, los compromisos solo ascienden hasta ahora a 37 millones de dólares EE.UU. Es urgentemente necesario luchar contra la difusión de esta plaga. Muchos de los países afectados en África noroccidental y occidental se hallarán ante graves dificultades de suministro de alimentos si no actuamos colectivamente para detener la infestación.

La FAO siempre ha subrayado que erradicar el hambre es, en primer lugar y ante todo, responsabilidad fundamentalmente de los gobiernos nacionales. Sin embargo, la inversión en el sector agrícola sigue siendo insuficiente. Además, hay limitaciones tecnológicas que resultan en una baja productividad agrícola. Unas precipitaciones inciertas y agua insuficiente para la producción agrícola y ganadera son problemas muy serios, que a menudo resultan en unas producciones estacionales muy variables. Y la falta de oportunidades de empleo fuera de las explotaciones agrícolas contribuye a la incertidumbre y a los bajos ingresos, dificultando la adquisición de alimentos. No obstante, existen pruebas importantes de que la inversión en la reducción del hambre a través de la agricultura y del desarrollo rural produce unos beneficios económicos y sociales elevados.

En 2006 este Comité, en su calidad de órgano de las Naciones Unidas principal responsable del seguimiento del Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, realizará un examen a mitad de período de los progresos hechos en la reducción del número de personas subnutridas. Dado el ritmo actualmente lento de la reducción del hambre y el incremento del número de emergencias alimentarias, se podría tardar décadas en eliminar el hambre crónica en el mundo. Esta situación es sencillamente inaceptable. Por tanto, instamos respetuosamente a este Comité a presentar recomendaciones prácticas específicas para estimular las medidas nacionales e internacionales destinadas a garantizar que se alcance el objetivo de la CMA. Estas medidas, para su estudio en el próximo período de sesiones del CSA, apoyarían los preparativos y la planificación del examen a mitad de período, que es necesario comenzar pronto.

Para terminar, las acciones para ayudar a erradicar la pobreza y la inseguridad alimentaria en los países en desarrollo, tales como el incremento de los recursos financieros para la agricultura y el desarrollo rural, unas políticas comerciales más favorables o una solución duradera para el problema de la deuda, constituirían signos tangibles del compromiso mundial en la realización de los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación. En el plano mundial, necesitamos un mayor compromiso político y financiero con la agricultura y el desarrollo rural que incluya un mayor compromiso para reducir el hambre y la pobreza a nivel nacional.

En nombre del Director General, les deseo éxito en sus deliberaciones.

Muchas gracias.