FO: NAFC/2000/8(a)


 

COMISIÓN FORESTAL PARA AMÉRICA DEL NORTE

Tema 6 a) del Programa provisional

20a REUNIÓN

St. Andrews, New Brunswick, Canadá,
12-16 de junio de 2000

LA SILVICULTURA URBANA EN AMÉRICA DEL NORTE Y SUS VINCULACIONES MUNDIALES

 

RESUMEN

ESTUDIO MONOGRÁFICO: La tormenta de hielo de 1998 y su efecto en los bosques urbanos del Canadá

A comienzos de enero de 1998, una amplia zona del sudeste del Canadá y el noreste de los Estados Unidos sufrió una tormenta de hielo de consecuencias y duración sin precedentes. La tormenta produjo lluvia helada durante un período de seis días, cuyo resultado fue una acumulación de hielo de 11 cm de grosor en varias zonas gravemente afectadas. Además de los serios daños sufridos por la infraestructura pública, este acontecimiento tuvo un efecto devastador en los bosques urbanos y sometidos a ordenación, jardines botánicos y árboles singulares. Los daños sufridos por los árboles en las zonas urbanas dependieron en buena medida de la ubicación, edad y arquitectura de las copas de los árboles. Los desaciertos en la selección de especies y métodos de plantación, en particular la colocación de árboles con copas amplias y limitada capacidad de carga en las proximidades de las líneas del tendido eléctrico, incrementaron fuertemente el alcance de los daños de la tormenta.

Dos años después de la tormenta, la recuperación de los bosques en las zonas urbanas y rurales no ha terminado todavía. Muchos municipios afectados han establecido programas de sustitución de los árboles de las calles, con especial atención a la selección de especies y cultivares con las siguientes características morfológicas: peso limitado, crecimiento vertical y gran capacidad de soportar carga. Un efecto positivo de la tormenta ha sido la mayor conciencia pública sobre el valor funcional y estético de los bosques urbanos.

ESTUDIO MONOGRÁFICO: Ordenación de las zonas verdes en la Ciudad de México

Las zonas verdes públicas de la Ciudad de México son un importante recurso cívico, muy influenciado por la acción de los usuarios. En el pasado, no se prestó demasiada atención al tipo de especies plantadas, a la financiación del mantenimiento a largo plazo, al diseño de los sistemas de riego ni a la calidad visual del paisaje. En consecuencia, la ordenación resultaba costosa. Para corregir esta situación, se estableció un plan cuya finalidad es mejorar la situación de esas zonas verdes y aumentar su autosuficiencia financiera. El plan comprende los tres aspectos siguientes: planificación, nuevas tecnologías y mantenimiento.

Planificación: Antes de la actual administración, la Ciudad de México tenía 4 m2 de espacio verde por habitante. Recientemente, la creación de nuevos parques ha aumentado este espacio a 7 m2 per cápita, pero esta cifra es todavía inferior a los 9-12 m2 recomendados. El gobierno tiene dos programas para mejorar la situación: la rehabilitación del espacio verde existente pero que se encuentra en estado de abandono y la creación de nuevos parques.

Nuevas tecnologías. Se están aplicando varios conceptos nuevos al diseño y ordenación de las zonas verdes en la Ciudad de México. Para evitar una aglomeración excesiva, debe haber al menos una distancia de 8 m entre los nuevos árboles plantados. Los suelos que han sido alterados por la adición de escombros procedentes de terremotos se mejoran con abono. Las plantaciones se cubren con una cubierta de restos vegetales elaborada con material procedente de virutas de plantas podadas, y se aplican fertilizantes de liberación lenta en el momento de la plantación.

La subsidencia de la tierra en el antiguo fondo del lago del Valle de México se ha agravado por el aumento de las superficies impermeables que reducen la infiltración del agua de lluvia. Ahora se utilizan materiales de pavimentación permeables, que tienen las mismas características estructurales que el asfalto y el hormigón habituales, pero permiten la infiltración de la escorrentía.

Otra innovación importante es el establecimiento de zonas verdes en los lugares donde no queda espacio para plantar árboles, debida a una urbanización demasiado densa. El instrumento principal son los jardines creados en las terrazas de las casas. Se plantan especies resistentes a la sequía, como las plantas suculentas autóctonas, después de haber reforzado la estructura del techo, de haberlo impermeabilizado y de haber construido una capa de drenaje en la que se colocan los macizos con las plantas. Estos jardines de las terrazas mantienen la ciudad más fresca durante el verano y retienen los contaminantes atmosféricos.

Mantenimiento. Uno de los mayores problemas de la Ciudad de México es financiar el mantenimiento de las zonas verdes. Aunque los contratistas mantienen las nuevas plantaciones durante un año, muchas veces no hay fondos para la atención posterior. Con el fin de disponer de una fuente más sostenible de financiamiento, se están estableciendo ahora fondos fiduciarios cuya finalidad es contribuir al mantenimiento de los parques. Una parte de los fondos generados por las concesiones y la publicidad en los parques se utiliza para actividades de mantenimiento y mejora. Las empresas locales aportan a los fondos contribuciones desgravables de los impuestos, y los consejos locales determinan cómo se gastan esos recursos. Además, las empresas privadas están participando en el financiamiento y mantenimiento de la iniciativa "adopte una zona verde" en sus proximidades.

ESTUDIO MONOGRÁFICO: Utilizar lo mejor para mejorar todavía más: aplicación de prácticas óptimas de silvicultura urbana y comunitaria para conseguir ciudades vivibles y sostenibles.

La silvicultura urbana y comunitaria es la clave para salvar nuestras ciudades con procedimientos que no podríamos ni siquiera imaginar hace 25 años, cuando se puso en marcha el proyecto TreePeople. Lo que comenzó como una sencilla actividad de plantación de árboles se ha convertido en un proyecto de gran amplitud, que abarca también la ordenación de la infraestructura urbana. El proyecto (Trans-Agency Resources of Environmental and Economic Sustainabiliity, T.R.E.E.S.) se creó con el fin de establecer un planteamiento integrado de ordenación del ecosistema urbano en cuanto cuenca hidrográfica urbana/forestal mediante la asociación entre numerosos organismos y una ciudadanía instruida y potenciada. Este planteamiento unificado y sistémico representa un nuevo paradigma. Requiere también nuevos y mayores niveles de educación sobre la forma de vivir en una relación profunda con la naturaleza. Otorga a los individuos y familias la función de administradores -o "gestores del ecosistema urbano"- y permite a los organismos hacer las veces de educadores, facilitadores y supervisores, en vez de limitarse a actuar como instrumentos coercitivos.

El proyecto T.R.E.E.S tiene cuatro elementos y objetivos principales: 1) remodelar los emplazamientos urbanos para que funcionen como minicuencas hidrográficas urbanas; 2) demostrar que esos diseños funcionan realmente; 3) crear un análisis de costos beneficios y un modelo informático que cuantifique los beneficios o pérdidas ambientales y sociales derivados de la aplicación de esos diseños en gran escala, es decir, la ordenación de la infraestructura urbana desde el punto de vista de una cuenca hidrográfica integrada, y 4) agrupar a los principales organismos y partes interesadas para que elaboren un plan de ejecución con el objeto de financiar y realizar una reestructuración en gran escala de esa cuenca hidrográfica.

Para hacer realidad la visión de una ciudad sostenible no se necesitarán nuevos fondos sino únicamente una diferente manera de gastar lo que ya está planificado. Cada día se asignan a nuevos proyectos y a iniciativas de reordenación recursos que podrían destinarse a una mejor gestión de las cuencas hidrográficas. Por ejemplo, la zona de Los Angeles tiene prevista una inversión de hasta 20 000 millones de dólares EE.UU. en los 10 próximos años en servicios de abastecimiento de agua, control de inundaciones y descontaminación de las aguas pluviales.

Las principales diferencias entre las soluciones propuestas en T.R.E.E.S. y las enormes iniciativas técnicas del pasado son que este enfoque de ordenación de cuencas hidrográficas forestales urbanas requiere más tiempo para su ejecución y un alto grado de conciencia pública y de participación. En cambio, los múltiples beneficios desde el punto de vista de la seguridad, la lucha contra la contaminación, el desarrollo económico y los valores estéticos como consecuencia de este enfoque superan con creces las ventajas de los proyectos formulados con un objetivo único. Lo verdaderamente prometedor es que los organismos participantes están invirtiendo en este tipo de enfoques. Los interesados en conocer una descripción detallada de cada una de las fases del proyecto T.R.E.E.S., pueden consultar la página www.treepeople.org/trees.


INTRODUCCIÓN

Los bosques urbanos son espacios verdes ubicados dentro de comunidades que ofrecen servicios fundamentales para enriquecer la calidad de vida. A medida que las ciudades de América del Norte continúan creciendo, un número cada vez mayor de personas decidirá vivir, trabajar y divertirse en los bosques urbanos. Por esta razón, es fundamental llegar a comprender cómo se pueden planificar y ordenar estos bosques a fin de conseguir todos los beneficios posibles.

La silvicultura urbana es la planificación y ordenación de los árboles, los bosques y la vegetación dentro de las comunidades para crear un valor o conseguir un valor añadido. Los bosques urbanos aportan un nuevo valor a las comunidades locales, ya que son de importancia decisiva para los siguientes fines: planificación del aprovechamiento de la tierra, reducción de la escasez de agua y energía, mejor calidad del aire, protección del clima mundial, fomento de los programas de salud pública, incremento del valor de la tierra y de las fuentes locales de obtención de impuestos, capacitación y oportunidades de empleo, reducción de los costos de los servicios ciudadanos y aumento de la seguridad pública. En América del Norte, el paradigma de la silvicultura urbana y comunitaria ya no concede prioridad al aspecto meramente estético y prefiere adoptar un enfoque que englobe todos los beneficios ambientales, económicos y sociales de la comunidad (Rowntree, 1995). Este desplazamiento ha ido acompañado de un nivel cada vez mayor de participación local y del establecimiento de nuevas asociaciones que vinculan a los profesionales, las organizaciones no gubernamentales, la industria y los organismos públicos.

En estas páginas se describen los medios a través de los cuales la silvicultura urbana puede abordar importantes cuestiones ambientales y sociales vinculadas con la urbanización. Se especifican algunos de los obstáculos ecológicos, económicos y políticos a la silvicultura urbana que deben superarse antes de hacer plenamente realidad los beneficios de los programas emprendidos en este terreno. Se examinan además las oportunidades de la Comisión Forestal para América del Norte de promover ecosistemas urbanos más sostenibles, contribuir a la formulación de planes forestales urbanos de alcance regional y promover proyectos de restauración de cuencas hidrográficas basados en la colaboración.

CUESTIONES ASOCIADAS A LA URBANIZACIÓN

En 1995, la población urbana de América del Norte era de 294 millones de habitantes, es decir, el 74 por ciento de la población total de esa región (Roberts, 1996). Según las previsiones, en el año 2025 el número de personas residentes en zonas urbanas ascenderá a 430 millones, es decir, el 85 por ciento. Aunque el ritmo del crecimiento urbano se desacelerará en América del Norte en general, continuará siendo rápido en las regiones más pobres y en las sometidas a cambios económicos de mayor trascendencia. En otros lugares, las poblaciones comenzarán a abandonar las enormes aglomeraciones urbanas para desplazarse a ciudades de tamaño pequeño o intermedio. Los beneficios de la urbanización son, entre otros, unas tasas más elevadas de ingreso y alfabetización, así como un mejor nivel de salud. No obstante, la urbanización ha traído también consigo una larga serie de problemas ambientales y sociales. Algunos de estos problemas están asociados a la pobreza urbana (por ejemplo, los relacionados con el saneamiento, las enfermedades, el acceso al agua potable, la alimentación y el suministro de combustible) y mantienen mayor relación con el crecimiento económico o la riqueza (por ejemplo, la contaminación del aire y el agua, la congestión o la pérdida de biodiversidad). Los problemas de contaminación, pobreza y degradación ambiental con que se enfrentan las ciudades de América del Norte son semejantes pero menos extremos que los que sufren gran parte de las ciudades del mundo en desarrollo.

FUNCIÓN DE LA SILVICULTURA URBANA

Los bosques urbanos son importantes por su extensión geográfica, su repercusión en las economías locales y su proximidad a la población. Colectivamente, los árboles urbanos de los estados Unidos representan casi una cuarta parte del total de la cubierta forestal nacional -el bosque produce unos 74 400 millones de árboles (Dwyer et al., en prensa). La parte total anual de la silvicultura urbana en las ventas realizadas en California sumó un total de 3 800 millones de dólares EE.UU., mientras que las industria de productos forestales comerciales de dicho estado realizó ventas por valor de 12 500 millones de dólares (Templeton y Goldman, 1996). Por su proximidad a la población, los bosques urbanos pueden ofrecer considerables beneficios ambientales y recreativos a los habitantes de la ciudad. Los árboles son una forma de tecnología con energía solar, que puede ayudar a restablecer el equilibrio en los ecosistemas urbanos disfuncionales. Además, los bosques urbanos son las hebras de un tejido urbano que vincula la población con la naturaleza, y viceversa. Estas hebras atraviesan las comunidades y pueden influir profundamente en la relación que se mantiene con los patios y huertos familiares, la vecindad, la ciudad, la cuenca hidrográfica y la región. La silvicultura urbana no es la panacea para todos los problemas con que se encuentran las ciudades, pero puede hacer que éstas sean más habitables.

Calidad del aire y protección del clima: Aunque la calidad del aire urbano ha mejorado en los dos últimos decenios en la mayor parte de las ciudades de América del Norte, en todo el mundo hay más de 1 100 millones de personas que viven en zonas urbanas con el aire contaminado. La mayor utilización de vehículos de motor, consecuencia de la dispersión cada vez mayor de muchas ciudades, representa la mayor amenaza para la calidad del aire. Los centros urbanos, donde se consumen grandes cantidades de energía, producen gran cantidad de gases de efecto invernadero, que representan una amenaza para la estabilidad del clima mundial.

Los bosques urbanos tienen efectos positivos en la calidad del agua debido al depósito de contaminantes en la cubierta vegetal, a la retención del CO2 atmosférico en la biomasa del bosque y a la reducción de las temperaturas durante el verano y la consiguiente formación de ozono. Por otro lado, los árboles urbanos pueden reducir la calidad del aire, ya que dificultan la dispersión de contaminantes dentro de la cubierta arbórea urbana, emiten compuestos orgánicos volátiles biogénicos que intervienen en la formación del ozono y, en forma indirecta, incrementan las emisiones de contaminantes asociados a la arboricultura (por ejemplo, el uso de sierras mecánicas, trozadoras y camiones). Aunque el efecto neto de los bosques urbanos en la calidad del aire no se ha determinado perfectamente, los resultados de algunos estudios basados en modelos indican que los beneficios pueden ser considerables (Nowak, 1994; Taha, 1996; Scott et al., 1998). Además, los bosques urbanos son uno de los medios más eficaces en función de los costos de reducir las islas térmicas urbanas y los correspondientes gastos en aire acondicionado (Akbari et al., 1992; Simpson, 1998). En la Ciudad de México, donde el espacio verde se paga muy caro, los jardines construidos en las terrazas están convirtiendo las trampas de calor en oasis naturales que refrescan la ciudad y limpian el aire.

Está aumentando de forma constante la inversión pública y privada en la silvicultura urbana con el fin de conseguir mejoras en la calidad del aire y en la conservación de la energía. La Ciudad de México está repoblando el perímetro de la ciudad con 175 millones de árboles para mejorar la calidad del aire y crear una barrera natural a la expansión urbana. Las compañías eléctricas de los Estados Unidos y el Canadá han invertido en programas de plantación de árboles de sombra para reducir la demanda de energía en las horas de más calor, contrarrestar las emisiones de dióxido de carbono y comercializar mejor sus productos y servicios (McPherson y Simpson, 1999; Nowak, en prensa).

Pobreza urbana: La pobreza urbana es un grave problema en las grandes ciudades de América del Norte, ya que los grupos más pobres son los más expuestos a los peligros biofísicos (por ejemplo, a los problemas relacionados con el abastecimiento de agua, la vivienda y el saneamiento), los riesgos biológicos (por ejemplo, enfermedades infecciosas y parasitarias) y males sociales (por ejemplo, violencia, consumo de estupefacientes, desempleo), y son los que tienen menos acceso a servicios de protección (Roberts, 1996). Las temperaturas extremas representan una gran amenaza para el gran número de personas que viven en edificios sin sistemas adecuados de calefacción y de aire acondicionado o que viven al aire libre. Los espacios verdes son muchas veces insuficientes en las zonas donde más necesarios resultan para fines muy diversos: refugio, alimentación, combustible, material de construcción y actividades generadoras de ingresos. En algunas ciudades, la horticultura urbana contribuye significativamente al suministro de alimentos (Kuchelmeister, 1998).

Recursos hídricos: Las ciudades producen aguas residuales que requieren tratamiento y aguas de escorrentía contaminadas, que representan una amenaza para la salud humana y para el funcionamiento de los ecosistemas costeros y de agua dulce. Aunque el agua es relativamente abundante en América del Norte, muchas grandes ciudades tienen gran escasez de este recurso. Por ejemplo, el rápido crecimiento de la Ciudad de México y su fuerte dependencia de las aguas subterráneas ha llevado al agotamiento de los acuíferos, a la subsidencia del suelo y a la adopción de medidas de conservación del agua. En los parques y otras zonas, se utilizan materiales de pavimentación permeables para aumentar la infiltración de las aguas de lluvia.

Los árboles interceptan y almacenan el agua de lluvia en la superficie de las hojas y las ramas, con lo que se reduce el volumen de la escorrentía y se retrasa el momento en que se alcanza el caudal máximo en los ríos. El crecimiento y la descomposición de las raíces aumentan la capacidad y velocidad de infiltración del suelo por el agua de lluvia y reducen la escorrentía superficial. La cubierta forestal urbana disminuye la erosión de los suelos, ya que reduce el impacto de las gotas de lluvia en las superficies desnudas. Al reducir la escorrentía de las pequeñas tormentas, causantes de la mayor parte del arrastre anual de productos contaminantes, los árboles protegen la calidad del agua (Xiao et al., 1998).

La reconversión de las aguas residuales urbanas para su utilización en las zonas verdes puede constituir un medio económico de tratamiento y eliminación, al mismo tiempo que consigue otros beneficios ambientales. Por ejemplo, los viveros o plantaciones de árboles con sistemas de riego pueden ser un medio inocuo y productivo de eliminación de aguas residuales. Estas aguas, una vez recicladas, pueden reponer los acuíferos, reducir las cargas de tratamiento de las aguas pluviales y crear ingresos mediante la venta de productos de vivero o madereros. Estos servicios hidrológicos están atrayendo la atención de las ciudades hacia los bosques que se encuentran fuera de los límites municipales. Algunas ciudades poseen bosques periurbanos que suministran agua potable a los municipios, y otras, como la ciudad de Nueva York, han invertido en servidumbres de conservación para proteger las cuencas hidrográficas, en vez de invertir en nuevas instalaciones de tratamiento. Seattle posee una gran superficie de bosque urbano, que utiliza para el tratamiento terrestre de los desechos de alcantarillado.

Desechos sólidos: Aproximadamente el 20 por ciento de los desechos sólidos urbanos son desechos de jardín (material orgánico procedente del césped, arbustos y árboles) y de origen forestal (Plumb et al., 1999). El reciclado de estos desechos vegetales puede reducir los costos ambientales y económicos asociados a la eliminación a través de vertederos. La devolución de los desechos vegetales al suelo puede beneficiar el crecimiento de las plantas y conservar el agua. En algunos programas experimentales se están utilizando serrerías portátiles para obtener maderas que se utilizan en productos como mesas para el aire libre, bancos para parques, suelos y chapas de madera. En la Ciudad de México, el material maderero de menor tamaño se tritura y aplica como cubierta vegetal. Los materiales no madereros se reducen a abono y se utilizan para corregir los suelos o como cubierta vegetal.

Salud mental y bienestar: La vida de la ciudad provoca un fuerte desgaste. No obstante, el contacto con las zonas verdes urbanas puede contrarrestar la tensión, renovar la energía vital y acelerar el proceso de curación. Las superficies forestales urbanas son la principal fuente de experiencia y aprendizaje sobre los bosques para la mayor parte de la población. La intervención en actividades de plantación, ordenación y restauración de árboles y bosques urbanos es, en sí misma, una forma importante de distracción al aire libre con importantes beneficios individuales y comunitarios. El contacto con los árboles es fuente de gran placer para el hombre, sea en forma de relajación, contacto con la naturaleza o vivencia religiosa (Dwyer et al. 1992).

Pérdida de biodiversidad: Las zonas urbanas influyen en la diversidad biológica como consecuencia de la utilización de la tierra con fines urbanos. Aunque la cantidad de tierra destinada a estos fines es relativamente pequeña en América del Norte, se está observando una nueva tendencia: las ciudades crecen rápidamente hacia el exterior, consumiendo grandes superficies de tierra, lo que supone un aumento de los costos de infraestructura, utilización de energía y contaminación del aire. La ampliación de los bosques urbanos puede contribuir a la multiplicación de especies vegetales foráneas que son una amenaza para la flora forestal autóctona. Por ejemplo, el Acer platanoides, el Cytisus scoparius y el Rhamnus spp. son plantas invasoras que representan un obstáculo importante para el establecimiento de las comunidades vegetales autóctonas.

OBSTÁCULOS A LA SILVICUTURA URBANA

Aunque existe la posibilidad de que los bosques urbanos mitiguen una serie de efectos asociados a la urbanización, habrá que superar algunos obstáculos antes de que se puedan hacer realidad algunos de esos beneficios. Estos obstáculos son de todo tipo, desde la falta de espacio para plantar árboles a los problemas de financiamiento (Nilsson et al., 2000). Para superar esas limitaciones se requerirá el esfuerzo concertado de las ciudades, regiones y países.

Pérdida de espacio verde: El espacio de que disponen los centros urbanos para seguir creciendo es limitado, y este problema se agrava por la presión de convertir los espacios verdes, parques y parcelas vacías en espacio edificable. En los primeros años noventa, en la Ciudad de México se perdió cada año aproximadamente el 3,7 por ciento del espacio verde disponible como consecuencia del proceso de urbanización (Chacalo et al. 1994). Recientemente, la creación de nuevos parques ha permitido aumentar el espacio verde de 4 m2 a 7 m2 per cápita. No obstante, esta proporción es todavía inferior a la recomendada (9-12 m2). Los estudios de American Forests y otras instituciones indican que, a medida que crece la superficie de las ciudades de clima templado, se va perdiendo la cubierta de copas de árboles. La tierra en torno a Puget Sound, en el estado de Washington, estaba antes densamente poblada de árboles; ahora la cubierta forestal representa menos del 20 por ciento (Glickman, 1999). Este retroceso de los espacios verdes ha provocado la pérdida de zonas naturales de importancia decisiva y de los servicios ecológicos que éstas ofrecen.

Planificación y ordenación: Los obstáculos a la planificación y ordenación de los bosques urbanos han sido objeto de gran atención en numerosos estudios (Meza, 1992; Tschanz y Sacamano, 1994; Kenney, 1996; Konijnendijk, 1999; Nilsson et al., 2000). Dichos obstáculos son, entre otros, los siguientes:

NUEVAS OPORTUNIDADES Y VÍNCULOS DE ALCANCE MUNDIAL

La urbanización se está produciendo a escala mundial, lo que hace de la silvicultura urbana un aspecto cada vez más pertinente de la silvicultura en general. Los bosques urbanos aportan beneficios que van mucho más allá de la estética (McPherson et al. 1999). Representan una forma cada vez más valiosa de "capital natural" y los servicios ecológicos que ofrecen son fundamentales para sostener la calidad de vida en unas comunidades en crecimiento. Muchos de estos servicios están relacionados con problemas que son de alcance regional y mundial, como la calidad del aire/cambio climático, la ordenación de los recursos hídricos y los efectos del crecimiento urbano en los recursos naturales. Al mismo tiempo, la esencia de la silvicultura urbana es la doble vinculación entre el hombre y la tierra y entre unas personas y otras, vinculación que puede transformar nuestra forma de vida. Estos contactos se establecen en el nivel más básico y tienen tremendas repercusiones en la forma en que las personas cuidan de la tierra que alimenta sus cuerpos y espíritus. Hay un número impresionante de obstáculos que deben superarse antes de poder hacer realidad los posibles beneficios de la silvicultura urbana. Quizá el más preocupante sea la incapacidad de la sociedad para valorar plenamente los servicios que los bosques urbanos bien planificados y administrados pueden aportar. Unas comunidades cada vez más habitables son también unas comunidades económicamente poderosas, lugares donde la calidad de vida atrae a los trabajadores y empresarios más instruidos y mejor capacitados y donde las buenas escuelas y la intensa vida familiar impulsan la creatividad y crean un sentimiento de comunidad. Los bosques urbanos son componentes vitales de las comunidades que tratan de ser algo más que parcelas de tierra allanadas por las excavadoras, redes de carreteras y grupos de edificios. Se necesitan iniciativas para poner de manifiesto todo lo que la silvicultura urbana puede hacer para mejorar la calidad de vida en las ciudades de América del Norte.

Ecosistemas urbanos sostenibles

En los últimos 50 años el establecimiento y cuidado de los bosques urbanos se ha basado en la utilización de maquinarias, formulaciones químicas y tecnologías cada vez más avanzadas, con el fin de aumentar el crecimiento y mejorar la apariencia de las plantas. Recientemente, la mayor preocupación por el medio ambiente ha puesto de relieve algunos efectos negativos asociados a este planteamiento, como la detección de residuos de plaguicidas en las aguas subterráneas o la contaminación acústica y atmosférica producida por los pequeños motores y el excesivo volumen de desechos vegetales y de agua utilizada. A medida que se amplía la infraestructura vegetal, es necesario hacer frente al desafío de diseñar y ordenar los paisajes en cuanto ecosistemas dinámicos más que como "fotografías". El concepto de ecosistemas urbanos sostenibles reconoce la interrelación de los recursos naturales, los recursos humanos, el diseño de los emplazamientos y los edificios, la ordenación de la energía, el abastecimiento de agua, la prevención de desechos y el mantenimiento y funcionamiento de las instalaciones. Los ecosistemas urbanos sostenibles son paisajes diseñados y administrados con la finalidad de reducir el impacto en el medio ambiente y de multiplicar a largo plazo el valor conseguido a cambio de los gastos efectuados. En principio, son económicamente beneficiosos porque se evalúa y optimiza todo el ciclo vital de los procesos y productos.

Planes regionales para los bosques urbanos

Para hacer realidad muchos de los beneficios ambientales, sociales y económicos que pueden ofrecer los bosques urbanos se requiere capacidad de mando y de visión que rebase las fronteras jurisdiccionales. La aplicación de planes forestales urbanos de alcance regional puede fomentar los sistemas multirregionales y multinacionales de espacios verdes con corredores de conexión y fácil acceso. La prestación más eficiente de los servicios de arboricultura puede ser resultado de una mayor colaboración entre los organismos. Las políticas, ordenanzas, normas y especificaciones dispersas pueden fusionarse. La creación de una conciencia común sobre los beneficios que unos árboles bien cuidados pueden representar para todos los relacionados con las empresas o los servicios y obras públicas puede generar mayor apoyo a programas regionales coordinados de inventario, mantenimiento y supervisión de los bosques urbanos

Proyecto de restauración de las cuencas hidrográficas en América del Norte

Una manera de aplicar los conceptos esbozados más arriba es la adopción de proyectos paralelos restauración de cuencas hidrográficas basada en la colaboración. Podrían estudiarse tres cuencas hidrográficas "hermanas", una en Canadá, otra en México y otra en los Estados Unidos.

Las cuencas hidrográficas o zonas de captación representan una estructura delimitable para el estudio del ecosistema de una región. Un interrogante fundamental que podría plantearse en ese estudio es el siguiente: "¿Cómo cambia la calidad del agua, el aire, el suelo, la vegetación y el hábitat natural conforme uno se desplaza desde el nacimiento de los ríos hasta su confluencia con las masas de agua situadas más abajo?" Para poder responder a esta pregunta hay que comprender los efectos individuales y acumulados de la urbanización y las prácticas de ordenación de la tierra en los recursos terrestres, aéreos y acuáticos (salud de la cuenca hidrográfica) a lo largo del gradiente urbano-rural. La segunda pregunta es la siguiente: "¿Cuáles son las mejores prácticas de gestión para mantener unas cuencas hidrográficas sanas en las tierras urbanas, suburbanas y rurales?" La última pregunta sería ésta: "¿Cómo pueden aplicarse mejor los recursos internacionales y nacionales para facilitar los esfuerzos locales de creación de espacios naturales para una vida sostenible?"

Para abordar esos problemas pueden adoptarse las siguientes medidas:

  1. Seleccionar en cada región 3 ó 5 cuencas de captación dentro del gradiente urbano-rural.
  2. Ayudar a los colaboradores locales a determinar los indicadores ambientales más adecuados para evaluar la situación del agua, el aire, los bosques y la fauna y flora silvestres.
  3. Elaborar protocolos para la realización de actividades voluntarias y de inventariado y supervisión, así como los necesarios materiales de capacitación.
  4. Realizar programas de capacitación, recopilar datos y evaluar las condiciones de referencia en cada cuenca de captación. Hacer coincidir algunas parcelas con los emplazamientos de las escuelas y llevar a cabo programas educativos.
  5. Utilizando técnicas de SIG ya desarrolladas por American Forest y T.R.E.E.S., elaborar mapas que reproduzcan la estructura del ecosistema y las condiciones ambientales de cada cuenca de captación.
  6. Elaborar un sitio en Internet para difundir esta información a fin de que los residentes de cada zona de captación puedan comprender mejor las cambiantes condiciones en el gradiente urbano-rural y las diferencias entre las distintas cuencas hidrográficas de cada país.
  7. Elaborar modelos y reproducir los efectos de la actual estructura del ecosistema en los flujos de energía, recursos hídricos y materiales. Evaluar hasta qué punto la vegetación y otros recursos naturales regulan o mitigan los efectos derivados del consumo humano y cuantificar el valor de los servicios ecológicos facilitados por los bosques urbanos.
  8. Identificar prácticas óptimas de ordenación para mejorar la calidad ambiental y elaborar instrumentos informáticos (formación científica) que los estudiantes y residentes puedan utilizar para evaluar los efectos y la eficacia en función de los costos de dichas prácticas.
  9. Trabajar con la población local para aplicar las prácticas óptimas y establecer "bosques de demostración" dentro de cada cuenca de captación a fin de poner de manifiesto las prácticas de ordenación del ecostistema. Promover el intercambio de información entre las distintas cuencas de captación.
  10. Entablar relaciones con los medios de comunicación y programas de recaudación de fondos para promover la reinversión en ordenación de cuencas de captación rurales y urbanas.
  11. Evaluar los éxitos y fracasos de los programas y determinar la posibilidad de transferir este planteamiento a otras áreas urbanas de países desarrollados y en desarrollo.

Esta iniciativa establecerá, aplicará e inicialmente evaluará un proceso comunitario de restauración de cuencas hidrográficas en tres regiones muy urbanizadas. Fomentará nuevas relaciones entre las entidades de la CFAN, dentro de las orgnizaciones nacionales de silvicultura ( por ejemplo, en los Estados Unidos, National Forest System, State and Private Forestry y Research) y con los distintos grupos de interés urbanos. Promoverá la ciencia del ecosistema urbano, presentará metas compartidas para la creación de ecosistemas urbanos más sostenibles, impulsará el desarrollo de planes regionales de silvicultura urbana y atraerá nuvos recuros para la ordenación de nuestras tierras forestales urbanas y rurales.

CONCLUSIÓN

Las organizaciones internacionales como la Comisión Forestal para América del Norte pueden contribuir en forma decisiva a apoyar iniciativas que demuestren el papel y potencial de la silvicultura rural. Antes de nada, se necesiten esfuerzos coordinados entre los países, las entidades académicas y de investigación, los sectores público y privado, los grupos de voluntarios y los ciudadanos (Carter, sin fecha). La aplicación de esas iniciativas mejorará la base de conocimientos, reforzará las capacidades institucionales, alentará la participación local y promoverá una planificación y ordenación más integradas de los bosques urbanos.

AGRADECIMIENTOS

El autor, E. Gregory McPherson, presentó versiones anteriores de este documento a varios especialistas, y ha recibido valiosas observaciones de los doctores Ole Hendrickson (asesor científico, biodiversidad, Canadian Forest Service), Rowan Rowntree (científico superior emérito, U.S. Forest Service), Thomas Randrup (consultor superior, Danish Forest and Landscape Research Institute) y Ed Dickerhoof (enlace de investigación sobre silvicultura urbana, US Forest Service) y del ingeniero Rubén Lazos Valencia (Director Ejecutivo de proyectos especiales, Comisión de Recursos Naturales, Ciudad de México). Simon Wilkins (manejo integrado de plagas, Calgary) facilitó información oportuna sobre los problemas de la silvicultura urbana en el Canadá.

REFERENCIAS

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