FAO en Ecuador

Condiciones climáticas y la actividad humana impactan en la degradación de la tierra, comprometiendo la seguridad alimentaria.

15/06/2018

Alrededor del 25% de las tierras del mundo registran un alto grado de desertificación, convirtiéndose en un grave problema, cuyas consecuencias podrían ser devastadoras para la población, traspasando las fronteras, los asuntos políticos y administrativos de los países, las zonas ecológicas y los niveles socioeconómicos. Sus consecuencias se reflejan en un incremento en la emisión de gases de efecto invernadero, en la pérdida de servicios ecosistémicos y en la reducción de la productividad en zonas agrícolas.

En el caso del Ecuador, la degradación responde a un proceso de transformación de zonas con vegetación natural hacia cultivos, pastizales y otros usos, lo que afecta seriamente a los ecosistemas. Asimismo, se ha perdido suelo fértil y cobertura vegetal natural, debido en parte a malas prácticas agrícolas como son el uso excesivo de químicos, deforestación, monocultivos intensivos, falta de rotación de cultivos lo que genera perjuicios económicos al sector.

Según datos generados por el Ministerio del Ambiente y la FAO, las pérdidas asociadas a la degradación de la tierra ascienden al 7.6% del valor bruto de la producción agrícola. A nivel provincial, Manabí es la que más ha perdido en términos de degradación de las tierras, seguida de las provincias de El Oro, Imbabura, Loja y Guayas. Este impacto también tiene repercusiones en la disminución de fuentes de agua, el aumento de la vulnerabilidad ante eventos climáticos en la agricultura y por lo tanto, en la seguridad alimentaria, disminuyendo las oportunidades de desarrollo de la población.

Entre las principales causas de degradación en el Ecuador se encuentra la deforestación y la remoción de vegetación, así también las prácticas de sobrepastoreo causadas por una excesiva carga de ganado que afecta a la productividad del suelo. Sin embargo, existen otras causas como la urbanización no planificada que también afecta el uso sostenible de este recurso. Para los expertos en la temática, el no contar con medidas de ordenamiento y planificación territorial ha influenciado en un crecimiento desordenado de las ciudades, comprometiendo tierras con alto potencial agrícola, lo que se traduce en pérdida de terreno fértil, menores volúmenes de producción y por lo tanto una menor oferta de alimentos para los consumidores.

Frente a este escenario, el país ha planteado diferentes iniciativas para combatir la desertificación y la sequía, entre las cuales se destaca la implementación del proyecto “Apoyo a la Toma de Decisiones para la Integración y Ampliación del Manejo Sostenible de la Tierra” (DS-SLM, por sus siglas en inglés), que contó con el apoyo de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF por sus siglas en inglés). Con esta intervención, se realizó la primera Evaluación Nacional de la Degradación de la Tierra y se incorporaron insumos para la integración del Manejo Sostenible de la Tierra (MST) en los procesos de planificación territorial y los sistemas de financiamiento; el fomento del diálogo interinstitucional e intersectorial; y se brindó asistencia técnica en la formulación de políticas y toma de decisiones para combatir, detener y revertir la degradación.

A esto se suma, el proyecto Ganadería Climáticamente Inteligente (GCI), ejecutado en 7 provincias del Ecuador y cuyo objetivo es reducir la degradación de la tierra, incrementar la capacidad de adaptación y mitigación frente al cambio climático y la reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI); a través del diseño e implementación de políticas intersectoriales y técnicas de ganadería sostenible. Este enfoque impulsado por la FAO pretende mejorar la capacidad de los sistemas agrícolas para prestar apoyo a garantizar la seguridad alimentaria, frente a las inclemencias de las variaciones climáticas y generar una maximización de los beneficios económicos.

DÍA MUNDIAL DE LUCHA CONTRA LA DESERTIFICACIÓN Y LA SEQUÍA

Ecuador es el primer país Latinoamericano, sede del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía

El 17 de junio de cada año se celebra el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, fecha designada en 1994 por la Asamblea General de las Naciones Unidas con el objetivo de sensibilizar a todos los países del mundo y a sus ciudadanos con respecto al estado y las acciones prioritarias tomadas a escala global y nacional para revertir la desertificación y la degradación de las tierras y fortalecer la respuesta a la sequía.

En este contexto, el Gobierno del Ecuador recibe a los representantes de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, en un evento que busca promover la gestión sostenible de la tierra como uno de los pilares de la bioeconomía.

Según datos del Ministerio del Ambiente y del Ministerio de Agricultura del Ecuador, el 50% de los suelos del país se encuentran en procesos de degradación, generando repercusiones importantes, no solo respecto a la sostenibilidad ambiental del territorio, sino también sobre los medios de vida de los sectores más pobres del país, cuya subsistencia depende de la agricultura.

Uno de las alianzas estratégicas que se impulsan desde las Naciones Unidas es abordar el Manejo Sostenible de la Tierra cómo una prioridad en los modelos de desarrollo, para lo cual la FAO ha generado diferentes frentes de trabajo como la Agricultura Climáticamente Inteligente y una alianza directa con fondos internacionales y centros de investigación para gestionar recursos que permitan financiar la incorporación de buenas prácticas de manejo de las tierras y evitar la expansión de la degradación con el tiempo.