FAO en El Salvador

Juan Cascante: innovación y adaptación productiva en zona del corredor seco

29/09/2020

El confinamiento, derivado de la pandemia  por COVID-19, ha significado una oportunidad para el señor Juan Cascante. En los últimos seis meses ha emprendido tres iniciativas productivas para mejorar su alimentación, sus ingresos y generar empleo en su comunidad, Nueva España, en el municipio de Chinameca, departamento de San Miguel.

Originario de Costa Rica, Cascante emigró a El Salvador hace algunos años para apoyar a su esposa en la producción de café, dejando de lado su ocupación como técnico industrial en su país natal. La dificultad que experimentó para encontrar un empleo, aunada a la de acceder a alimentos durante la pandemia, lo llevaron a la idea de cultivar hortalizas.

“Fui a la ferretería a comprar semillas, sin ningún conocimiento, porque no sabía nada de hortalizas. La primera cosecha de tomates se me arruinó completamente. Ahí vi la necesidad de pedir asistencia técnica y fue como contacté al CENTA”, recordó Juan.

Solicitó asistencia a uno de los técnicos del Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal  (CENTA) de Nueva Guadalupe, quienes, en coordinación con el programa “Mesoamérica sin Hambre AMEXCID-FAO”, realizan un  trabajo permanente para fortalecer la seguridad alimentaria y nutricional de las familias, facilitando insumos, acompañamiento técnico y los más importante, tecnologías de bajo costo, amigables con el medio ambiente, que mejoran la producción y permiten a los agricultores producir no sólo para su consumo sino también para venta cuando existen excedentes.

Lejos de desistir por el primer tropiezo, don Juan Cascante, con ese rasgo emprendedor que le caracteriza, se empeñó en conocer los conceptos básicos y adoptar la tecnología que le fue transferida por el CENTA y el Programa para la producción de tomates, pepinos, chiles, repollo y yuca.

Asimismo, aprendió a elaborar productos orgánicos, como bocashi -rico en nutrientes y necesario para el desarrollo de los cultivos- y repelentes; también aprendió a implementar el Manejo Integrado del Cultivo. A la fecha ha comercializado 100 quintales de bocashi en la comunidad y espera convertirse en proveedor de los gobiernos locales cercanos. 

Tras evidenciar el potencial de las hortalizas, identificó a cuatro personas más para organizarse, aumentar la producción y generar nuevos empleos. Fue así como se conformó el equipo de trabajo con Rufino, Joel, Carlos y Lalo, quienes están introduciéndose a la producción diversificada.  Cada uno tiene una función específica dentro de las iniciativas emprendidas: producción de hortalizas, de bocashi y reproducción de aves.

En conjunto, trabajan en una extensión de terreno de 436m2, donde ya están cultivando tomate, ejote y pepino. De marzo a la fecha han producido 90 cajas de tomates, cada una con 150 unidades, que han vendido entre $ 15 y $18; de pepino, cosecharon 42 bolsas (4,400 unidades), vendiendo en $ 13 cada bolsa; de ejote han generado 8 sacos de 20 Lbs cada uno, logrando colocarlos a un precio de $12 por saco.        

Lo producido se destina en un 75% a la venta en los mercados de Chinameca, en el departamento de San Miguel, y los de Jucuapa, en Usulután; el 25% restante es para consumo familiar.  

Gracias a su visión y a la mística de trabajo, desde un inicio se estableció como mecanismo para el control de sus ingresos el asignarse un salario y aparte acumular el excedente, el cual se repartirán al finalizar el año; esto les permite aumentar la inversión y llevar el control de ingresos y egresos, tarea en la que también apoya Mayra, esposa de don Juan.

“Tenemos que guardar un fondo para reinvertirlo y obtener mejores resultados, o para solucionar cualquier imprevisto, alguna pérdida que tengamos por inundaciones o sequía o cuando vengan momentos difíciles. Lo importante es ordenarnos; sin orden y disciplina no se llega lejos”, reflexionó Cascante.  

Semanas después de haber emprendido con las hortalizas, y siempre con el apoyo de “Mesoamérica sin Hambre AMEXCID-FAO” y el CENTA, el productor incursionó en la reproducción de aves de doble propósito, para la generación de carne y huevo.

Inició con 85 pollitos, logró vender 52 de éstos y reprodujo 33 gallinas, las cuales generan entre 22 y 25 huevos por día; para optimizar el recurso y darle un valor agregado, el grupo lo comercializa como “huevo fértil”, que tiene un valor de $ 5 los treinta huevos, contra $ 3, si se vende para consumo.

Los productores han visto mejoras en su alimentación  gracias a la diversificación de la oferta alimenticia y el consumo de hortalizas frescas. Además, cuentan con alimentos todo el año, mejorando así su seguridad alimentaria y nutricional.

Asimismo, como resultado de toda la asistencia técnica recibida y el compromiso de don Juan y sus compañeros, se ha logrado optimizar los productos y obtener alta calidad, abriendo oportunidades para colocarlos a mejor precio en el mercado, derivando en ganancias por ventas en más de $ 3,500 a seis meses desde que iniciaron las iniciativas productivas.

Como expresa don Juan, las hortalizas y las aves le han cambiado la vida. En su corazón, ha surgido el amor por la tierra, el cual comparte con su esposa; además, se motiva porque pronto será padre por primera vez y ahora busca con más ahínco “un mundo sin hambre” para su hijo Juan Ignacio.