FAO en El Salvador

Familias producen y diversifican cultivos y aves

01/02/2017

A pesar de habitar en el corredor seco mesoamericano, las familias en el Oriente de El Salvador producen alimentos en pequeños espacios de sus hogares, cultivando hortalizas, frutas, semilla de frijol e incubando aves de doble propósito para consumo propio y comercialización. Además, se han diversificado respecto a la producción de sorbetes y confección de ropa para obtener ingresos, y por consiguiente, mejorar la calidad de vida de sus familias.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), a través del Programa Mesoamérica sin Hambre, financiado por la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID), ha apoyado a unas 1,300 familias para que produzcan y eleven la disponibilidad y el acceso a los alimentos, bajo un esquema de co financiamiento por parte de 21 gobiernos locales, cuyos municipios se encuentran catalogados en diversos niveles desde pobreza baja hasta extrema.

De acuerdo con el Representante de FAO en El Salvador, Alan González, este trabajo conjunto se desarrolla bajo una visión inclusiva de derecho a la alimentación adecuada enfocada principalmente en las familias más vulnerables. “Como organización hemos adoptado la agenda del derecho humano a la alimentación que se transfiere a las instituciones, a extensionistas, a familias y programas del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) en los territorios, con un enfoque multisectorial”, consideró el Representante.

Tras dos años de haberse lanzado Mesoamérica sin Hambre, las familias participantes han recibido asistencia técnica, insumos, incubadoras y han desarrollado importantes enlaces de negocios con el gobierno salvadoreño y mercados regionales.

Las familias están trabajando en un primer nivel de agricultura familiar de subsistencia para el autoconsumo. En un segundo nivel la agricultura comercial, lo que incluye principalmente la producción de hortalizas como chile y tomate con alto valor económico.

Esta iniciativa forma parte de toda la visión contemplada en el Marco de Programación de País (MPP) de FAO El Salvador, en función de promover la Agricultura Familiar (AF), el desarrollo rural y el alivio a la pobreza.

Algunos testimonios de familias productoras

Rolando Lemus. Alegría, Usulután. “El apoyo ha sido tanto técnico como lo que es la semilla, los plantines, el abono, la pita, todo lo que se utiliza para hacer los huertos, donde cultivamos tomate, chile, ejotes, chipilín, maíz, frijol y pepino. Así como yo, hay muchas familias, tanto en mi comunidad como otras que necesitan y a veces nosotros no implementamos ese tipo de cultivos por la escasez del dinero, y para producirlos se necesita material en cuanto a la semilla, el abono, todo tiene un precio y nosotros a veces no podemos costearlo”.

Nelson Rodríguez. Alegría, Usulután. “Soy un pequeño agricultor que me gusta trabajar lo mejor que puedo, por eso cuando alguien me da sus técnicas me agrada, las tomo en cuenta, por eso es que yo he llegado a aprender un poquito y conocer cómo deben cuidarse las plantas para que se desarrollen. Estoy agradecido con la oportunidad que me dieron de sembrar frijol, y como les digo, yo siembro, produzco y de lo mismo voy a volver a sembrar el próximo año”.

Lorena Castillo. San Buevantura, Usulután. “Preparamos la tierra, las matas de guineo y los pepinos y el cilantro. Nos da un buen beneficio y nos hace que nosotros también produzcamos nuestros propios alimentos. Igual, beneficia a las familias, la casa y para que vean que nosotras también podemos”.

Ana Gómez. San Buenaventura, Usulután. “Cuando crezcan van a llegar a gallinas ponedoras ya grandes y de ahí va a haber producción de huevos, que nos va a servir de mucho para comer y también para vender. Eso es lo que vemos ahorita, lo nuevo que hemos aprendido. Estamos muy contentas por ser la primera vez”.

Melvin Morataya. Alegría, Usulután. “Vi a unos vecinos que estaban cultivando tomate y yo pensé ‘voy a comenzar a sembrar los tomates´ y volví a hacer un semillero y fui a pedir las semillas, me dieron 500 y las sembré. Ahora me dedico al cultivo de tomate, paso aquí todas las mañanas, voy al campo por las tardes y luego vuelvo a la parcela. No le tuve temor a sembrar 500 plantas porque sabía que contaba con el técnico que me iba a ayudar”.