FAO en El Salvador

"Mesoamérica sin Hambre genera riqueza e impacto positivos en la vida de las personas"

25/07/2019

En su reciente visita a El Salvador, la directora general del Proyecto de Integración y de Desarrollo de Mesoamérica, Alejandra Icela Martínez hizo un balance del programa Mesoamérica sin Hambre, los avances y principales retos de cara a temas como la migración, adaptación al cambio climático y las buenas prácticas implementadas que están contribuyendo a la consecución de la seguridad alimentaria y nutricional de familias en condición de vulnerabilidad.

 

¿Qué ha significado Mesoamérica sin Hambre para la cooperación del gobierno de México?

Mesoamérica sin Hambre es uno de los programas que tiene el gobierno de México a través de la AMEXCID con más éxito, con una riqueza y un impacto muy positivo en la vida de las personas; es un programa en el que verdaderamente uno ve cómo contribuye a mejorar la vida de las personas que son beneficiadas.

Este es un programa que está enfocado en trabajar con la comunidad y es algo muy positivo, el hecho de darnos cuenta que no estamos trabajando persona a persona sino en comunidad y que eso genera condiciones de seguridad y de armonía para que la gente finalmente no migre, quiera quedarse en su lugar de origen y seguir viviendo, eso es algo muy positivo, muy valioso para la cooperación mexicana.

Mesoamérica sin Hambre representa un gran logro, una gran articulación con una agencia muy seria como es FAO, con la que también hay una relación muy transparente y muy clara.

Además, encontrar a los beneficiarios agradecidos y que con acciones que se han hecho, como el sistema de captación de agua lluvia en una escuela donde la comunidad ha participado, se ha empoderado, se ha apropiado del proyecto y ha articulado muchos sectores, eso es invaluable.

¿Cuáles son los retos que ha abordado Mesoamérica sin Hambre en la región?

Mesoamérica sin Hambre es un programa que contribuye a enfrentar cuatro grandes retos en la región: la malnutrición, la pobreza, la vulnerabilidad ante el cambio climático y además promueve el arraigo rural para disminuir la migración. A través de esto estamos priorizando territorios que son particularmente vulnerables y, a su vez, el Programa valida la experiencia en campo para escalonarse a otros territorios y así contribuir al desarrollo rural.

En cuatro años de implementación se han acompañado 25 procesos de políticas públicas en la región y 21 procesos normativos. Entre las buenas prácticas impulsadas en los países mesoamericanos se encuentra la de los bancos comunitarios de semilla y fitomejoramiento participativos en Nicaragua, en El Salvador la implementación de metodología de escuelas sostenibles para la alimentación escolar, entre muchos otros.

 

¿Cómo ha sido la coordinación entre la FAO y la AMEXCID para el impulso del Programa?

Ha sido una articulación, a lo largo de estos cuatro años de implementación, muy positiva, muy productiva, tenemos comunicación directa con FAO para establecer puntos de acuerdo, esclarecer dudas, para lograr que las cosas se den y sean positivas para obtener los mejores resultados.

Ha sido una relación muy positiva. FAO tiene una agenda muy completa y eso es lo bonito de la Organización, que no solo es agricultura, es migración, es fortalecimiento de capacidades, mujeres, niños, salud, integración, son muchísimas cosas, entonces esto hace que además trabajar con FAO sea muy interesante y sumamente rico.

Nos ha enriquecido a los propios funcionarios de la AMEXCID porque además nos comparten siempre los puntos de vista, escuchan los nuestros, nos complementamos. Nunca nos dejan de lado, todas las decisiones se van formulando de manera conjunta.

Además, nosotros en FAO hemos encontrado un oído siempre atento a las inquietudes, a las dudas, a querer hacer las cosas de una manera diferente, de acuerdo a un enfoque distinto de la administración actual.

Es una relación muy buena que me encantaría que lo tuviéramos con todos nuestros socios cooperantes.  

¿Cómo ha visto el Programa en El Salvador?

Entre las buenas prácticas impulsadas en particular en El Salvador podemos encontrar la instalación de sistemas de agua de lluvia y del aprovechamiento de este recurso, que además no solamente está en El Salvador, sino en otros países.

También, las escuelas de campo y los centros de agricultura urbana y periurbana, así como la implementación de la metodología de escuelas sostenibles para la alimentación y finalmente programas municipales de extensión para la promoción de la agricultura familiar. También, resaltar el intercambio de experiencias que se tienen a través de Mesoamérica sin Hambre.

La valoración que me llevo es que en general todo el programa está siendo apropiado por las personas, por las mujeres, por los jóvenes, por las municipalidades. Nosotros contribuimos en una medida muy pequeña, pero esto la gente lo ha potenciado de una manera impresionante.