FAO en El Salvador

Historia: Un canto de esperanza en La Huerta

11/08/2023

En cada nuevo amanecer en el municipio de Nueva Guadalupe, una voz cantante se escucha entre los caminos de las jóvenes tomateras. Es la de Maritza Quintanilla, quien nutre con alegría al nuevo cultivo que junto con otras cuatro mujeres y un hombre trabajan en su segunda casa malla.

La Huerta, nombre como han denominado su emprendimiento, es uno de los 200 grupos ubicados en el Corredor Seco en El Salvador que participan en el proyecto “Apoyo al Plan de Desarrollo Integral para Centroamérica en el marco de la respuesta global de la Unión Europea al COVID-19”, conocido como proyecto Apoyo al PDI. Las mujeres que lo conforman tienen la enérgica convicción de que cumplen un rol crucial en la agricultura familiar y en la generación de ingresos en su municipio.

«Las mujeres sí podemos y podemos levantar nuestro pueblo», comenta Maritza, quien confiesa que desde niña soñó con dedicarse a la agricultura, pero su padre, debido a ser mujer, le prohibió este oficio.

Tras una trayectoria de cuatro años, el grupo La Huerta participa en el proyecto, financiado por la Unión Europea y ejecutado por FAO de la mano con el Gobierno de El Salvador, mediante entidades como CENTA y la Gobernación Departamental de San Miguel, así como las 12 municipalidades del departamento de San Miguel, las cuales conforman el área de injerencia. En este caso, la municipalidad de Nueva Guadalupe, jurisdicción donde se encuentra el emprendimiento, se ha sumado a su apoyo.

Este destacado emprendimiento cuenta con una importante experiencia en huertos caseros y en la siembra a cielo abierto, cultivando diversas hortalizas y maíz; así como también, ha fortalecido sus conocimientos en la siembra bajo un área controlada, mediante su primera casa malla, experiencia desarrollada previamente.  

En la búsqueda de consolidar la sostenibilidad de su negocio, sus ingresos y generar nuevas oportunidades de empleo, La Huerta a través de su activa participación en el proyecto de Apoyo al PDI ha fortalecido sus capacidades recibiendo asistencia técnica para el cultivo y elaboración de abonos orgánicos como bocashi, el suministro de biofertilizantes con su respectiva capacitación de manejo, así como también, participando en ciclos de formación empresarial y comercialización de sus productos mediante Redes Sociales.

La socia de Maritza, Griselda Hernández, explica: «Estamos siendo beneficiarias de una nueva casa malla con extensión de 9 x 18 de ancho, donde tenemos la capacidad para 500 plantas. También nos han dado donaciones de insumos, materiales de construcción, el pediluvio, semillas y dos tanques

De esta manera, cuenta Maritza, están empezando a expandir su negocio con una mayor producción, e incluso, están ampliado su mercado aprovechando tanto los agromercados que se instalan en Nueva Guadalupe, como en otros municipios vecinos.

Maritza intentó migrar. Al no tener éxito, encontró en la producción de huerto casero una oportunidad de autosustento. Luego, con su primera casa malla, los horizontes se empezaron abrir para ella y sus compañeras. Y, ahora, con la segunda casa malla y el acompañamiento del proyecto de Apoyo al PDI, hay más cantos de esperanza para ella, los miembros del grupo y sus familias. Cantos que abonan su ánimo y al de sus cultivos.

Griselda comenta que, gracias a la adaptación de las nuevas tecnologías de la información, cuentan con herramientas digitales de inteligencia de mercado y de comercialización. La agricultora señala que el alcance de venta mediante las redes sociales ha incrementado al 75%. Esta práctica la iniciaron desde la pandemia; sin embargo, gracias a la tecnificación aprendida en el curso proporcionado en el marco de este proyecto, en alianza con la Universidad de Oriente (UNIVO), la venta de su producción ha llegado hasta este porcentaje.

Tanto Maritza como Griselda muestran su satisfacción por los resultados que, gracias a su cotidiano trabajo, van logrando. Su experiencia, destaca Maritza, ha evidenciado que su decisión de dedicarse a la agricultura y generar su autoempleo es acertada.

Griselda no duda en afirmar «Es un negocio rentable. Nosotros de allí mantenemos la economía de nuestro hogar e impuestos. También nos hemos dedicado por evitar la migración y por la falta de empleo. Ahora generamos fuente de empleo en el municipio porque hay trabajo que no cubrimos y buscamos quien pueda ayudar con la limpieza y la poda dentro de la casa malla».

Así, las aún jóvenes tomateras en la segunda casa malla dan más esperanza a Maritza, Griselda y sus compañeros en la consolidación de su negocio. Y Maritza consiente esta esperanza con cantos que diseminan alegría por un futuro mejor desde esta nueva casa malla. 

---

El proyecto de Apoyo al PDI cuenta con el objetivo de mitigar el impacto de la crisis del Covid-19 a través de la mejora de la resiliencia a largo plazo y la reducción de los flujos migratorios forzosos y/o irregulares. La Unión Europea, la FAO y el Gobierno de El Salvador trabajan mediante una cooperación eficaz a fin de generar empleo en los 12 municipios del departamento de San Miguel donde interviene el Proyecto -los cuales forman parte del Corredor Seco-, fortaleciendo la sostenibilidad del negocio de 200 emprendimientos y de los ingresos de sus familias involucradas.