Uno de los aspectos más relevantes asociados a la degradación de los suelos se ha vinculado con la pérdida de carbono orgánico como consecuencia de las labranzas, los monocultivos y los extensos períodos de barbecho presentes en las secuencias de cultivo (Franzluebbers et al., 1994; Studdert y Echeverría, 2000; Sherrod et al., 2003; Novelli et al., 2011). La ausencia de rotaciones, incluso bajo siembra directa, resulta un factor determinante en la pérdida de carbono y productividad del suelo en caso de que las entradas de carbono a través de los rastrojos sean inferiores a las salidas (Pittelkow et al., 2015). En este sentido, los cultivos de cobertura (CC) se han propuesto como una estrategia agronómica que permite incrementar los aportes de carbono al suelo (Daliparthy et al., 1994) y, por ende, optimizar su balance edáfico (Hendrix et al., 1998; Ding et al., 2006; Duval et al, 2015). El objetivo de este trabajo fue simular el contenido de carbono orgánico del suelo y su evolución durante parte del ciclo del cultivo de maíz, con y sin inclusión de residuos de CC de vicia (Vicia villosa).