La revolución tecnológica ha hecho posible que la conectividad digital también llegue a zonas rurales. Sin embargo, todavía existe un enorme trabajo pendiente para reducir las desventajas del campo frente a las ciudades y que las posibilidades que esa revolución ofrece estén al alcance de los pequeños productores. Entre los grupos en mayor desventaja al acceso a estas tecnologías se encuentran las mujeres rurales.  

Esta publicación describe cómo la histórica discriminación social a la mujer y la más reciente brecha digital pueden ser al mismo tiempo causa y consecuencia de inequidades y cómo estas se retroalimentan entre sí.