La producción de leche de heno es tan antigua como la cría de animales lecheros en Europa. A lo largo y ancho de la región alpina, el uso del heno como alimento en invierno rico en nutrientes ha supuesto durante siglos una práctica decisiva para sacar adelante a los rumiantes durante la estación fría, en la que escasea la vegetación, y garantizar así el sustento de las familias campesinas. Por ello, a lo largo de los siglos se ha desarrollado una forma de agricultura que utiliza eficazmente los recursos naturales disponibles y los preserva a largo plazo.

El cultivo de heno se basa en el paisaje de pradera permanente de las regiones montañosas, que se gestionan por medio del cultivo de los pastos alpinos, además de la alimentación con hierba fresca en verano y heno en invierno. Este método de alimentación no solo es saludable para los animales, sino que también representa una forma de agricultura adaptada al lugar y muy respetuosa con el medio ambiente y el clima.

Mientras que la mayor parte de la leche en Austria seguía produciéndose mediante el cultivo de heno hasta la década de 1960, en la actualidad esa cifra solo alcanza el 15 %. El cultivo de heno es viable y práctico allí donde hay pradera permanente y apenas hay vegetación en invierno, sobre todo en las zonas montañosas. Existen pequeños reductos de leche de heno repartidos por toda Europa, pero en conjunto, apenas un 3 % de la leche de Europa se obtiene con este sistema.