Los pastos subalpinos y supraforestales de Andorra son reflejo del antiguo sistema agropastoral que los cuidadores locales de ganado han desarrollado a lo largo del tiempo. Las comunidades que viven en este país sin litoral, donde el promedio de altitud es de casi 2 000 m sobre el nivel del mar, han encontrado la forma de criar ganado e intercambiarlo por bienes y alimentos que no podían producirse localmente.

Los medios de vida de los andorranos, hasta hace un siglo, se basaban mayoritariamente, si no totalmente, en el sistema agropastoral tradicional, y su ámbito geográfico abarcaba todo el país (468 km2). En consecuencia, la población local aprovechó las condiciones naturalmente cambiantes para desarrollar un sistema que combinaba pastos espontáneos y piensos cultivados. Así se mantenía la producción ganadera —bovina, ovina y equina—, en pastoreo libre y extensivo, que podía a su vez intercambiarse por otros bienes y alimentos con las regiones vecinas.