Los precios de los cereales secundarios continuaron su descenso estacional, que comenzó en septiembre con los suministros procedentes de la nueva cosecha, lo que alivió la preocupación por el abastecimiento. Sin embargo, en octubre los precios se mantuvieron en niveles relativamente altos y fueron superiores a los valores del un año antes debido a los cuellos de botella en la cadena de suministro resultantes de las medidas para contener la propagación de la COVID-19, así como a las condiciones macroeconómicas desfavorables, incluida la elevada inflación y la continua depreciación de la moneda local. Los déficits de producción localizados en algunas zonas, junto con la fuerte demanda interna ‑originada por las compras institucionales y las industrias de elaboración de alimentos y piensos‑, ayudaron a reforzar los precios. En la zona nororiental del país ‑afectada además por un conflicto de larga duración‑, algunos precios alcanzaron el doble de sus valores respecto a hace un año.