Maria Sábado de Horta Fidalgo, de 42 años, vive en el pueblo de Rincão en la isla de Santiago en Cabo Verde, y trabaja como pescadora artesanal desde que terminó la escuela secundaria a los 17 años.

Heredó una embarcación pesquera de su padre, quien fue pescador de toda la vida, y con esta actividad mantiene a su madre y a sus dos hijas, de nueve y 19 años.

María dice que desde que comenzó a trabajar en su profesión hace más de dos décadas, los peces se han vuelto cada vez más escasos.

“De febrero a mayo, encontramos muy pocos peces”, dice. “Vienen vendedores de otros lugares a vendernos pescado porque allí casi no podemos pescar”.

Dice que en su zona, casi todos los barcos de pesca están atracados.

“Cuando salen, casi siempre exceden el tiempo de pesca permitido y regresan sin nada”, agrega.

Los períodos de escasez alternan con períodos de abundancia, pero esto genera pérdidas post-captura debido a la falta de unidades refrigeradas y también de equipos de procesamiento de productos del mar.

“En septiembre y octubre solemos capturar mucho pescado, y como no tenemos medios para conservarlo, tenemos que bajar los precios para poder vender la captura antes de que se eche a perder”, explica María.

Ella dice que muchos pescaderas en su comunidad han recibido capacitación sobre diferentes métodos de procesamiento de pescado, como ahumado, enlatado y salado.

“Sin embargo, no tenemos el espacio ni los materiales que necesitamos para combatir la pérdida y el desperdicio de pescado transformándolo en productos del mar”, dice.

Además, María y su comunidad han notado que su área marina está cada vez más contaminada, incluso por la basura que se tira por la borda durante las excursiones marítimas turísticas.

“Ya hemos tenido varios casos de tortugas muertas porque ingirieron plástico u otra basura”, cuenta. “En otro caso, muchas personas sufrieron una intoxicación alimentaria al comer pescado que había sido contaminado en el mar, antes de ser capturado”.

“Estamos muy preocupados por la contaminación del agua del mar”, agrega.

Además de administrar su negocio, también se desempeña como presidenta de la Asociación de Mujeres de Rincão, que recibió capacitación de la Iniciativa Pesquerías Costeras.

“Asistimos a un taller sobre las Directrices Voluntarias para asegurar pesquerías sostenibles”, comenta María.

“Aprendimos por qué es importante respetar las normas que protegen a ciertas especies y por qué es importante observar los períodos de veda”, explica.

“Si seguimos estas reglas, tendremos más peces en el futuro”.

Los pescadores deben hacer su parte para preservar los recursos

María cree que hay dos cosas importantes que la gente debería hacer para proteger sus océanos.

“Deberíamos usar equipos de pesca más amigables con el medio ambiente: las redes deben ser de malla grande para evitar atrapar peces inmaduros”, dice.

“También necesitamos organizar más campañas de limpieza de playas, especialmente durante la temporada turística cuando se llenan de basura rápidamente”.

En cuanto al futuro, Maria espera una conciencia más generalizada sobre la necesidad de pescar de manera responsable y sostenible.

“Como madre, dueña de un barco y presidenta de una asociación, espero que todos los pescadores comiencen a respetar las reglas, especialmente en el área marina protegida que pronto se establecerá aquí”, dice.

“Me asombró el tamaño de los peces que se pescan en las otras islas: son mucho más grandes que los de aquí. Creo que con la implementación del área protegida, los peces de Rincão también podrán crecer hasta ese tamaño”, concluye.