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Estudio concluye que la inversión privada agroindustrial aporta a un desarrollo territorial más espacialmente equilibrado

:15/10/2014

Entre el 35% y el 65% de la población de América Latina vive en espacios rurales y rural-urbanos que aún dependen mayoritariamente de la actividad primaria. Por esto, el desarrollo de la agroindustria representa para esos territorios una oportunidad de agregar calidad a su estructura productiva y al empleo local.

Sin embargo, no existían datos empíricos para verificar si la inversión agroindustrial ha contribuido a reducir o aumentar las brechas de desarrollo económico entre territorios. Tampoco se sabía qué podrían hacer los tomadores de decisiones si quisieran impulsar la actividad agroindustrial como opción de desarrollo local y de crecimiento más espacialmente equilibrado.

En ese marco, el proyecto ‘Inversión privada agroindustrial y cohesión territorial’, del programa Cohesión Territorial para el Desarrollo que lidera Rimisp, se enfocó en estudiar y describir la distribución espacial de la agroindustria en México, Perú y Chile a partir de los años noventa y sus efectos sobre empleo y pobreza, distinguiendo entre agroindustrias pequeñas, medianas y grandes, con el objetivo final de comprobar la veracidad de la hipótesis planteada.

Como socios del proyecto participaron en México, la Universidad Iberoamericana y el Colegio de México; en Perú, el  Instituto de Estudios Peruanos; y en Chile, Rimisp, en cuyo equipo trabaja la economista e investigadora del programa Cohesión Territorial para el Desarrollo, Chiara Cazzuffi.

La especialista indica que las inversiones privadas pueden generar o reforzar desigualdades territoriales existentes porque las empresas, por razones que económicamente tienen sentido, buscan localizarse donde existen las mejores condiciones para ellas. “En muchos casos, esto ocurre donde hay mucha población, muchos servicios, buena infraestructura y otras empresas, es decir, alrededor de las grandes ciudades”.

“Sabiendo que en muchos países de América Latina existe una fuerte desigualdad territorial, el proyecto se centró en un sector como la agroindustria, que tiene una lógica de localización distinta, dependiente en buena medida de la cercanía a la materia prima agrícola, y quiso entender si si la actual distribución de la agroindustria está contribuyendo a un desarrollo espacialmente más equilibrado o si, por el contrario, abona a procesos de aglomeración creciente”, agrega.

En ese marco, la investigadora describe que el desarrollo de la agroindustria representa para los territorios más rezagados una oportunidad de agregar calidad a su estructura productiva y al empleo local, y para el país una opción para un desarrollo espacialmente más equilibrado.

“En un territorio donde la actividad productiva principal es la agricultura, no necesariamente se necesitan personas con conocimientos específicos o con alta capacitación, Pero cuando la agroindustria se localiza en estos lugares, porque está cerca de la materia prima, sí se requiere capital humano con más y mejores estudios y trabajadores capacitados. Esto es un incentivo para que los jóvenes continúen sus estudios. La inversión en capital humano favorece un mayor dinamismo económico del territorio. Además, la agroindustria puede generar toda una serie de provechosas actividades económicas relacionadas a su alrededor, como servicios, bancos y maquinarias. Este efecto multiplicador es una mejora que impacta positivamente e impulsa la generación de actividad económica en territorios inicialmente menos ricos”, señala la especialista.

Imagen: Rimisp.

Key words: agroindustria, inversiones, competitividad sistémica.

Published by: RIMISP

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